Un hombre, un puente
Pancho fue un espa?ol que naci¨® en Argentina. Esa dualidad matiz¨® un el¨¢n vital que salte¨® el Atl¨¢ntico e hizo de ¨¦l un puente: de un lado Madrid y Santander, en la otra cabecera Bogot¨¢, M¨¦xico, Buenos Aires y Montevideo. Por ¨¦l transitaron editores, escritores, pensadores, pol¨ªticos de la democracia, construyendo el tejido de un mundo cultural unido por la maravilla de la lengua castellana, esa que -como le dijera el emperador Carlos V al Papa- "es tan noble que merece ser sabida y entendida por toda la gente cristiana".
Aquel joven Francisco P¨¦rez Gonz¨¢lez, que en el inicio de los a?os cincuenta abr¨ªa, en los veranos del Palacio de la Magdalena, un puesto para venderle libros a quienes asist¨ªan a la Men¨¦ndez Pelayo, es el mismo que medio siglo despu¨¦s recibi¨® el doctorado honoris causa de la Universidad santanderina por su contribuci¨®n a la vida editorial y al entendimiento entre Espa?a y los pueblos de Am¨¦rica. Es aquel que tambi¨¦n, en aquellos lejanos cincuenta, llev¨® libros a las ciudades de Argentina, para asociarse luego con Jes¨²s de Polanco y revolucionar ese mundo al transformarse en editores. Es el mismo que, por entonces, fund¨® Taurus, abri¨® as¨ª el camino al pensamiento que moderniz¨® Espa?a y brind¨® un trampol¨ªn a los escritores latinoamericanos.
Mantuvo abiertos su mirada y su coraz¨®n para los hispanoamericanos
Esa sociedad de Pancho con Jes¨²s ha quedado como un moj¨®n en la mejor historia de nuestros tiempos. Moj¨®n de lo que puede ser una sociedad leal y fraterna entre dos hombres de muy distinto car¨¢cter, que pudieron con grandeza congeniar para emprender todo lo que emprendieron. Pancho era conciliador, Jes¨²s luchador; aquel encantador diplom¨¢tico, el otro un emprendedor audaz que no conoc¨ªa horizontes. Ambos se articularon y conjugaron, como en una partitura, para hacer crecer la editorial, llevarla a todo el mundo hisp¨¢nico y luego formar el n¨²cleo fundador de EL PA?S, pilar central de la Transici¨®n espa?ola, portavoz de la generaci¨®n que nos llev¨® del medioevo franquista a la modernidad comunitaria de Europa. M¨¢s tarde vino la expansi¨®n, ya como PRISA, en la radio, en la televisi¨®n y en todo aquello que fuera comunicar y difundir.
En el mundo editorial, no ha habido actor m¨¢s inquieto en Espa?a y Am¨¦rica. Tanto los gremios espa?oles como latinoamericanos viv¨ªan aguijoneados por su permanente inquietud, su b¨²squeda de espacios de difusi¨®n, su invenci¨®n de cursos y herramientas de formaci¨®n. Sin ego¨ªsmos ni estrecheces, su accionar, a veces agotador para quienes trat¨¢bamos de seguirle en sus proyectos, jam¨¢s se empeque?eci¨® en el inter¨¦s particular, movido por el af¨¢n de que creciera el todo para agrandar las partes, ese sentimiento que solo el talento de altura brinda.
Siempre detr¨¢s de un rostro amable, su charla -a veces cr¨ªptica y misteriosa- entraba en la intimidad del interlocutor como si hubiera habitado en ella desde siempre. Amigo de sus amigos, vivi¨® en la ant¨ªpoda de aquellas amistades inglesas de que hablaba Borges, que empiezan por excluir la confidencia y terminan omitiendo el di¨¢logo. Con ¨¦l la vida era di¨¢logo, confidencia y tambi¨¦n mano amiga cuando hac¨ªa falta.
Espa?ol entra?able, am¨® a su patria tanto como a su Cantabria, su elegante Santander o su modesta Barcenillas, en el valle de Cabu¨¦rniga, el centenario pueblito de donde ven¨ªa su familia y adonde hab¨ªa vuelto Pancho a recalar para dejar el legado de una Fundaci¨®n y una biblioteca para so?ar. Con la misma devoci¨®n, mantuvo siempre abiertos su mirada y su coraz¨®n para los hispanoamericanos, a los que represent¨® en Europa como su mejor embajador.
Felizmente somos muchos los que le mantendremos vivo en lo mejor de nuestros recuerdos. En lo personal, rescato la alegr¨ªa del ¨²ltimo encuentro, cuando junto a su c¨ªrculo estrecho del sentimiento, disfrutamos, amuchados en Santander, vino mediante, la alegr¨ªa de la final en que el seleccionado de f¨²tbol de Espa?a se clasific¨® campe¨®n mundial, aquel 11 de julio. All¨ª nos quedamos, en la sonrisa de aquella larga noche inolvidable...
Julio Mar¨ªa Sanguinetti, ex presidente de Uruguay, es abogado y periodista
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