Retazos de genio
Para llevar toda la vida dibujando superh¨¦roes, a Frank Miller (Olney, 1957) no se le ha pegado mucho de ellos. Espigado y enclenque, camina a pasos cortos. La piel cuarteada en el entrecejo, la nariz aguile?a, la sonrisa amarillenta m¨¢s propia de sus villanos. Inevitable fijarse en ¨¦l —ropa negra, sombrero de ala ancha— en la fiesta de lujo que ha organizado Gucci, marca para la que ha dirigido un anuncio, en Roma.
Al presentarlo, los anfitriones subrayan que Miller es director de cine. Una de dos: o desconocen su obra gr¨¢fica o no saben apreciar c¨®mo elev¨® a Daredevil a la categor¨ªa de h¨¦roe popular; c¨®mo reinvent¨® a Batman en los ochenta; c¨®mo acapar¨® premios con la rompedora serie negra Sin City. Inconfundible por sus trazos angulosos y sus contrastes de color, introdujo en las historietas tramas oscuras, di¨¢logos secos, personajes atormentados. Y, sin embargo, su ¨²nica pel¨ªcula como realizador le ha dado m¨¢s popularidad que 30 a?os de c¨®mics. ?No se supon¨ªa que el noveno arte ya se hab¨ªa sacudido los complejos? El propio Miller enciende el debate: "Siento que pertenezco m¨¢s a la cultura pop que al arte. El arte responde a un juicio que se hace despu¨¦s de siglos; yo quiero divertirme", zanja.
"Siento que pertenezco m¨¢s a la cultura pop que al arte. El arte responde a un juicio despu¨¦s de siglos; yo quiero divertirme"
"Al Qaeda me gusta como villano. El c¨®mic puede servir de propaganda, aunque era m¨¢s f¨¢cil odiar a los nazis"
Nadie le ense?¨® a pintar. Siempre ha huido de academias. Pero Miller, quinto de siete hijos de una familia cat¨®lica irlandesa, ya devoraba tebeos de ni?o ("son mi refugio"). Debajo del uniforme del colegio llevaba un traje de Superman. Y le impresion¨® tanto una portada de X-Men que se propuso emular a su autor: Neal Adams, a la postre uno de sus maestros junto a su ¨ªntimo amigo Will Eisner.
Se mud¨® de Vermont a Nueva York en 1976. Al principio, cuando solo dibujaba, no despunt¨®. "En Daredevil, su primer trabajo de peso, presionaba mucho el l¨¢piz en la p¨¢gina y se le notaba inseguro", explica el entintador de aquella serie, Klaus Janson, en conversaci¨®n telef¨®nica. "Pronto exigi¨® encargarse tambi¨¦n del gui¨®n, y dio un gran salto. Fue desarrollando un estilo narrativo muy particular. Es su mayor fortaleza. No dibuja caras bellas, pero sabe contar". Janson atribuye a Denny O'Neil, el primer editor de Miller en Marvel, parte de la responsabilidad de su aprendizaje. O'Neil recuerda: "Sol¨ªamos caminar por Greenwich Village, donde ambos viv¨ªamos: observ¨¢bamos los rascacielos y habl¨¢bamos de todas las cosas que podr¨ªan tener lugar en los tejados, en los callejones...". En la oscuridad. En los rincones escondidos de la ciudad, siempre presentes en su obra.
Esas ense?anzas se plasmaron en El retorno del caballero oscuro (1986). Su Batman, cincuent¨®n y crepuscular, en una corrupta Gotham City, influy¨® en las pel¨ªculas de Tim Burton, y m¨¢s a¨²n en las de Christopher Nolan. La miniserie sorprendi¨® por sus escorzos y composiciones de p¨¢gina. Marc¨® una ¨¦poca, como recuerda Janson, que entonces a¨²n colaboraba con ¨¦l: "Nadie esperaba tanto ¨¦xito? inici¨® una corriente nihilista donde se echa de menos al h¨¦roe de verdad: el que se sacrifica por el bien com¨²n, el admirable".
Cierto: los protagonistas de Miller caminan sobre el alambre de la moral, se llamen Elektra (una asesina a sueldo) o Ronin (un samur¨¢i deshonrado). Para O'Neil la explicaci¨®n es sencilla: "Frank creci¨® con la sombra de la bomba at¨®mica. Tem¨ªa la guerra total. Por eso su visi¨®n del mundo es oscura".
La cr¨ªtica le acus¨® de maniqueo por 300, que recreaba (en un formato apaisado espectacular) la batalla de las Term¨®pilas. Para algunos, su exaltaci¨®n del soldado rozaba el fascismo. Miller responde: "Eso es rid¨ªculo. Mis personajes no hablan por m¨ª. Adem¨¢s, se juzg¨® con el rasero del 11-S, cuando la escrib¨ª en 1998". La considera su mayor logro. "He estudiado al h¨¦roe toda mi carrera. Es el sujeto de mi arte. Y no hay historia heroica m¨¢s pura que la de los 300 espartanos. No creo que nadie deba ofenderse por unos hechos de hace 3.000 a?os".
-Pero usted apoy¨® la guerra de Irak. Y ahora escoge como enemigo a Al Qaeda.
-Me gusta como villano sediento de sangre?es una historia como las que se hicieron contra Hitler en los a?os treinta.
-No me diga que cree en el c¨®mic como propaganda.
-S¨ª, es una de las cosas que se pueden hacer en un medio de comunicaci¨®n de masas como cualquier otro. Aunque el contexto ha cambiado respecto a los a?os cuarenta. Ahora la gente es cauta. Era m¨¢s f¨¢cil odiar a los nazis.
-?Qu¨¦ le parece la situaci¨®n actual de su pa¨ªs?
-Hum? no quiero hablar de pol¨ªtica.
Miller, hoy, no se moja. ?Pero s¨ª todo el mundo conoce su pasi¨®n por debatir! Con su jefa de prensa al quite, se muestra tan comedido que parece otra persona. A Janson no le extra?a la pose: "Frank es un buen promotor de s¨ª mismo. Muy calculador. Ha creado cuidadosamente su propia marca". El representante de dibujantes David Macho hab¨ªa aconsejado: "Inv¨ªtale a una cerveza, se sentir¨¢ muy c¨®modo". Mala suerte: pide un t¨¦.
Al fin y al cabo es una estrella. Se le considera como tal ya desde los noventa. Desde Sin City, su homenaje a la novela negra. Personajes violentos y amorales. Una estructura fragmentada. Poderosos claroscuros en blanco y negro. "Es un realizador que utiliza papel en vez de una c¨¢mara", analiz¨® el cineasta Robert Rodr¨ªguez en este diario.
Precisamente Rodr¨ªguez fue quien abri¨® a Miller las puertas del cine. Durante d¨¦cadas, el dibujante se hab¨ªa mostrado reacio (aunque escribi¨®, con m¨¢s pena que gloria, el gui¨®n de Robocop 2). "No cre¨ªa que mi forma de narrar pudiese filmarse. Robert me lo demostr¨®". ?C¨®mo? Con una pantalla de croma y tecnolog¨ªa digital. Sin City (2005) es una adaptaci¨®n literal: cada plano, una vi?eta. "La colisi¨®n entre cine y c¨®mic es dram¨¢tica", ahonda Miller. "Admite muchas f¨®rmulas, y los resultados son diversos. Me gusta Watchmen, por su valent¨ªa, pero tambi¨¦n Iron Man, que capt¨® el esp¨ªritu del c¨®mic".
Este artista total (tambi¨¦n act¨²a) detalla al m¨¢ximo los storyboards. Quiere controlarlo todo. En su ¨®pera prima como director, The Spirit (2008), Paz Vega estuvo a sus ¨®rdenes. "Susurra, te mete en la atm¨®sfera con su misterio", relata por tel¨¦fono. "Creo que tiene un actor dentro, y a cada personaje intenta ponerle voz". Pero por aquella pel¨ªcula le llovieron los palos. Dijeron que su formalismo hab¨ªa desnaturalizado la obra maestra de Eisner. Miller saca pecho: "Es duro? estoy aprendiendo mucho. Esto me mantiene fresco".
Con sus limitaciones, la est¨¦tica de Miller es ¨²nica. Gucci lo fich¨® para que rodara un spot reconocible (a cambio de una remuneraci¨®n que ni ¨¦l ni la compa?¨ªa revelan). El autor se lo tom¨® como un reto. Le encantan: "En su arte, el factor m¨¢s importante es la voluntad de experimentar", escribi¨® el prestigioso Alan Moore. "Me motiva contar una historia en 60 segundos", prosigue Miller. "Lo primero es establecer el personaje y su conflicto. Ese principio sirve para Ben Hur y para este spot". Que solo podr¨ªa ser suyo: ese juego entre blanco y negro y color, esa ciudad futurista, ese Jaguar de 1953 que derrapa fuego
Treinta minutos con Frank Miller saben a poco. Enseguida regresa a Nueva York, donde vive con su novia. Se entregar¨¢ a su nueva novela gr¨¢fica, Xerxes, en jornadas maratonianas de 9.00 a 21.00. Para ella ha le¨ªdo decenas de libros, viaj¨® a la antigua Persia, abocet¨® cientos de personajes. Pero lo m¨¢s complicado llega ahora: "Tendr¨¢ la misma extensi¨®n que 300, unas 80 p¨¢ginas. Aquella narraba tres d¨ªas de batalla, esta representa una d¨¦cada. El esfuerzo est¨¢ en condensar".
Un reto m¨¢s. En una carrera repleta de ellos. Cuando acabe, le gustar¨ªa volver al set para Sin City 2 (ha estado trabajando el gui¨®n). Suele alternar cine y c¨®mic: "Las pel¨ªculas involucran a un gran n¨²mero de personas, pero tambi¨¦n me gusta estar solo, en silencio, dibujando". Es su parte favorita: "Mover el pincel. Arriba y abajo", ilustra con un gesto.
El calor romano aprieta. Se quita la americana. En camiseta, muestra unos brazos rosados y escu¨¢lidos, tal como lo describ¨ªa Paz Vega: "Fr¨¢gil? da la sensaci¨®n de que se puede romper. Pero guarda una bomba de relojer¨ªa: su cabeza va muy r¨¢pido". Se hace de rogar hasta la despedida, cuando lanza uno de sus dardos, un retazo de Frank Miller, por fin:
-Es muy acertado elegir una palabra tan vinculada al catolicismo como guilty (culpable) para un producto presentado en Roma.
Joven y valiente
Una hero¨ªna rubia vestida de cuero (Evan Rachel Wood) surca una ciudad futurista. De repente, frena y recuerda con detalle un romance de bar. El spot de Gucci Guilty se dirige a una joven "valiente, arquitecta de su destino", en palabras de Frida Giannini, directora creativa de la marca. Para el perfumista Will Andrews, "su olor responde a la idea del placer culpable". El perfume atrae la atenci¨®n con la pimienta rosa y la mandarina como notas de salida. La calidez de las flores de lila y el melocot¨®n anticipa el fondo: pachul¨ª, la insignia de Gucci.
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