El junco europeo
La Europa del Tratado de Lisboa nos prometi¨® una acci¨®n exterior eficaz y coordinada. Pero el pat¨¦tico espect¨¢culo dado por los l¨ªderes europeos la semana pasada con motivo del Premio Nobel de la Paz al activista chino Liu Xiaobo demuestra que el empe?o en hacer que Europa sea irrelevante puede, adem¨¢s, ser compatible con un inigualable tes¨®n por hacer el m¨¢s completo rid¨ªculo internacional.
Recibir el Nobel de la Paz estando en la c¨¢rcel no es una novedad. De hecho, es un argumento de peso a favor de la concesi¨®n del galard¨®n, especialmente si te han condenado a 11 a?os de c¨¢rcel por un delito tan surrealista como "incitar a la subversi¨®n del poder del Estado", una met¨¢fora bastante orwelliana de algo que en otros pa¨ªses llamamos de forma menos rimbombante "pedir pac¨ªficamente y por escrito unas elecciones libres y un Estado de derecho". Lo que s¨ª que debe resultar extra?o es que a los que te feliciten por la concesi¨®n del premio se les pase el peque?o detalle de pedir tu liberaci¨®n.
V¨¦ase la posici¨®n del presidente de la Comisi¨®n Europea, Jos¨¦ Manuel Barroso, uno de los tantos que se olvid¨® de pedir la liberaci¨®n de Liu Xiaobo, en un comunicado en el que se limita a introducir una sombra de sospecha sobre la condici¨®n del premiado al deslizar una referencia al esfuerzo, "en ocasiones con gran sacrificio personal", con el que los defensores de los derechos humanos en el mundo promueven esa causa. Igualmente sutil fue Catherine Ashton, la alta representante para la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad de la Uni¨®n Europea, que en su comunicado expres¨® su "esperanza" de que Liu Xiaobo pudiera recoger el premio en persona, como d¨¢ndonos a entender que alg¨²n problemilla podr¨ªa impedir al premiado viajar al extranjero (?de salud?, ?con el visado?).
Para ser justos, y adem¨¢s poner en evidencia a los que no fueron capaces de estar a la altura, hubo algunas voces europeas que brillaron en este mar de grisura pol¨ªtica y diplom¨¢tica. El presidente de la Euroc¨¢mara, Jerzy Buzek, puso en pie un brillante comunicado donde se ped¨ªa la liberaci¨®n inmediata e incondicional de Liu ("la libertad no es una amenaza, pero las amenazas a la libertad son muchas", dijo Buzek). Mientras, en Alemania, la canciller Merkel, siempre valiente en estos temas, tampoco dudaba en liderar las peticiones de liberaci¨®n. Pero, salvo honrosas excepciones, la t¨®nica general en muchas canciller¨ªas europeas fue la incomodidad, las dudas y el deseo de no irritar a una China hipersensible con su soberan¨ªa. En Francia, como en otros pa¨ªses incluida Espa?a, hubo un reparto de papeles algo ca¨®tico y desde luego nada coordinado: primero se dej¨® que el ministro de Exteriores Kouchner pidiera la liberaci¨®n de Liu, ahorrando as¨ª al El¨ªseo hacer firmar a Sarkozy una declaraci¨®n pidiendo la liberaci¨®n del nuevo Nobel; mientras, en Espa?a, la preferencia era no hacer mucho ruido pero la vicepresidenta primera hizo un comentario informal despu¨¦s del Consejo de Ministros que desat¨® las especulaciones. Eso s¨ª, cuando Obama se pronunci¨® a favor de la liberaci¨®n, los m¨¢s t¨ªmidos se vieron forzados a ajustar su posici¨®n para no quedar en evidencia.
Esta es la Europa que tenemos, una maestra en abdicar de sus principios y valores (hacia dentro y hacia fuera) con excusas y circunloquios. Pero no es la racionalidad de este abandono de los propios principios lo que sorprende. La crisis econ¨®mica provee a los Gobiernos europeos del contexto perfecto para no molestar a una China que tiene dos impresionantes palancas de poder sobre nosotros: por un lado, unos fondos soberanos que utiliza estrat¨¦gicamente para comprar nuestra deuda; por otro, un inmenso mercado interior en el cual est¨¢ el futuro de muchas de nuestras empresas y puestos de trabajo. Por eso, m¨¢s que la debilidad ante China, lo que verdaderamente sorprende es la torpeza y la falta de coordinaci¨®n de los europeos y de sus instituciones de pol¨ªtica exterior. ?Era imprevisible la concesi¨®n del Nobel a Liu Xiaobo? ?Era imposible haber coordinado una posici¨®n com¨²n con anterioridad a la noticia o inmediatamente despu¨¦s de haberse producido? ?Para qu¨¦ sirven las instituciones de pol¨ªtica exterior europea?
Vamos a un mundo G-2, dominado por una tensi¨®n creciente entre Estados Unidos y China: Europa tiene que decidir si quiere jugar alg¨²n papel. ?No nos hacen m¨¢s da?o, en Washington y en Pek¨ªn, 27 pol¨ªticas que se van plegando como el junco seg¨²n sopla el viento de un lado u otro, de Estados Unidos o China, que una pol¨ªtica com¨²n que se apoye tanto en nuestros intereses como en nuestros valores compartidos, aunque a veces elevemos la tensi¨®n? ?Es este el futuro que nos espera? ?Qu¨¦ es lo que necesitamos para enterarnos y actuar en consecuencia?
jitorreblanca@ecfr.eu
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