Abierta para Serbia
La UE recompensa los gestos de compromiso de Belgrado, aun con Mladic todav¨ªa en libertad
La Uni¨®n Europea ha decidido recompensar, con todas las cautelas, los sucesivos signos de apertura de Belgrado hacia sus vecinos balc¨¢nicos y la propia UE. A Serbia, que present¨® su candidatura hace casi un a?o, se le abre el camino hacia un proceso de adhesi¨®n que suscita la esperanza de un pa¨ªs estigmatizado.
En cada una de las etapas de ese largo itinerario, y por insistencia holandesa, la Uni¨®n habr¨¢ de certificar la plena cooperaci¨®n de Belgrado con el Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia. Vale decir que tendr¨¢ que darse prisa en detener al general Ratko Mladic, genocida de Srebrenica, en fuga desde hace 15 a?os y que con toda probabilidad vive en Serbia con evidentes complicidades de algunos fieles. Los Pa¨ªses Bajos, tambi¨¦n bajo su nuevo Gobierno minoritario sostenido por la extrema derecha islam¨®foba, siguen viviendo bajo la insoportable mala conciencia del papel desempe?ado por sus soldados ante Mladic, que concluy¨® en julio de 1995 en la matanza m¨¢s abyecta de la historia reciente de Europa.
Serbia, instigadora en la persona del dictador ultranacionalista Slobodan Mil¨®sevic de las aniquiladoras guerras ¨¦tnicas balc¨¢nicas, y perdedora de todas ellas, tiene pendiente su particular traves¨ªa del desierto en busca de una catarsis que no se ha producido. Pero en los ¨²ltimos tiempos, bajo el tim¨®n del presidente reformista Boris Tadic, se ha esforzado por enviar se?ales a la UE de su esfuerzo por conseguirlo. Este mismo a?o, su Parlamento ha condenado por vez primera el genocidio musulm¨¢n de Srebrenica (sin llamarlo por su nombre) y pedido perd¨®n a las familias de los 8.000 inocentes asesinados. Tadic viaj¨® en julio a la localidad bosnia para conmemorar el aniversario del inabarcable horror. Sobre Kosovo, su contencioso m¨¢s hiriente, Serbia tambi¨¦n ha dado muestras de sosiego. No reconoce la independencia unilateral de su antigua provincia, pero est¨¢ dispuesta a solucionar cuestiones pr¨¢cticas en di¨¢logo auspiciado por la UE.
En el mejor escenario posible, Belgrado est¨¢ a cinco o seis a?os de integrarse en Europa. Con su apertura inicial, la UE ha puesto acertadamente por delante del rigor inflexible la estabilidad de una zona inquietante: v¨¦ase, 15 a?os despu¨¦s, la persistente precariedad de Bosnia. Bruselas ha optado por echar una mano a los serbios que ven en Europa la tabla de salvaci¨®n de un tenebroso pasado.
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