Zapatero, 1 ; Sindicatos, 1
Desde que comenz¨® la crisis y se dispar¨® el paro, el presidente Rodr¨ªguez Zapatero y los sindicatos jugaban un partido comport¨¢ndose como esos equipos de f¨²tbol que a final de temporada se enfrentan en un encuentro decisivo en el que el empate les va bien a ambos. Jugaban con el acuerdo impl¨ªcito de no meterse ning¨²n gol y dejar pasar el tiempo para que se acabase la recesi¨®n. El presidente no llevar¨ªa a cabo ninguna reforma laboral sin el acuerdo de los sindicatos; y los sindicatos no le har¨ªan ninguna huelga al Gobierno, algo que Zapatero tem¨ªa como al diablo, a la vista de lo que les ocurri¨® a sus predecesores.
De pronto, en la primavera, bajo la presi¨®n de la situaci¨®n griega y de los mercados de deuda, el presidente se vio obligado a meter un gol a los sindicatos con la aprobaci¨®n de la reforma laboral. Los sindicatos no tuvieron m¨¢s remedio que responder con otro gol: la huelga general.
Se necesita una salida cooperativa a los destrozos econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos que deja la crisis
Ahora la situaci¨®n es, de nuevo, de empate, pero con el resultado de 1 a 1; y con los dos equipos observ¨¢ndose de reojo y enviando mensajes ambiguos, que combinan se?ales de tregua y conflicto. Y con bastantes forofos en las gradas, unos jaleando al Gobierno para que siga dando m¨¢s le?a al mono, que parece de goma; y otros, para que los sindicatos se lancen a una cruzada antireforma.
De esas dos actitudes la que m¨¢s me sorprende es el sentimiento antisindical que ha emergido con la crisis y el paro. Es un sentimiento primario, que pide alg¨²n tipo de sacrificio ritual para aplacar la crisis, y que encuentra en los sindicatos la v¨ªctima propiciatoria. De ese sentimiento participa especialmente la patronal (aunque, con D¨ªaz Ferr¨¢n al frente, no est¨¦ en las mejores condiciones de exigir ejemplaridad a nadie), y tambi¨¦n, por lo que hemos visto durante la huelga, el Partido Popular.
Este enfoque a nuestros problemas no es bueno. Perderemos todos, la econom¨ªa y la sociedad espa?ola, porque ese conflicto alargar¨¢ la recesi¨®n y el paro, destruyendo capital f¨ªsico y humano que cuando se salga de la crisis ser¨¢ irrecuperable. Necesitamos buscar una salida cooperativa a los destrozos econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos que nos ha dejado la crisis. Y para ello es necesario salir de esa estrategia de confrontaci¨®n.
?Por qu¨¦ unos sindicatos de talante negociador como son UGT y CC OO han reaccionado a la reforma de Zapatero utilizando su arma de mayor calibre, la huelga general? Probablemente por tres razones. Primera, porque se sienten injustamente hostigados y culpabilizados de las consecuencias de una crisis con la que no han tenido nada que ver. Segunda, porque ven que todas las reformas que anuncia el Gobierno, o propone el Partido Popular, la patronal o los expertos, van solo contra los intereses que ellos representan y defienden, dejando que los verdaderos culpables salgan de rositas. Tercera, porque siente que se han quedado solos, y hu¨¦rfanos del apoyo del Gobierno, en la defensa de las pol¨ªticas sociales y de la necesidad de reformas m¨¢s amplias, como la fiscal, que repartan mejor los costes de la crisis.
Quiz¨¢ sea esta soledad la que mejor explica la respuesta dura de los sindicatos, porque es conocido que cuando te sientes hostigado y solo tiendes a exagerar la intensidad y ruido de la respuesta para intentar amedrentar a los contrincantes.
?Por qu¨¦ Zapatero les dej¨® hu¨¦rfanos? Podemos deleitarnos con explicaciones psicoanal¨ªticas, pero quiz¨¢ sea m¨¢s eficaz buscar razones de econom¨ªa pol¨ªtica. Contrariamente a lo que se cree, los gobiernos no act¨²an solo persiguiendo lo que se considera que son sus intereses ideol¨®gicos: los socialdem¨®cratas buscando pol¨ªticas redistributivas y los conservadores defendiendo pol¨ªticas empresariales. La historia de la pol¨ªtica econ¨®mica ofrece numerosos ejemplos de que las cosas son m¨¢s complejas. El de Felipe Gonz¨¢lez, con su famoso "gato blanco, gato negro, lo importante es que cace ratones" para justificar las pol¨ªticas favorables a la recuperaci¨®n del beneficio empresarial en su primer gobierno, es un buen ejemplo.
Esas dos funciones, la redistributiva y la empresarial, son necesarias para que una econom¨ªa de mercado funcione eficiente y equitativamente. El problema es que es dif¨ªcil simultanearlas. Lo m¨¢s frecuente es ver fases donde las pol¨ªticas priman la funci¨®n redistributiva y fases donde predomina la funci¨®n empresarial. Y tambi¨¦n que sean gobiernos de distintos colores los que las desarrollen, porque no es f¨¢cil estar en misa y repicando. Aunque hay casos donde un mismo gobierno lo ha logrado. De nuevo, el de Felipe Gonz¨¢lez es un buen ejemplo.
Hasta la primavera pasada, el discurso de Zapatero se hab¨ªa caracterizado por su acento redistributivo, afirmando una y otra vez que la reforma laboral se har¨ªa en consenso con los sindicatos. De repente, en una reuni¨®n de fin de semana en Bruselas, se convenci¨® (o fue convencido, ¨¦l lo explicar¨¢) de que ten¨ªa una nueva misi¨®n: la de poner en marcha pol¨ªticas favorables a la funci¨®n empresarial. El giro fue tan radical, brusco y mal explicado que dej¨® desconcertados a los suyos. Y tambi¨¦n a los sindicatos. Y en estas estamos.
?Cu¨¢l es la salida a esta situaci¨®n? Es necesario evitar que los sindicatos entren en una senda de confrontaci¨®n abierta. Pero para ello, las reformas no se pueden proponer una a una, generando la percepci¨®n que siempre son los mismos los que pierden. Es necesario dise?ar una estrategia de cambio econ¨®mico y pol¨ªtico que combine pol¨ªticas de corto plazo y reformas de largo plazo, que distribuyan equitativamente los costes y los beneficios. Otros pa¨ªses, en circunstancias similares, supieron hacerlo. Si me lo permiten, en el pr¨®ximo art¨ªculo veremos alg¨²n caso por si pueden aportar alguna luz a la salida del t¨²nel en que nos encontramos.
Ant¨®n Costas Comesa?a es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.