Miradas
La perfecci¨®n no es lo que sale de lo com¨²n, y si la buscamos los humanos es, al contrario, como un ideal de regularidad, de armon¨ªa, de t¨¦rmino medio entre las posibilidades que ofrece la experiencia. As¨ª, queremos tener hijos que no destaquen y, si lo hacen, sea solo por su equilibrio, no por ir tan lejos de la media que lleguen a provocar extra?eza, o un poco de susto.
Eso nos ocurre a todos. Queremos que nuestras vidas sean perfectas en ese sentido, que se ajusten a unos ideales que puede que no sean los m¨¢s sabios, pero no son estridentes, en el sentido de rareza, de extra?eza sino, en todo caso por la poca frecuencia con que esos rasgos arm¨®nicos o equilibrados se dan en una vida.
Entonces, de repente, en una revisi¨®n de un embarazo esperado con ilusi¨®n, descubrimos que nuestro hijo va a ser extra?o, diferente, va a tener ciertos rasgos que llamar¨¢n la atenci¨®n sobre ¨¦l de manera poderosa durante toda su vida, va a ser algo que, en un primer momento, viene a nuestra mente pintado de unos colores espantosos y humillantes: un enano de circo. He conocido a m¨¢s de una familia a las que alg¨²n m¨¦dico no ha encontrado una forma m¨¢s expresiva de dar la noticia, de comunicar qu¨¦ es, exactamente, lo que pueden esperar, y lo consiguen. Es como si cogieran un garrote, o un martillo, e hicieran a?icos en un momento las vidas de esas personas. Porque esa frase tan "expresiva", y no incidiremos en la brutalidad de ese m¨¦dico, no responde m¨¢s que a una realidad que intentamos pase a la historia pero sigue, desgraciadamente, a nuestro alrededor.
En una sociedad conviven varias ideolog¨ªas, mentalidades, etc¨¦tera, diferentes. De igual manera que una gran parte ya ha desde?ado esos estereotipos y es capaz de concebir que la diferencia no implica una subordinaci¨®n real en un orden divino, o algo parecido, sino que obedece a un azar y su extra?eza es producto de salirse de una norma, hay muchas, much¨ªsimas personas que se regodean, casi, en la fascinaci¨®n morbosa de esa extra?eza, igual que hace no tantos a?os se exhib¨ªan en ferias los bichos raros, las mujeres barbudas, los terneros con cinco patas.
Es algo que puede caer de sopet¨®n en la vida de cualquiera, esta realidad de la acondroplasia en la que algunos caemos como en un mal sue?o, por m¨¢s que, gracias a los incre¨ªbles recursos de la inteligencia del ser humano, acabemos, al cabo de un tiempo, adapt¨¢ndonos a esta nueva realidad, y aprendiendo a vivir con ella, acept¨¢ndola como parte nuestra, y, por supuesto, amando a nuestros hijos con toda nuestra alma.
Es una manera de intentar conseguir que por un momento se pongan en el pellejo de otras vidas, se acerquen, para mirar de cerca, para entender no solo con la mente sino con el coraz¨®n, esto de lo que les hablo.
Carmen Alonso es coordinadora de la Fundaci¨®n ALPE.
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