Responsabilidad sin poder
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero est¨¢ viviendo dolorosamente en su condici¨®n de presidente del Gobierno las consecuencias de la p¨¦rdida de poder del Estado en un mundo tan globalizado como el que vivimos. El resultado m¨¢s inmediato de la globalizaci¨®n es la transferencia real de poder de los Estados democr¨¢ticamente constituidos a fuerzas supraestatales que no est¨¢n siquiera institucionalizadas, pero que operan de manera irresistible imponiendo condiciones de inexorable cumplimiento.
Esto no le est¨¢ ocurriendo solamente al Gobierno espa?ol. Les est¨¢ ocurriendo a todos. Ayer volv¨ª a leer el discurso sobre el estado de la uni¨®n del a?o pasado del presidente Obama y el mensaje central de dicho discurso es que ¨¦l odiaba tanto como los ciudadanos de Estados Unidos haber tenido que tomar las medidas que hab¨ªa tomado para rescatar a los grandes bancos y aseguradoras, pero que no hab¨ªa tenido m¨¢s remedio que hacerlo, porque, de lo contrario, la situaci¨®n hubiera sido todav¨ªa peor. Y ayer, 15 de octubre, un editorial en The New York Times hablaba sobre el problema generado por los desahucios instados por los bancos como consecuencia del impago de las hipotecas que est¨¢n en el origen de las conocidas como hipotecas basura, que puede acabar conduciendo a que la Administraci¨®n de Obama tenga que adoptar medidas tan odiosas como las que tuvo que tomar en el momento en que inici¨® su mandato. Medidas que son las que propone, entre otros, The Wall Street Journal.
El Estado sigue siendo un centro de poder formidable. Obviamente unos m¨¢s que otros. Y lo son, entre otras razones, porque son los ¨²nicos entes democr¨¢ticamente legitimados que existen en el planeta. Pero cada vez crece m¨¢s la distancia entre lo que el Estado puede hacer con el poder que realmente tiene y lo que tendr¨ªa que hacer para dar respuesta a los problemas con los que tienen que enfrentarse los ciudadanos que han elegido a los Parlamentos y Gobierno encargados de dirigir dicho Estado. El libro de Felipe Gonz¨¢lez Mi idea de Europa lo expresa para los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea en general y para Espa?a en particular con una claridad meridiana.
En esta distancia entre lo que los Gobierno hacen, lo que pueden hacer con el poder que realmente tienen, y lo que los ciudadanos consideran que deber¨ªan hacer para tener respuesta a los problemas con los que ellos tienen individualmente que enfrentarse, est¨¢ el origen de la llamada desafecci¨®n pol¨ªtica. Es el resultado de un desajuste entre poder y responsabilidad, entre el poder que los Gobiernos tienen y la responsabilidad que los ciudadanos les exigen. Este desajuste caracteriza pr¨¢cticamente a todos los sistemas pol¨ªticos democr¨¢ticos contempor¨¢neos. Y es un desajuste para el que no tenemos respuesta a corto plazo.
De ah¨ª que, en cuanto las circunstancias se complican y no digamos nada cuando la complicaci¨®n alcanza la magnitud de la actual crisis econ¨®mica, los Gobiernos se achicharran a una velocidad extraordinaria. El caso de Jap¨®n es el m¨¢s llamativo, aunque en la opini¨®n p¨²blica espa?ola no est¨¦ tan presente, porque nos coge muy lejos. Pero tambi¨¦n est¨¢n los casos de Obama, Sarkozy, Merkel, Blair, Brown y Rodr¨ªguez Zapatero.
Este achicharramiento de los Gobiernos no encuentra como contrapunto un prestigio de quienes est¨¢n en la oposici¨®n. Tampoco en esto Espa?a es una excepci¨®n. Los ciudadanos no conf¨ªan en el Gobierno, pero tampoco en quienes previsiblemente van a sustituirlo. Tambi¨¦n est¨¢ ocurriendo de manera bastante generalizada.
Esta p¨¦rdida de prestigio simult¨¢nea de Gobierno y oposici¨®n conduce a una polarizaci¨®n pol¨ªtica, que se traduce en una divisi¨®n de la sociedad en bloques entre los que resulta imposible el di¨¢logo. El debate pol¨ªtico pr¨¢cticamente desaparece, siendo sustituido por una agresi¨®n carente de respeto a cualquier tipo de formas e incluso a las pr¨¢cticas m¨ªnimas de una buena educaci¨®n.
En Espa?a lo estamos comprobando desde hace bastante tiempo y hemos tenido un incidente particularmente llamativo el pasado 12 de octubre. Pero tampoco en esto somos una excepci¨®n. En el discurso sobre el estado de la Uni¨®n del a?o pasado, un magistrado del Tribunal Supremo acus¨® al presidente Obama de mentir en el momento en que lo estaba pronunciando, algo que no hab¨ªa ocurrido en m¨¢s de doscientos a?os.
La combinaci¨®n de responsabilidad sin poder es mala. Cuando las cosas van bien, no se nota demasiado. Pero en cuanto se tuercen, sus efectos son terribles. Tienden a generar un c¨ªrculo vicioso de cinismo y desconfianza. Estamos en uno de esos momentos y lo malo es que no sabemos muy bien c¨®mo podemos salir de dicho c¨ªrculo vicioso.
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