Crisis y ciudadan¨ªa europea
Vivimos hoy en la era de la inseguridad (...). Cuando los ciudadanos europeos se asoman a un futuro a¨²n m¨¢s complejo e incierto, lo hacen sin la comunidad de prop¨®sitos que caracterizaba los a?os de la posguerra" (extracto del Informe al Consejo Europeo del Grupo de Reflexi¨®n sobre el Futuro de la UE en 2030).
La deportaci¨®n de un grupo de familias gitanas con nacionalidad de Estados miembros de pleno derecho de la Uni¨®n Europea dictada recientemente por el Gobierno de Sarkozy es una muy mala lecci¨®n de ciudadan¨ªa europea para nuestros hijos. Adem¨¢s de ser de dudosa legalidad, se trata de una seria amenaza al esp¨ªritu genuino de un concepto innovador que, dicho sea de paso, una diplomacia espa?ola inteligente supo impulsar hace ya casi 20 a?os, incardin¨¢ndolo en el acervo legal comunitario. Afortunadamente y despu¨¦s de algunas dudas iniciales, la Comisi¨®n Europea, guardiana de los tratados y garante de la defensa del inter¨¦s comunitario con independencia de los Estados miembros, y a su cabeza la experimentada comisaria luxemburguesa Viviane Reding, har¨¢ valer sus poderes ante los de Francia, Estado miembro fundador, y no por ello menos obligado por el derecho comunitario que sus otros 26 socios europeos. Y es que m¨¢s all¨¢ de una cuesti¨®n de orden p¨²blico, este asunto es un s¨ªntoma m¨¢s de que el futuro del proyecto europeo est¨¢ en juego.
Falta un liderazgo transparente, decidido y participativo, que articule la acci¨®n pol¨ªtica de la UE
El informe presentado el pasado mes de mayo por el grupo de reflexi¨®n encargado por el Consejo Europeo para anticipar los retos y oportunidades de la UE en los pr¨®ximos 20 a?os y analizar las respuestas adecuadas, planteaba el dilema al que los ciudadanos europeos nos enfrentamos en la pr¨®xima d¨¦cada: reformarse o decaer. Crisis financiera y gobernanza econ¨®mica, competitividad y sostenibilidad, reto demogr¨¢fico, reforma y modernizaci¨®n de los mercados, cambio clim¨¢tico, dependencia energ¨¦tica, etc¨¦tera, son los principales desaf¨ªos tratados en el informe final. Sin embargo, los trabajos del grupo de reflexi¨®n, su impacto y utilidad pol¨ªtica, est¨¢n en cierto modo pendientes de asumir por un establishment pol¨ªtico-medi¨¢tico un tanto distra¨ªdo frente al calado del desaf¨ªo y por una ciudadan¨ªa desorientada.
La cuesti¨®n de fondo m¨¢s relevante para abordar dichos retos parece ser parad¨®jicamente la peor entendida en la pol¨ªtica actual. Tiene que ver con una d¨¦bil y pasiva conciencia com¨²n de ciudadan¨ªa europea, entendida como una categor¨ªa jur¨ªdico-pol¨ªtica regulada en el Tratado de la Uni¨®n Europea, un fr¨¢gil "sentido de pertenencia", aludido en el informe, y de cuyos beneficios pr¨¢cticos solo en casos puntuales somos conscientes de gozar en nuestras vidas diarias. Revitalizar en positivo la identidad com¨²n, fomentando los instrumentos para aproximar las instituciones a los ciudadanos y hacer de la conciencia europea un punto de referencia para la competitividad, la cohesi¨®n social y la influencia en el mundo de cerca de 500 millones de personas es ya una necesidad.
Se suele aludir al desequilibrio de origen de la UE, un gigante econ¨®mico con un modelo social innovador para los tiempos de la posguerra pero necesitado de una profunda revisi¨®n en los tiempos de la globalizaci¨®n, y sin embargo un enano pol¨ªtico en el tablero mundial. Dif¨ªcilmente conseguiremos que la UE revise eficazmente su modelo y potencie su influencia real en el mundo sin m¨¢s conciencia europea.
Desde el dise?o del sistema educativo en la escuela hasta el del sistema de pensiones, pasando por la portabilidad efectiva de los derechos de las personas en todo el territorio de la Uni¨®n, es imprescindible que todas las instancias de poder en cada ¨¢mbito geogr¨¢fico (nacional, regional o local) asuman sin temor la dimensi¨®n europea de su acci¨®n pol¨ªtica. Nos conviene a todos desprendernos de los narcisismos identitarios y animar a los l¨ªderes europeos, responsables de promover la ampliaci¨®n y la profundizaci¨®n del proyecto que los l¨ªderes de posguerra fueron capaces de institucionalizar y lanzar al futuro, a que se planteen, a que nos planteen, en serio y con realismo, c¨®mo abordar el desaf¨ªo de converger hacia una pol¨ªtica "dom¨¦stica" europea.
No tiene sentido afirmar hoy que la econom¨ªa espa?ola est¨¢ "intervenida" o "bajo vigilancia" europea; es que es en las instituciones europeas donde se ubica ya el ¨¢mbito de decisi¨®n efectivo y fundamental en consonancia con el proceso de integraci¨®n, a pesar de las resistencias populistas o nacionalistas. Bajo este prisma, tampoco tiene sentido, por ejemplo, insistir en posiciones inmovilistas frente a las reformas estructurales necesarias, caso de un ineficiente mercado de trabajo, y s¨ª ampliar miras, atreverse a la movilidad geogr¨¢fica, reforzar una apuesta decidida por la formaci¨®n para la elevaci¨®n del rendimiento del capital humano y ayudar a los emprendedores a crear valor en el mercado europeo mediante la innovaci¨®n de productos, procesos productivos y esquemas organizativos.
La crisis sist¨¦mica en la que estamos inmersos exige con urgencia un liderazgo transparente, decidido y participativo que articule la visi¨®n y la acci¨®n pol¨ªtica para consolidar una comunidad de prop¨®sitos renovada, que refuerce la legitimidad democr¨¢tica del proyecto europeo. En contraposici¨®n, la derecha francesa, y desgraciadamente no es la ¨²nica, m¨¢s bien pareciera estar concentrada en la b¨²squeda de chivos expiatorios para la gesti¨®n medi¨¢tica de meras cuestiones de orden p¨²blico y obtener as¨ª los r¨¦ditos electoralistas oportunos.
David Luengo es consultor internacional.
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