Fin de ETA: d¨®nde estamos
Este fin de semana se celebra en Zarautz un homenaje en memoria de Mario Onaind¨ªa (1948-2003), uno de los condenados a muerte en el famoso Juicio de Burgos, del que en diciembre se cumplen 40 a?os. Onaind¨ªa fue quien estando al frente de Euskadiko Ezkerra (EE), partido nacido de ETA Pol¨ªtico-militar, mantuvo en 1981-82 un pulso con los jefes de esa organizaci¨®n armada que termin¨® con la disoluci¨®n de la misma a cambio de un proceso de reinserci¨®n negociado por abogados pr¨®ximos a EE. Los jefes de la otra ETA, la Militar, sacaron de esa experiencia la consecuencia de que si dejaban que mandasen los pol¨ªticos, estos acabar¨ªan por obligarles a disolverse, y desde entonces han hecho lo posible por evitarlo.
Dos condiciones: negativa a la negociaci¨®n y no tomar medidas irreversibles antes de la retirada definitiva
Batasuna ha venido acatando la autoridad de los encapuchados; pero su ilegalizaci¨®n, unida a la debilidad del brazo armado, ha propiciado que algunos de sus l¨ªderes hayan llegado a la conclusi¨®n de que su futuro pol¨ªtico depende de que sean capaces de llevar a ETA a su disoluci¨®n.
?Ser¨¢ capaz Otegi de convencer a los que ahora mandan en ETA? No es seguro, pero est¨¢ mejor situado que otros que lo intentaron. Porque estuvo en la c¨¢rcel como miembro de ETA y sigue est¨¢ndolo como dirigente de Batasuna; y porque sabe que es la ¨²nica oportunidad de que su partido sobreviva al declive de la banda. En su reciente entrevista dice cosas que seguramente hubiera soslayado en un art¨ªculo. Pero las ha dicho, y por escrito, yendo tal vez m¨¢s all¨¢ de lo previsto, y ya no tiene posibilidad de dar marcha atr¨¢s. Por ejemplo, y pese a avanzar con cautela de buey (como dec¨ªa Ibarretxe), ha dicho que la estrategia para alcanzar los fines de la izquierda abertzale es incompatible con la prolongaci¨®n de la violencia.
En su libro de 2005 Ma?ana, Euskal Herria, se hab¨ªa acercado a esa conclusi¨®n: "Si no convencemos a la ciudadan¨ªa de que es mejor ser independientes, no vamos a ser independientes" (p¨¢g. 175). Precisado que "una mayor¨ªa independentista en el pa¨ªs tendr¨ªa que ser suficientemente contundente y lo suficientemente equilibrada para que la izquierda abertzale diera ese paso" (p¨¢g. 212). La posibilidad de convencer (de "seducir", dice ahora) a la mayor¨ªa no es algo que pueda lograrse a bombazos.
Sin embargo, el planteamiento de fondo era que si se hab¨ªa llegado a una situaci¨®n que hac¨ªa superflua la violencia era gracias a la lucha (armada), que hab¨ªa impedido la consolidaci¨®n de la reforma posfranquista; y que ahora se trataba para los suyos de recoger los frutos (mediante la negociaci¨®n) de su acierto al no aceptar integrarse en el sistema. Esa sigue siendo la frontera que separa a Otegi y Batasuna de la democracia: que se consideran acreedores de compensaciones pol¨ªticas a cambio de la retirada de ETA. Admiten ya que el primer paso debe ser el cese unilateral de la violencia, pero como requisito previo para una negociaci¨®n de los puntos centrales de su programa, cuya aceptaci¨®n se considera "piedra angular para un futuro de paz" (Tasio Erkizia). Si el fin de ETA quedara condicionado a un acuerdo sobre ese programa no habr¨ªa fin de ETA, sino argumentos para que la banda volviera a descubrir motivos para seguir: remover los obst¨¢culos, convencer a los reticentes, etc¨¦tera.
La primera condici¨®n para que la situaci¨®n actual desemboque en el fin de ETA es, por tanto, que Gobierno y oposici¨®n mantengan su rechazo a cualquier negociaci¨®n pol¨ªtica. La segunda es actuar con inteligencia en relaci¨®n a los dos incentivos que ahora tiene Batasuna para convencer a ETA: la posibilidad de participaci¨®n electoral (con otras siglas); y la reinserci¨®n de los presos.
Sobre lo primero se ha creado una gran confusi¨®n. No es cierto que el Gobierno haya rebajado el nivel de exigencia para que Batasuna pueda recuperar la legalidad. O convence a ETA o rompe con ella. Pero en ese orden: despu¨¦s de muchos a?os en los que la presencia de ETA ha establecido una frontera entre amenazados y libres de amenaza de la que se ha beneficiado, Batasuna est¨¢ moralmente obligada a conseguir la desaparici¨®n definitiva de ETA para poder participar en igualdad de condiciones en la pugna electoral; solo si se hace evidente que lo ha intentado pero no logrado bastar¨ªa una condena como "contraindicio" (dice el Tribunal Constitucional) de que se mantiene la vinculaci¨®n con ETA que motiv¨® su ilegalizaci¨®n.
El consenso PSOE-PP sobre la reinserci¨®n es posible en los t¨¦rminos expresados el lunes por Dolores de Cospedal: "Un Gobierno y un Estado democr¨¢tico podr¨¢n hablar de otras cosas", pero solo "cuando ETA haya desaparecido". Tomar medidas antes de tiempo tendr¨ªa el efecto de desactivar los movimientos de reinserci¨®n individual que est¨¢n minando el frente carcelario de ETA. Adem¨¢s, la oposici¨®n radical de las asociaciones de v¨ªctimas, cuya opini¨®n ning¨²n Gobierno podr¨ªa soslayar, impedir¨ªa plantear ahora medidas de gracia. Sin embargo, es m¨¢s que probable que esa resistencia ceda en pocos meses o a?os tras la desaparici¨®n definitiva de ETA. Pero ni un minuto antes.
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