A cada cual seg¨²n su trabajo
El profesor marca la diferencia: eso dicen la investigaci¨®n, ya abundante, y la experiencia, que todos tenemos. No los recursos, ni el centro, ni programas y textos, aunque sean importantes, sino el profesor, ante todo y sobre todo, determina la eficacia de la escolarizaci¨®n, lo que aporta al alumno, que combinado con sus caracter¨ªsticas se traduce en un resultado acad¨¦mico y un abanico de oportunidades vitales.
Es la consecuencia del car¨¢cter altamente imprevisible y, por tanto, no normalizable de la relaci¨®n pedag¨®gica. Sin embargo, las pol¨ªticas educativas en Espa?a y los actores colectivos del sector se empecinan en ignorarlo, tratando a todos los docentes por igual.
Espa?a destaca negativamente en esto. Seg¨²n el informe TALIS de la OCDE, que compara 23 pa¨ªses, nuestros profesores reciben menos informaci¨®n sobre los resultados de su trabajo, tienen menor sensaci¨®n de eficacia personal, sus centros no son evaluados y, si lo son, no tiene efectos sobre su carrera ni provoca rectificaciones. Somos el segundo pa¨ªs en impuntualidad y cuarto en absentismo, pues ni siquiera se eval¨²an los m¨ªnimos estatutarios. Es dif¨ªcil no relacionarlo con las altas tasas de fracaso y abandono y los grises resultados en pruebas internacionales. En compensaci¨®n, nuestros docentes son los que m¨¢s participan en desarrollo profesional (formaci¨®n, redes, etc¨¦tera).
La mayor¨ªa apoya la evaluaci¨®n individual. Seg¨²n una encuesta de la Fundaci¨®n Hogar del Empleado (FUHEM) entre el 68% y el 75% la creen importante, un 75% que deber¨ªa ser obligatoria y casi la mitad que deber¨ªa repercutir en sus condiciones laborales, si bien no llegan a los tres cuartos partidarios de que lo hagan la formaci¨®n, la antig¨¹edad, las responsabilidades organizativas o la innovaci¨®n.
Aqu¨ª empiezan los problemas, pues, por encima de cierto umbral de formaci¨®n (que nuestros profesores tienen) y experiencia (3-4 a?os) todo indica que influyen poco en los resultados, pero el colectivo y sus organizaciones aceptan mejor la evaluaci¨®n y los incentivos asociados a aspectos m¨¢s burocr¨¢ticos. Se comprende, pues debe de resultar duro decir en el claustro que unos lo hacen mejor y otros peor y que eso deber¨ªa ser evaluado y determinar la carrera o las compensaciones.
No est¨¢ en la agenda de los sindicatos asumir que una profesi¨®n con tal autonom¨ªa individual deba ser tratada de modo distinto que un colectivo operario. Pero as¨ª como en este el lema fue "A igual trabajo, igual salario", en aquella deber¨ªa ser: "A igual salario, igual trabajo", es decir, rendici¨®n de cuentas, y pronto: "A cada cual seg¨²n su trabajo", es decir, recompensar a quienes hacen m¨¢s y mejor.
Mariano Fern¨¢ndez Enguita es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense. www.enguita.info
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