Si se examina al profesor, sube la nota el alumno
- La presi¨®n para evaluar a los docentes crece - Pero la iniciativa tiene un elevado precio pol¨ªtico
Cuando Michelle Rhee lleg¨® en 2006 al Ayuntamiento de Washington para ocuparse del ¨¢rea de educaci¨®n, de las 168 escuelas p¨²blicas de la ciudad, no se anduvo con reparos. Cre¨® un sistema de evaluaci¨®n de profesores, de acuerdo con los resultados de unos ex¨¢menes estandarizados de los alumnos. Clasific¨® a los docentes seg¨²n esos resultados y, sin titubeos, despidi¨® a 241. En la ¨²ltima tanda, la pasada primavera, se deshizo del 5% del personal docente de los centros p¨²blicos de la capital de EE UU. A otros 737 profesores y administrativos les dijo que sus resultados eran extremadamente pobres y les dio un a?o para mejorar. Orden¨® el cierre, adem¨¢s, de 21 escuelas.
Era su plan choque para mejorar la m¨¢s que devaluada educaci¨®n p¨²blica de la ciudad, pero los docentes lo recibieron como una agresi¨®n inaguantable y le declararon la guerra. As¨ª, la persona que puso en el cargo a Rhee, el alcalde Adrian Fenty, acaba de perder las primarias dem¨®cratas con un contrincante que ha recibido para su campa?a un mill¨®n de d¨®lares procedente de los sindicatos educativos. Rhee, una mujer con poca paciencia y escasas dotes diplom¨¢ticas, licenciada por Harvard, formada como profesora en una escuela de un barrio marginado de Baltimore, fundadora de la organizaci¨®n New Teacher Project (un vivero de reforma educativa en el que se han formado y reformado unos 23.000 profesores), dijo cuando vio a su jefe perder: "El resultado de las elecciones de ayer fue devastador para los ni?os de Washington". Con esas declaraciones dio a entender que, cuando llegue enero, se marchar¨¢ con Fenty.
Solo el 24% de los maestros espa?oles ha pasado pruebas externas
Los sindicatos rechazan el criterio del rendimiento de los estudiantes
El incentivo econ¨®mico es ineficaz por s¨ª solo, se?ala un experto
La evaluaci¨®n no tiene por qu¨¦ ser punitiva para que sea ¨²til, dice otro
Probablemente, la radicalidad de sus medidas y su choque frontal con los sindicatos les ha hecho caer. Pero no es la primera vez que un intento por evaluar la tarea de los docentes causa enormes tensiones pol¨ªticas entre unas Administraciones que tratan de llevar la rendici¨®n de cuentas a las aulas y unos docentes que ven amenazadas sus condiciones laborales con unos ex¨¢menes que consideran que les dejan a merced de arbitrariedades y de indicadores incapaces de medir realmente su trabajo.
Por ejemplo, en Portugal, la negociaci¨®n de las evaluaciones docentes supuso movilizaciones en 2008 en las que participaron m¨¢s de 100.000 profesores, huelgas y, al final, la salida de la ministra de Educaci¨®n que sufri¨® (o provoc¨®, depende de a qui¨¦n se pregunte) todo lo anterior: Maria de Lurdes Rodrigues. En el camino, se elimin¨® el punto m¨¢s conflictivo (que separaba a los docentes en dos categor¨ªas seg¨²n el resultado de una evaluaci¨®n del trabajo de siete a?os), pero se mantiene la posibilidad de ascender m¨¢s r¨¢pido mediante evaluaci¨®n.
En Ecuador, las evaluaciones tambi¨¦n han salido adelante, aunque limadas tras meses de protestas que culminaron con 22 d¨ªas de huelga y una gran manifestaci¨®n en Quito hace un a?o. Y en Dinamarca, una pol¨¦mica por la misma cuesti¨®n agita la educaci¨®n del pa¨ªs, recuerda en un correo electr¨®nico Francesc Pedr¨®, del centro de investigaci¨®n e innovaci¨®n educativa de la OCDE.
"En un contexto como el actual, donde ya existe un gran consenso acerca de la necesidad de evaluar los aprendizajes de los alumnos, es l¨®gico que se acent¨²e el papel que la evaluaci¨®n docente puede tener en la mejora de estos resultados gracias a la provisi¨®n de apoyo y recursos a medida de las necesidades detectadas por medio de evaluaci¨®n. La cuesti¨®n es c¨®mo hacerlo de forma consensuada con el colectivo docente, de manera que se ofrezcan incentivos apropiados. Pero hay que hacerse a la idea de que la presi¨®n evaluadora sobre los profesores aumentar¨¢, con la esperanza de que lleve a una mejora profesional que se traduzca en mejores aprendizajes de los alumnos", resume Pedr¨®.
Las preguntas peliagudas son c¨®mo y qu¨¦ se eval¨²a, y los problemas pol¨ªticos vienen con las consecuencias: ?repercutir¨¢n en el sueldo?, ?podr¨¢n acabar incluso en despidos, como ha ocurrido en Washington?
Lo que parece que est¨¢ ampliamente aceptado es que ya no sirven los sistemas en los que se avanza en la carrera profesional simplemente a base de deshojar el calendario, que, como m¨ªnimo, debe haber una v¨ªa alternativa con la que se progrese m¨¢s r¨¢pido gracias a la calidad del trabajo, que premie al que hace m¨¢s y mejor.
En Espa?a, esa es la idea del estatuto docente que no termina de ver la luz. Se comenz¨® a negociar en la primera legislatura del presidente Zapatero, pero, tras encuentros y desencuentros y, ahora, en mitad de la crisis econ¨®mica, sigue en una especie de limbo a pesar de haberse formado de nuevo una comisi¨®n entre el Ministerio de Educaci¨®n y los sindicatos. Y, mientras tanto, el 45% de los profesores espa?oles no ha sido evaluado en los ¨²ltimos cinco a?os, y apenas un 24% ha recibido evaluaci¨®n externa (el porcentaje m¨¢s alto, solo detr¨¢s de Italia), seg¨²n el estudio TALIS que la OCDE redact¨® tras encuestar a m¨¢s de 70.000 maestros de 23 pa¨ªses y public¨® el a?o pasado.
Sobre la evaluaci¨®n docente, el principal sindicato educativo en Espa?a, Comisiones Obreras (con permiso, dependiendo de c¨®mo se hagan las cuentas, del sindicato Stes), asume la necesidad de evaluar el trabajo docente, y plantea un examen hecho por otros profesores, aunque de distintos centros y representantes de la Administraci¨®n, en el que se valoren cosas como la formaci¨®n, la especializaci¨®n o la implicaci¨®n en las actividades del centro o los nuevos proyectos. Pero marcan dos l¨ªneas rojas: nunca se debe vincular a los resultados de los alumnos y las evaluaciones negativas "nunca podr¨¢n tener efecto en las condiciones de trabajo".
Y, aqu¨ª, de nuevo, los problemas. ?Es eficaz una evaluaci¨®n sin consecuencias punitivas? ?Se puede evaluar el trabajo de un profesor sin tener en cuenta el resultado, es decir, lo que aprenden los alumnos?
Es cierto que es muy complicado estandarizar la medici¨®n de los resultados de los alumnos (no tendr¨¢n rendimientos comparables los chicos y chicas de una escuela de un barrio de clase media o alta que los de una de un ¨¢rea marginal y tampoco dependen de un solo profesor, sino probablemente de todos los que les dan clase), y que, por mucho que avancen, las t¨¦cnicas siempre tendr¨¢n alg¨²n fallo. "Pero esperar a encontrar el modelo perfecto es la mejor manera de no hacer nada", dice Juan Manuel Moreno, especialista principal de educaci¨®n del Banco Mundial. Adem¨¢s, aunque es un error vincular los malos resultados ¨²nicamente a las malas pr¨¢cticas, asegura, tambi¨¦n lo es excluir completamente de la evaluaci¨®n de los profesores los resultados de sus estudiantes: "Es como si para evaluar el sistema sanitario no se tuvieran en cuenta la esperanza de vida o las tasas de mortalidad y morbilidad", dice.
La clave, contin¨²a, es encontrar el punto de equilibrio, llegar a acuerdos y tener muy en cuenta el punto de partida, porque eso condicionar¨¢ todo lo dem¨¢s, ya que es muy complejo encontrar la f¨®rmula adecuada en cada lugar. Por ejemplo, los incentivos econ¨®micos para los profesores -en el caso de Washington, aparte de los castigos, los mejores podr¨ªan obtener aumentos salariales hasta del 20% en cinco a?os y pagas extras anuales de entre 14.000 y 21.000 euros- no mejoran siempre los resultados acad¨¦micos de los alumnos.
Moreno cita uno de los estudios m¨¢s serios hechos al respecto, sobre 300 profesores de matem¨¢ticas de Tennessee (EE UU), y publicado hace dos semanas, que dice que ese impacto no existe. Sin embargo, habla tambi¨¦n de trabajos elaborados por el Banco Mundial en India (con unas tasas enormes de absentismo de los profesores) en los que con esas primas se han mejorado enormemente los resultados escolares.
"Mi experiencia es que este tipo de reformas -evaluaci¨®n del profesorado en conexi¨®n con carrera docente y o con salario- funcionan mal o muy mal cuando se hacen en el vac¨ªo, es decir, sin tocar para nada los dem¨¢s aspectos de una pol¨ªtica global de profesorado. Sin embargo, si se abordan al mismo tiempo reformas en materia de formaci¨®n inicial y permanente, desarrollo profesional, etc¨¦tera, es otra historia", argumenta Moreno. Y Pedr¨® a?ade: "Los incentivos monetarios no son necesariamente los que mejores efectos ni aceptaci¨®n van a tener. De hecho, es muy posible que muchos docentes prefieran contar con otros incentivos, que tambi¨¦n tienen valor econ¨®mico pero que no van a parar directamente al bolsillo, como tiempo para el desarrollo profesional, la innovaci¨®n o la investigaci¨®n".
El experto de la OCDE tambi¨¦n responde a la otra pregunta que qued¨® en el aire algunas l¨ªneas atr¨¢s, sobre la necesidad de las consecuencias punitivas para que la evaluaci¨®n sea eficaz. "Si la evaluaci¨®n es atinada, el resultado inmediato es una propuesta de mejora. La evaluaci¨®n es la herramienta que permite diagnosticar qu¨¦ tipo de apoyo se necesita, a t¨ªtulo individual, de equipo, de centro y, por supuesto, de sistema. Profesionalmente, es innegable que una evaluaci¨®n constructiva (no punitiva ni impuesta) solo puede traer mejoras".
Pero tambi¨¦n hay especialistas (lean el an¨¢lisis que acompa?a este texto) que lo vinculan necesariamente, si no al castigo, s¨ª al premio para el que m¨¢s y mejor trabaja, que puede verse desmoralizado al ver que su entrega vale lo mismo que el desinter¨¦s absoluto del docente de al lado.
En cualquier caso, encontrar el equilibrio y consensuar las medidas no parece solo una cuesti¨®n de talante democr¨¢tico y de di¨¢logo, sino de pura eficacia. De hecho, muchos analistas se preguntan si el gran fallo de Michelle Rhee en Washington fueron sus reformas o la manera en la que las implement¨®. "Uno necesita institucionalizar los cambios que acomete para que se mantengan aun despu¨¦s de un eventual cambio de direcci¨®n", aseguraba recientemente el profesor de la Universidad de Stanford Jefery Pfeffer en su blog en Harvard Business Review. "Rhee se ha ganado la fama de rebelde por su continua batalla con los sindicatos, pero como resultado, ahora ve c¨®mo mucha gente desea que se marche, y no tiene inter¨¦s alguno en mantener los cambios que ha iniciado".
"Rhee intent¨® que los aumentos significativos de salarios de maestros de Washington no se basaran en protecciones de antig¨¹edad, algo tradicional, sino en los resultados en las aulas", explica el reputado soci¨®logo y profesor de Harvard William J. Wilson. "Ciertamente, no es sorprendente que el sindicato de docentes de Washington se enfrentara a esos despidos. Antes, los profesores eran despedidos muy pocas veces a causa de malos resultados. Incluso los peores maestros eran protegidos por las estrategias sindicales. Tampoco hay que desestimar los grandes avances que han protagonizado los sindicatos de docentes, pero es cierto, sin embargo, que, en general, los sindicatos se han resistido a cualquier esfuerzo reformista del sistema educativo si en esas reformas hab¨ªa cualquier cambio que se interpretara como un debilitamiento de las exigencias sindicales", a?ade.
"En el siglo XXI, los sindicatos docentes tienen que decidir con claridad si la agenda de la calidad de la educaci¨®n se pone por delante de la agenda de los intereses corporativos del profesorado, o si siguen manteniendo el orden de prioridades al rev¨¦s", resume Juan Manuel Moreno. Y plantea, para concluir, el problema de la evaluaci¨®n de la siguiente manera: "Si estamos de acuerdo en que la profesi¨®n de docente es la m¨¢s importante en la sociedad del conocimiento, se debe reclamar este reconocimiento, es decir, pagar y tratar en consecuencia, pero tambi¨¦n se ha de asumir la responsabilidad de que las cosas puedan ir mal".
Con informaci¨®n de Francesc Relea.
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