La reinvenci¨®n de Bretton Woods
En 1944, mientras el mundo todav¨ªa sufr¨ªa las consecuencias de la II Guerra Mundial, 730 delegados de 44 pa¨ªses aliados se reunieron en Bretton Woods, una localidad de New Hampshire, en EE UU, para debatir el futuro del sistema econ¨®mico y financiero internacional. Con la intenci¨®n de evitar una segunda Gran Depresi¨®n -agravada, seg¨²n el consenso de la ¨¦poca, por la insistencia americana en la r¨¢pida devoluci¨®n de las deudas de la I Guerra Mundial, la ola proteccionista y la avalancha de devaluaciones competitivas- la creaci¨®n del FMI y del Banco Mundial en 1945 y la fijaci¨®n del patr¨®n oro como ancla nominal del sistema de tipos de cambio generaron un sistema econ¨®mico que gobern¨® la reconstrucci¨®n de la posguerra y contribuyo a la bonanza de los a?os 1960. Sin embargo, el abandono del patr¨®n oro por parte de EE UU en 1971 termin¨® con el sistema de tipos fijos y abri¨® un periodo de turbulencias cambiarias que dura hasta la fecha.
Las costuras de la econom¨ªa mundial se est¨¢n empezando a desgarrar
El debate en 1994 se centraba en torno a la creaci¨®n de una moneda de reserva internacional -el bancor, seg¨²n la propuesta de John Maynard Keynes- que deber¨ªa ser gestionada por una entidad que tuviera la capacidad de imprimir moneda. Esta propuesta no fructific¨®, ante la reticencia de EE UU, y de ah¨ª la adopci¨®n del patr¨®n oro con el d¨®lar americano como moneda de reserva impl¨ªcita. Adem¨¢s de la discusi¨®n sobre la moneda de reserva hab¨ªa otro aspecto del debate todav¨ªa m¨¢s importante. Keynes recomendaba que, en caso de un desajuste de las balanzas por cuenta corriente, el ajuste debiera provenir tanto de los pa¨ªses deudores como de los acreedores. Los pa¨ªses con super¨¢vits excesivos por cuenta corriente deber¨ªan aumentar sus importaciones a base de estimular su demanda dom¨¦stica, y los pa¨ªses con d¨¦ficits excesivos por cuenta corriente deber¨ªan aumentar sus exportaciones a base de contener su demanda dom¨¦stica.
Las discusiones de este fin de semana pasado en Washington durante la reuni¨®n anual del FMI han sido pr¨¢cticamente una repetici¨®n de las discusiones de Bretton Woods. Con la capacidad del d¨®lar como moneda de reserva puesta cada vez m¨¢s en duda, y los desequilibrios globales sin resolver, la amenaza del proteccionismo -esta vez aplicado a los flujos de capital- se cierne sobre el sistema financiero internacional. La clara diferencia entre el ritmo de la recuperaci¨®n y la posici¨®n c¨ªclica de las econom¨ªas desarrolladas (d¨¦bil, con altos niveles de desempleo y una baja inflaci¨®n, y por tanto, con tipos de inter¨¦s todav¨ªa cercanos a cero) con respecto a los pa¨ªses emergentes (muy din¨¢micos, con escasa capacidad excedente, tensiones inflacionistas y, por tanto, tipos de inter¨¦s al alza) est¨¢ generando un flujo masivo de capitales hacia los pa¨ªses emergentes que est¨¢ sobrepasando, en muchos casos, su capacidad para gestionarlo. ?Recuerdan el debate sobre el carry trade de los anos 2005-2007 (la estrategia de tomar prestado a tipos muy bajos para invertir en activos que generen rendimientos elevados) y que fue una de las causas remotas de la crisis financiera internacional? Entonces los tipos de inter¨¦s estaban bajos en solo un par de pa¨ªses (Jap¨®n y Suiza), mientras que ahora est¨¢n por debajo del 1% en todo el G-7. Es decir, la mitad de la econom¨ªa mundial tiene tipos de inter¨¦s a pr¨¢cticamente cero, y negativos en t¨¦rminos reales, y la expectativa es que se mantengan muy bajos durante mucho tiempo. No es de extra?ar, por tanto, que los mercados se hayan lanzado a una carrera por la b¨²squeda de las inversiones m¨¢s rentables y que, de repente, pa¨ªses que hace poco m¨¢s de una d¨¦cada estaban bajo la protecci¨®n del FMI, como M¨¦xico, acaben de lanzar un bono a 100 a?os, o que varios pa¨ªses africanos hayan decidido salir al mercado para aprovechar la creciente demanda de instrumentos de inversi¨®n alternativos.
El trasfondo del problema es la negativa de los pa¨ªses con super¨¢vit por cuenta corriente -sobre todo China, pero tambi¨¦n Alemania- a acelerar su proceso de reducci¨®n del super¨¢vit para as¨ª amortiguar el impacto contractivo del ajuste de los pa¨ªses deficitarios. El caso chino -el de otros pa¨ªses asi¨¢ticos- es cualitativamente distinto del alem¨¢n, ya que Alemania ha mejorado su competitividad a trav¨¦s de dolorosas reformas estructurales y moderaci¨®n salarial, mientras que los pa¨ªses asi¨¢ticos han intervenido de manera intensa en sus tipos de cambio. Pero tambi¨¦n es cierto que la decisi¨®n de los pa¨ªses asi¨¢ticos de acumular reservas de moneda extranjera como mecanismo de seguro para protegerse contra ataques especulativos es comprensible, aunque esta explicaci¨®n no valga para China, ya que tiene un nivel de reservas muy superior a cualquier estimaci¨®n de la cantidad necesaria como seguro.
El resumen del problema es sencillo: hasta antes de la crisis, la resoluci¨®n de los desequilibrios globales se basaba en el concepto de que si cada pa¨ªs adoptaba pol¨ªticas ¨®ptimas desde el punto de vista dom¨¦stico -EE UU, reducir su d¨¦ficit fiscal; Europa, acelerar las reformas estructurales; Asia, reducir su nivel de ahorro-, el resultado ser¨ªa tambi¨¦n ¨®ptimo desde el punto de vista global. La conclusi¨®n de las reuniones de este fin de semana es que esto ya no es as¨ª y que habr¨¢ que buscar una manera de negociar la distribuci¨®n del coste del ajuste. Las costuras de la econom¨ªa mundial se est¨¢n empezando a desgarrar. Es importante resaltar que no es un juego de sumo cero: hay combinaciones de pol¨ªticas econ¨®micas que, aunque representen un coste a corto plazo para ciertos pa¨ªses, generar¨¢n un resultado positivo para la econom¨ªa global donde todos los pa¨ªses, al final, saldr¨¢n ganando a largo plazo.
El sistema de Bretton Woods se debe reinventar para evitar un desastre econ¨®mico. La presidencia francesa del G-20 tiene la oportunidad de oro el a?o que viene para dise?ar un proceso de ajuste que pueda ser aceptable pol¨ªticamente para todos los pa¨ªses miembros. El elevado nivel de desempleo en algunos pa¨ªses, el bloqueo pol¨ªtico en otros, y las distintas percepciones de la din¨¢mica econ¨®mica global y del mandato de la pol¨ªtica monetaria presentan dificultades arduas, pero no insalvables. Son decisiones pol¨ªticas, no econ¨®micas. El arte diplom¨¢tico franc¨¦s tiene ante s¨ª un problema a la altura de su reputaci¨®n.
?ngel Ubide es investigador visitante del Peterson Institute for International Economics en Washington.
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