Una ma?ana en la ¨®pera
El Palau de les Arts celebra por tercera vez la jornada de puertas abiertas
Cuando la ¨®pera dominaba el tiempo ocioso del ciudadano, los curiosos no se agolpaban frente a los escenarios para contemplar el suelo sobre el que cantaban las figuras del momento; no hac¨ªa falta. A finales del siglo XIX, principios del XX, el f¨²tbol apenas despuntaba y los ni?os guardaban ilustraciones de sus ¨ªdolos de ¨®pera en sus cuadernos. So?aban con tener sus voces y propinaban y asum¨ªan golpes con tal de contar con sus aut¨®grafos (lo cuenta perfectamente Stefan Zweig en El Mundo de ayer al desgranar su infancia en Viena). Hoy, sin embargo, la ¨®pera supone una experiencia, algo ¨²nico y ajeno al ajetreo diario. Lo expresaban ayer con la mirada los visitantes que esperaban a entrar en el Palau de les Arts de Valencia. La ¨®pera de la capital celebraba la tercera edici¨®n de la jornada de puertas abiertas y aquel complejo enorme resultaba tan marciano que el gent¨ªo, quiz¨¢ abrumado, quer¨ªa aclarar cuanto antes asuntos b¨¢sicos: "?Cuantos escalones hay aqu¨ª?... ?De qu¨¦ madera es el parqu¨¦ de la sala esta?".
Lorin Maazel dirige 'Aida', primera obra de la temporada, el 13 de noviembre
Los responsables del palau consideraron un ¨¦xito la actividad. Seg¨²n sus c¨¢lculos, unas 5.000 personas visitaron las instalaciones desde las 10.00 hasta las 21.00 y los grupos, en un principio de 30, superaron muchas veces el centenar. La visita consist¨ªa en conocer las salas en que se desarrolla la mayor parte de la programaci¨®n: la principal, cuyo foso de orquesta es el segundo mayor del mundo solo superado por el de La Bastilla de Par¨ªs; el teatro Mart¨ªn i Soler, morada de la escuela de perfeccionamiento del palau; y el auditorio, donde el arquitecto Santiago Calatrava coloc¨® un mosaico de curioso parecido a La Danse del pintor franc¨¦s Henri Matisse.
Se trataba de acercar el Palau a los ciudadanos y los responsables de comunicaci¨®n insist¨ªan, entusiasmados por la respuesta, en que habr¨ªa que programar actividades del estilo m¨¢s a menudo. Mientras tanto, los gu¨ªas, h¨¢bilmente, trataban ayer de relacionar la ciudad con el edificio, de humanizarlo: "Desde donde se pone el director de orquesta hasta el techo de la sala principal", aseguraba uno, "casi cabr¨ªa el Miguelete". "... Y all¨ª", explicaba otro apuntando al palco de autoridades de la sala, "all¨ª se sienta la reina cuando viene a una representaci¨®n".
Tampoco hab¨ªa tiempo para mucho m¨¢s, la gente esperaba su turno en la puerta y parte del atrezo de Aida, que se estrena en el palau el pr¨®ximo 13 de noviembre, ya descansaba en los pasillos; salirse del itinerario de las tres salas resultaba complicado. As¨ª, la zona de camerinos quedaba oculta, igual que las salas de m¨¢quinas, las aulas del coro de la Generalitat o, por supuesto, los aposentos del director de orquesta. Se trata de un espacio luminoso, fino, sobrio, blanco y elegante. Cuando el franc¨¦s Lorin Maazel vuelva a Valencia a ponerse al frente de Aida trabajar¨¢ all¨ª, igual que hace Zubin Mehta durante el Festival del Mediterrani. Estos dos "maestros" nunca coinciden: uno viene en invierno y el otro en verano; al primero le pirran las trufas y al segundo la tortilla y los espaguetis.
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