Cuesti¨®n de liderazgo
Crisis econ¨®micas ha habido muchas. La mayor parte de ellas tienen perfiles parecidos y son las que normalmente sirven de punto de referencia a las autoridades pol¨ªticas y monetarias que tienen que adoptar medidas para hacerles frente. El arsenal de medidas de que se dispone se ha ido configurando mediante el procedimiento de prueba y error, de tal manera que, cuando se desata una crisis, se sabe por lo general qu¨¦ es lo que no se debe hacer y se conf¨ªa en que tambi¨¦n se sabe qu¨¦ es lo que hay que empezar a hacer. Hasta el momento, el protocolo del que se dispon¨ªa ha sido suficiente y las crisis han ido quedando atr¨¢s de manera reiterada, dejando un recuerdo, sin duda doloroso para los individuos que se vieron afectados m¨¢s directamente por ellas, pero dejando poca huella para el conjunto de la sociedad.
Pero hay algunas crisis que se salen de la norma y que no responden al tratamiento habitual. En tales casos hay que innovar y tomar decisiones cuyos riesgos no pueden ser calculados con precisi¨®n previamente. Son momentos en los que la pol¨ªtica econ¨®mica no tiene una econom¨ªa pol¨ªtica inequ¨ªvoca en que orientarse. El liderazgo pol¨ªtico se convierte en el factor determinante para hacer frente a la crisis y de la aceptaci¨®n de dicho liderazgo por la sociedad depende en buena medida c¨®mo se acaba saliendo del t¨²nel.
Estamos, sin duda, ante una de esas crisis, no solo por la intensidad de la misma, sino sobre todo porque han sido los pa¨ªses m¨¢s ricos y m¨¢s desarrollados los que la est¨¢n padeciendo con m¨¢s intensidad. Que los pa¨ªses ricos del planeta est¨¦n en crisis y que no lo est¨¦n los menos ricos o directamente pobres es algo que no se hab¨ªa conocido nunca antes. Sab¨ªamos dar lecciones a los dem¨¢s, pero no est¨¢bamos preparados para que nos las dieran a nosotros.
El coste del aprendizaje est¨¢ siendo alto en todas partes. La direcci¨®n del PP ha pretendido hacernos creer que el problema era exclusivamente espa?ol, que ten¨ªa nombres y apellidos y que, en consecuencia, ten¨ªa f¨¢cil soluci¨®n. Bastaba con que el presidente disolviera las Cortes y convocara elecciones anticipadas. Pero cada d¨ªa que pasa la realidad desmiente ese an¨¢lisis simplista de manera tajante. Ah¨ª est¨¢n Francia e Inglaterra como ejemplos. Por no decir nada de Estados Unidos y las tribulaciones por las que est¨¢ teniendo que pasar el presidente Obama.
De esta crisis no se va a librar nadie y cada palo va a tener que aguantar su vela. Y cuando digo cada palo no me refiero exclusivamente a los Gobiernos de cada uno de los pa¨ªses, sino tambi¨¦n a quienes est¨¢n en la oposici¨®n. La creencia de que un partido de Gobierno deja de ser partido de Gobierno porque est¨¢ en la oposici¨®n es de una inmadurez impropia de quien pretende dirigir en el futuro la acci¨®n de un Estado democr¨¢ticamente constituido. El liderazgo tiene que hacerse visible tanto cuando se est¨¢ en el Gobierno como cuando se est¨¢ en la oposici¨®n. Esa visibilidad es lo que valoran los ciudadanos a la hora de ejercer el derecho de sufragio.
En un Estado pol¨ªticamente descentralizado no solamente tiene que ser visible el liderazgo del ente central, sino que tiene que ser visible tambi¨¦n el de los entes subcentrales. Los ciudadanos en una situaci¨®n tan dif¨ªcil como la que estamos no van a dar su confianza a quien no est¨¦ dispuesto a ense?ar sus cartas antes de ped¨ªrsela. Lo de tirar la piedra y esconder la mano puede funcionar en circunstancias normales, pero no en una situaci¨®n cr¨ªtica. En los pr¨®ximos 18 meses vamos a tener ocasi¨®n de comprobar qui¨¦nes est¨¢n a la altura del liderazgo que demandan en este momento Espa?a, sus comunidades aut¨®nomas y sus municipios.
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