Paisaje interior
Lo confieso: soy una ¨¢vida compradora de revistas de decoraci¨®n. No s¨¦ muy bien por qu¨¦, pero me relajan, me recrean la vista, me seducen. Supongo que no es un vicio muy raro, no m¨¢s que darse a las revistas de cotilleo, de moda, de deportes, er¨®ticas o de actualidad general. La verdad es que son perfectas para esos momentos de relax en los que uno deja flotar la mente como una embarcaci¨®n en un pl¨¢cido lago. Nada trascendentales, nada perturbadoras. Y, sin embargo...
Es curioso, en el mercado apenas hay ninguna revista que tenga como objeto la belleza de los espacios naturales, de los paisajes subyugantes. Lo que todos pagamos por ver tiene m¨¢s que ver con las pasiones humanas (de las noticias del coraz¨®n al f¨²tbol) y con la belleza artificialmente trabajada o compuesta (de la moda y los consejos cosm¨¦ticos a la decoraci¨®n). A m¨ª me inspira ese paisaje interior, esos hermosos y armoniosos espacios dom¨¦sticos donde la luz campa por las paredes, y riman los colores y las formas de los muebles, los objetos, las telas y los materiales. No es tanto que busque ideas para decorar mi piso, sino que me imagino viviendo en esas casas o reform¨¢ndolas a mi gusto, igual que me imagino c¨®mo ser¨¢ la gente que las habita.
Paul Auster dec¨ªa que hab¨ªa que considerar la famosa Habitaci¨®n de Van Gogh como un autorretrato m¨¢s. Un paisaje emocional y personal, impregnado por el esp¨ªritu de su habitante. As¨ª pueden verse todas las casas que aparecen en las revistas: si uno mira e imagina con la suficiente atenci¨®n, puede deducir los retazos de personalidad del due?o, su clase social, sus aficiones, sus man¨ªas, su visi¨®n de la vida. As¨ª como puede deducir, a nivel colectivo, los valores est¨¦ticos de una ¨¦poca, la moda imperante. Y no s¨®lo los valores est¨¦ticos. En aquellas revistas (de alto nivel) que incluyen comentarios de los due?os, nos encontramos a menudo con este tipo de afirmaciones: "Siempre me han gustado los espacios grandes y luminosos" -por eso compr¨¦ ese inmenso piso-; "Un d¨ªa, paseaba por las Ramblas, me top¨¦ con este palacete del siglo XVIII y sent¨ª que me llamaba" -tuve que adquirirlo-, "Encontramos esta casa justo en el centro de Madrid" -de 500 metros cuadrados y obviamente car¨ªsima-. Como si los pobres y mileuristas vivieran en pisos peque?os, oscuros, perif¨¦ricos o pobremente decorados porque tienen mal gusto o no han sabido "encontrar" esas joyas perdidas...
Est¨¢n los que siguen siendo barroqu¨ªsimos en la decoraci¨®n (?ser¨¢ igual de profusa su personalidad?) y los que adoran el "menos es m¨¢s" (?esa tendencia zen se reflejar¨¢ en su conducta cotidiana?). Est¨¢n los que se apuntan a la moda de los lofts y tiran hasta los tabiques del ba?o, dando a entender que renuncian a la intimidad y a tener ni?os... Est¨¢n, en general, todos aquellos que construyen y decoran su peque?o lugar en el mundo, un hogar, un paisaje interior, un autorretrato.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.