Vuelve el hombre
En efecto, llevaban raz¨®n quienes pensaban que este pa¨ªs estaba viviendo por encima de sus posibilidades. Y no estoy hablando de econom¨ªa, estoy hablando de igualdad, de igualdad de g¨¦nero. Nos cre¨ªmos que nuestro machismo at¨¢vico ya era parte del pasado con tanta ministra, una vicepresidenta primera y rompedoras pol¨ªticas de igualdad. Han bastado un par de cambios en el Gobierno, el cese de la vicepresidenta De la Vega y la eliminaci¨®n de dos ministras para que volvieran las esencias patrias. La superestructura tan bienintencionadamente construida por Zapatero se ha acabado desvelando como tal, como un acto de quijotismo en un pa¨ªs de sanchopanzas machistas. No porque el Gobierno vaya a cambiar su enfoque favorable a la mujer, sino por el ruido y las reacciones que ha generado un m¨ªnimo cambio de fichas en la estructura de poder. Era la se?al que la horda masculina de nuestro pa¨ªs, siempre dominante, por supuesto, estaba esperando para volver a lo de siempre. Y no piensen que me estoy refiriendo solo a la derecha, que nunca disimul¨® su antipat¨ªa por las "ministras del Vogue"; me refiero tambi¨¦n a la izquierda, que no esconde su entusiasmo por tener al fin un Gobierno "con m¨¢s rubalcabas y menos bibianas".
La izquierda no oculta su entusiasmo por tener un Gobierno con menos 'bibianas' y m¨¢s 'rubalcabas'
El golpe de tim¨®n, y en esto coinciden unos y otros, derecha y mucha izquierda, era imprescindible, entre otras cosas, porque "?ya estaba bien de frivolidades!". La seriedad, se?ores, va asociada al poder masculino. Solo ¨¦l nos puede sacar del fango de la crisis econ¨®mica y puede proyectar la imagen adecuada para tiempos en los que hay que zafarse de "debilidades" y abordar la lucha final de la legislatura en condiciones ag¨®nicas.
Ahora hay que "comunicar" que se es fuerte, hay que echarle un par. ?Y qui¨¦n mejor para ello que quienes est¨¢n dotados por la naturaleza para hacerlo? La pol¨ªtica, esto es lo que se destila subrepticiamente de la recepci¨®n de la noticia del cambio de Gobierno, exige concentrarse en lo esencial cuando las cosas vienen mal dadas. Lo prioritario ahora es pasar al cuerpo a cuerpo, a una batalla de bayonetas y con toda la caballer¨ªa; desprenderse de lo superfluo, de lo que adorna pero no suma, como el Ministerio de Igualdad.
Si en lo econ¨®mico nos hab¨ªamos cre¨ªdo que ¨¦ramos como los pa¨ªses centrales de Europa, tambi¨¦n pensamos que en cuestiones de g¨¦nero ¨¦ramos Escandinavia. La Suecia del sur. No cabe duda de que hemos avanzado enormemente a este respecto, de que la mujer est¨¢ hoy en Espa?a muy por encima del var¨®n en algunas variables importantes, como titulaciones universitarias y presencia en algunos de los cuerpos de ¨¦lite de la Administraci¨®n, aunque encalle en los altos cargos directivos de las empresas y siga chocando contra el casi inevitable techo de cristal. Pero lo que no se ha logrado hasta ahora es exorcizar al macho irredimible de nuestro inconsciente colectivo. Ah¨ª sigue, agazapado, esperando la menor ocasi¨®n para hacerse presente. Y esa ocasi¨®n al fin ha llegado despu¨¦s de tan larga represi¨®n.
Se alegar¨¢ que, despu¨¦s de todo, sigue habiendo una mujer en el ministerio que hoy es el m¨¢s importante, el de Econom¨ªa. Pero no olviden que siempre se dijo que estaba ah¨ª para que Zapatero pudiera hacer y deshacer a sus anchas, no como con Solbes. O sea, la imagen de la mujer subordinada. Se dice tambi¨¦n que se mantiene la cuota femenina en el Gobierno, pero muchos creen que es solamente por eso, para "vestirlo", no por m¨¦ritos propios. Es decir, la imagen de la mujer florero. Hay quien puede pensar que el PP al menos se atreve con una mujer, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, para enfrentarse en el Parlamento al sabio comunicador Rubalcaba, que mata con elegancia. Pero ya vieron en su estreno del mi¨¦rcoles que su partido no se acababa de fiar y le cubrieron bien las espaldas con lo m¨¢s granado y masculino de su partido. Dos verdaderos perros de presa, Ignacio Gil-L¨¢zaro y Rafael Hernando. La imagen de la mujer como insegura y no fiable. Y, en fin, ah¨ª est¨¢n las rancias y rijosas declaraciones del alcalde de Valladolid; la mujer como objeto sexual del hombre.
Subordinadas, floreros, inseguras, volubles, objetos del deseo... De modo consciente o inconsciente siguen funcionando los estereotipos, que se trasladan con facilidad al espacio de la pol¨ªtica. Con el agravante en este caso de que a aquellos que osamos elevar la voz en su defensa enseguida se nos tapa la boca acus¨¢ndonos de ceder ante lo pol¨ªticamente correcto, como si lo normal, lo correcto de verdad, fuera tener que pensar en la l¨ªnea de lo dominante.
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