Bendici¨®n
De Zapatero se podr¨¢ decir lo que se quiera pero lo que nadie podr¨¢ negar es que ha sido una aut¨¦ntica bendici¨®n para un pa¨ªs como este, tan necesitado como estaba de encontrar alg¨²n culpable de carne y hueso sobre el que arrojar una gran parte de la ira acumulada a lo largo de estos tres a?os de resaca financiero-inmobiliaria en la que todos hemos participado con entusiasmo digno de mejor causa.
Ahora sabemos, por ejemplo, que la desmesurada tasa de paro que tanto distingue a un pa¨ªs como el nuestro no ha estado provocada por la intensa ca¨ªda de la demanda global derivada de la explosi¨®n de las diversas burbujas que en el mundo han sido, ni por el elevado desempleo estructural que siempre caracteriz¨® al mercado de trabajo espa?ol desde mucho antes de que Zapatero pensara siquiera en iniciar su carrera pol¨ªtica. Nada de eso. La culpa del paro, de todo el paro, el coyuntural y el estructural, la tiene ZP en exclusiva; por "tonto", incompetente, improvisador u ocurrente (elijan el t¨¦rmino que prefieran de entre los que frecuentemente se escuchan en tertulias y redacciones medi¨¢ticas).
O sea, que dentro de la angustia que nos provoca la enormidad del desastre, la soluci¨®n es bastante m¨¢s sencilla de lo que cre¨ªamos, lo cual, si bien no elimina la ra¨ªz del problema, permite al menos enfrentarse a ¨¦l desde la tranquilidad psicol¨®gica que ¨²nicamente el conocimiento definitivo de la verdad proporciona.
Cierto es que en aquellos lugares en los que la tasa de paro es superior a la media espa?ola, como ocurre en la Comunidad Valenciana, alguien pudiera tener la tentaci¨®n de considerar otras variables de car¨¢cter aut¨®ctono que explicaran el origen del diferencial constatado. Pero ser¨ªa una tarea totalmente in¨²til, porque el negativo sesgo territorial que exhibimos en materia tan sensible, tambi¨¦n es responsabilidad exclusiva (ustedes ya lo habr¨¢n adivinado) de Zapatero. Ni agua, ni carreteras, ni puertos, ni aeropuertos; y adem¨¢s, sin la financiaci¨®n que en justicia nos corresponde para la educaci¨®n y la sanidad. Esa es la verdadera explicaci¨®n de nuestra desgracia y no, como pudiera malintencionadamente pensarse, el fruto del despilfarro de los recursos p¨²blicos o de la incapacidad del Gobierno aut¨®nomo y los Ayuntamientos para gestionar las competencias que les son propias.
Y por si alguien dudara de ello, tras constatar que el AVE ya est¨¢ en la CV, puede ir quit¨¢ndoselo de la cabeza. Todo el mundo sabe que el AVE ha venido aqu¨ª porque nuestros l¨ªderes pol¨ªticos (sin poner un euro, eso es verdad) lo han exigido de manera firme y contundente durante a?os, y no porque Zapatero lo incluyera en un presupuesto que, al fin y al cabo, se conforma con nuestro dinero.
La enorme ventaja, pues, de encontrar por fin al verdadero culpable de todo lo que nos pasa, no es solo que nos exime a todos de cualquier responsabilidad en la gestaci¨®n y desarrollo de esta crisis (lo que ya iba siendo de justicia), sino, sobre todo, que ahora sabemos cu¨¢l es su soluci¨®n definitiva. A saber, que Gonz¨¢lez... digo, Zapatero, se vaya. Lo dicho: una bendici¨®n.
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