El cuento de la lechera no es un programa
En una Europa convertida en un oc¨¦ano conservador, Espa?a es el m¨¢s grande de los pocos islotes gobernados a¨²n por la socialdemocracia. Y eso, con enormes limitaciones. No solo porque, a falta de la sabrosa guinda que supone La Moncloa, la derecha espa?ola domina ya buena parte de la tarta del poder pol¨ªtico, institucional y medi¨¢tico, sino tambi¨¦n porque, desde mayo, el Gobierno de Zapatero aplica, con unos u otros matices, una pol¨ªtica "ortodoxa" de ajustes presupuestarios y recortes sociales.
?Sobrevivir¨¢ el islote espa?ol a las elecciones de 2012? A tenor de las ¨²ltimas encuestas, que daban al PP una ventaja de dos d¨ªgitos frente al PSOE, parece muy dif¨ªcil. Ahora bien, los ¨²ltimos movimientos t¨¢cticos de Zapatero -el pacto parlamentario y la renovaci¨®n de su Gobierno- le han garantizado que terminar¨¢ su segunda legislatura y que lo har¨¢ con mayor coherencia, comunicaci¨®n y combatividad.
?C¨®mo piensan los socialistas recuperar a sus desencantados votantes de izquierda?
Las hasta entonces alica¨ªdas filas socialistas han comenzado a so?ar con conseguir la remontada gracias a alg¨²n tipo de combinaci¨®n de estos tres elementos: una vigorosa recuperaci¨®n econ¨®mica en 2011, el final de ETA y el rechazo del electorado progresista al regreso a La Moncloa de un PP mediocre y carcomido por la corrupci¨®n. Citan el caso de 1993, cuando Felipe Gonz¨¢lez a¨²n le gan¨® por ¨²ltima vez a Aznar.
El alivio que para los socialistas supone acabar la legislatura bajo eso que se ha dado en llamar "presidencia bis" del solvente Rubalcaba ha desdramatizado de un golpe las especulaciones sobre su cabeza de cartel en 2012. ?Ser¨¢ o no Zapatero? ?Le suceder¨¢ el ya vicepresidente Rubalcaba o ser¨¢ alguien con menos pasado y m¨¢s futuro, alguien no heredado del felipismo sino surgido del zapaterismo? Nadie lo sabe, probablemente ni el propio Zapatero.
Es llamativo, sin embargo, lo poco que se habla en las filas socialistas de otra cuesti¨®n: ?cu¨¢l ser¨¢ su programa dentro de apenas a?o y medio? Porque el pragmatismo no es un ideario, la fontaner¨ªa no es una pol¨ªtica y el cuento de la lechera no es un programa.
Los socialistas espa?oles comparten con sus correligionarios europeos un problema esencial, de vida o muerte: ?Qu¨¦ los diferencia en materia de pol¨ªtica econ¨®mica de los conservadores? ?Vale la pena votar al centro-izquierda si en las cosas del comer no tiene otra alternativa que seguir las recetas de eso que Lula denomin¨® los amos del casino global? En esta selva, ?qu¨¦ seguridad ofrece la socialdemocracia a los que no son ricos y poderosos? Y si no hay alternativa a lo que hay, si a la hora de la verdad manda el capitalismo y no la democracia, ?no es mejor abstenerse o incluso votar al original en vez de a la mala copia?
La ca¨ªda de la popularidad de Zapatero entre muchos de los 11 millones de votantes de izquierda que le revalidaron en 2008 comenz¨® cuando se empe?¨® en negar una crisis que ellos ya sufr¨ªan en sus propias carnes, y se ahond¨® cuando, en mayo, dio un giro copernicano y adopt¨®, con una creciente fe del converso, el programa de los mercados y organismos financieros internacionales: reducci¨®n del gasto p¨²blico, congelaci¨®n o rebaja de sueldos, abaratamiento del despido, retraso de la edad de jubilaci¨®n... Este giro, faltar¨ªa m¨¢s, fue aplaudido por sus promotores y sus propagandistas, pero el problema de los socialistas es que los m¨¢s de sus votantes no tienen despacho.
Hasta entonces, Zapatero hab¨ªa llevado a cabo una pol¨ªtica progresista en muchos aspectos -derechos civiles, regeneraci¨®n democr¨¢tica, relaciones internacionales, descentralizaci¨®n del Estado...-, aunque no tanto en lo econ¨®mico. S¨ª, su pol¨ªtica de gastos era m¨¢s o menos socialdem¨®crata, pero no as¨ª su pol¨ªtica de ingresos. Y eso, en vacas flacas, terminar¨ªa convirti¨¦ndose en un quebradero de cabeza.
Son pocos los que recuerdan que Zapatero hab¨ªa dispuesto de toda una primera legislatura para, entre otras reformas trascendentales y progresistas, desinflar de modo controlado la burbuja inmobiliaria, promover el cambio de modelo productivo, emprender una lucha sin cuartel contra el fraude fiscal, reformar los impuestos en un sentido m¨¢s justo y eficaz, restaurar alg¨²n tipo de banca p¨²blica, ponerle las pilas a nuestra penosa educaci¨®n y mejorar el funcionamiento de las administraciones p¨²blicas. No lo hizo; en l¨ªnea con la Tercera V¨ªa de Clinton y Blair, dej¨® que el capitalismo funcionara a su aire, conform¨¢ndose con que los ingresos fiscales, b¨¢sicamente los del consumo y las rentas salariales, le permitieran pagar los gastos sociales.
Al final, Zapatero no ha podido mantener su promesa de que el modesto Estado de bienestar espa?ol no se ver¨ªa afectado por esta crisis provocada por la especulaci¨®n financiera e inmobiliaria. Pero en 2012, ¨¦l o su sucesor, si lo hay, tendr¨¢ que decirle al electorado de izquierdas c¨®mo piensa recuperar lo perdido y, adem¨¢s, c¨®mo piensa seguir mejorando; c¨®mo puede financiarse en estos tiempos la protecci¨®n social, y no solo por la v¨ªa del recorte de las prestaciones, sino tambi¨¦n por la del aumento de los ingresos.
Y tendr¨¢ asimismo que decir cosas nuevas sobre con qu¨¦ y c¨®mo sustituir el peso del ladrillo en nuestra econom¨ªa, sobre c¨®mo crear riqueza y empleo combatiendo el cambio clim¨¢tico, sobre c¨®mo sosegar las querellas territoriales y culminar el Estado federal, sobre c¨®mo relanzar el impulso por la igualdad efectiva de las mujeres y sobre c¨®mo integrar a los inmigrantes en los derechos y deberes de ciudadan¨ªa.
Si as¨ª fuera, los debates televisados de 2012 del candidato socialista con un Rajoy a¨²n m¨¢s avejentado ser¨ªan apasionantes. Si no, ser¨¢n d¨¦j¨¤-vu.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.