Pujando por el milagro
El decaimiento de la pr¨¢ctica religiosa en los pa¨ªses occidentales parece que obliga a los servidores del Alt¨ªsimo a aprovechar todas las ocasiones para realzar la pr¨¢ctica utilidad de su fe. Y la suerte de los 33 mineros hasta ayer atrapados en una mina del desierto chileno de Atacama ha sido un regalo para quien crea en que el Se?or gu¨ªa nuestros pasos.
La secta de los Adventistas del S¨¦ptimo D¨ªa, una congregaci¨®n evang¨¦lica, y la propia Iglesia cat¨®lica se disputan el ¨¦xito de la operaci¨®n de rescate, atribuy¨¦ndolo con mayor o menor jactancia a sus buenos oficios con Dios.
Y quien ha mostrado mayor convencimiento de que la salvaci¨®n de los mineros se debe a su directa intervenci¨®n ha sido Carlos Parra D¨ªaz, pastor adventista, que se dice "instrumento del Se?or" para el rescate. As¨ª. Sin complejos.
El predicador evang¨¦lico, Javier Soto, aparentemente partidario de instruir deleitando, se ha ilustrado, en cambio, cantando a la guitarra las glorias del Alt¨ªsimo y su fe en que a ¨¦l s¨ª que "le hab¨ªa escuchado".
Y como nunca viene mal un puyazo a la competencia, ha aprovechado para acusar al obispo cat¨®lico de Copiap¨®, Gaspar Quintana, tambi¨¦n presente en la competici¨®n por el mercado religioso, de haberse dignado aparecer solo dos o tres veces por los alrededores de la mina, y eso solo para celebrar una misa entre una profusi¨®n de c¨¢maras de televisi¨®n.
El m¨¢s prudente en esta carrera por alardear de las mejores relaciones con el Dios cristiano ha sido el veterano prelado de la Iglesia de Roma, que todav¨ªa es la de una amplia mayor¨ªa de chilenos. El obispo Quintana se ha limitado a dar las gracias a Jes¨²s por haber atendido a las oraciones y s¨²plicas de deudos, compatriotas y televidentes en general, que han penado desde que el derrumbe de una galer¨ªa de la mina San Jos¨¦, el 5 de agosto, dejara atrapados a los mineros a casi 700 metros de profundidad.
No hay constancia de que ninguno de los 33 rescatados sea adventista o protestante, pero varios de ellos s¨ª tienen parientes que practican una u otra forma de religiosidad cristiana no cat¨®lica. Todos se declaran hoy m¨¢s creyentes que ayer y menos que ma?ana.
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