La segunda oportunidad del euro
Lleg¨® la hora de coordinar las pol¨ªticas econ¨®micas en la Uni¨®n. A ver qui¨¦n gana: los que quieren m¨¢s control presupuestario y m¨¢s Europa o los que prefieren que los Gobiernos manejen como deseen sus cuentas p¨²blicas
Es sabido que las crisis pueden convertirse en excelentes oportunidades de cambiar y mejorar las cosas. Y eso es exactamente lo que puede pasar con la gobernanza econ¨®mica, un paso de gigante en la construcci¨®n europea. En este proceso ha habido varios intentos de coordinar las pol¨ªticas econ¨®micas nacionales, pero todas han descarrilado. El Tratado de Maastricht, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y la Estrategia de Lisboa han sido los intentos m¨¢s recientes. Las causas que provocan el descarrilamiento son siempre las mismas: en la medida en que el Consejo de Ministros es el ¨®rgano encargado de decidir qui¨¦n y cu¨¢ndo ha incumplido con sus compromisos econ¨®micos, as¨ª como la pena que se le debe imponer, el proceso nace viciado. Ya se sabe que entre bomberos no se pisan las mangueras.
La crisis ha demostrado que la econom¨ªa europea era menos flexible que la americana
Los contribuyentes no est¨¢n dispuestos a pagar las extravagancias de Wall Street o la City
Para entender lo que est¨¢ pasando conviene recordar que la gobernanza ha sido un mantra del que todo el mundo ha hablado durante mucho tiempo sin que nadie se atreviese a ponerle el cascabel al gato. Pero las cosas han cambiado, porque los contribuyentes no est¨¢n dispuestos a volver a pagar las extravagancias de Wall Street o de la City. La crisis ha evidenciado que la econom¨ªa europea era menos flexible que la americana o la de los pa¨ªses emergentes, entre otras cosas porque ha fallado la Estrategia de Lisboa, que no establec¨ªa incentivos para los pa¨ªses cumplidores o sanciones para los m¨¢s perezosos. Y se ha evidenciado que tampoco ha funcionado el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, concebido para garantizar que la prodigalidad de los Gobiernos no arruinase los esfuerzos del Banco Central para mantener la estabilidad de precios, el dogma sobre el que se asienta la construcci¨®n europea.
La crisis oblig¨® a todos los pa¨ªses de la Uni¨®n a poner en marcha unas ayudas p¨²blicas astron¨®micas (m¨¢s de cuatro veces el PIB espa?ol) para evitar que el desastre financiero se convirtiese en recesi¨®n como ocurri¨® en 1929. Entre el 2008 y el 2010, el d¨¦ficit p¨²blico de la UE pas¨® del 2,3% al 7,5% del PIB; la deuda p¨²blica del 61,6% del PIB al 80%. La crisis demostr¨® tambi¨¦n que no ten¨ªamos botes de salvamento cuando el tsunami financiero lleg¨® a nuestras costas. Los ministros de Finanzas tuvieron que arbitrar deprisa y corriendo un mecanismo ad hoc (750 millardos de euros) para ayudar a los pa¨ªses de la zona euro con dificultades serias para refinanciar su deuda en los mercados internacionales, especialmente a Grecia. Todo para salvar al euro. As¨ª las cosas, la Comisi¨®n Europea ha puesto encima de la mesa un paquete de medidas bastante ambicioso. El Consejo de Ministros se descolg¨® con un acuerdo mucho menos ambicioso. El Consejo Europeo, por su parte, hizo un documento bastante vago y el Parlamento todav¨ªa no ha dado su opini¨®n, que es importante porque sin la aprobaci¨®n de la Euroc¨¢mara no hay acuerdo que valga.
Con este tel¨®n de fondo, se entiende bien que el Parlamento Europeo no quiera que el debate sobre la gobernanza econ¨®mica se salde una vez m¨¢s con un mero cambio cosm¨¦tico, siguiendo la vieja tradici¨®n de El Gatopardo. La Comisi¨®n ha puesto encima de la mesa un paquete que incluye cuatro piezas fundamentales: el "semestre europeo"; la reforma del Pacto de Estabilidad; el establecimiento de un sistema de control de los desequilibrios macroecon¨®micos y la puesta en marcha de un marco de gesti¨®n de crisis para los pa¨ªses miembros del euro.
Se conoce como "semestre europeo", la primera pieza del puzle, al periodo de seis meses durante el que se discutir¨¢n las pol¨ªticas presupuestarias de cada uno de los pa¨ªses miembros antes de que sean sometidas a sus respectivos Parlamentos. El Consejo Europeo definir¨¢, en marzo de cada a?o, los retos econ¨®micos de la Uni¨®n y aprobar¨¢ las orientaciones estrat¨¦gicas necesarias para afrontarlos. Teniendo en cuenta estas orientaciones, los Estados miembros llevar¨¢n a Europa, en abril, sus programas de estabilidad y convergencia; en ellos plasmar¨¢n sus estrategias presupuestarias a medio plazo y tambi¨¦n los programas nacionales de reformas en el que tendr¨¢n que hacer constar las pol¨ªticas que piensan adoptar en ¨¢mbitos como el empleo o la inclusi¨®n social. Para que esta coordinaci¨®n temprana funcione, los Estados miembros deber¨¢n adoptar procedimientos internos que incluyan a todas las Administraciones y que respondan escrupulosamente a las orientaciones europeas.
La segunda pieza del puzle es la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que apunta en tres direcciones: reforzar su dimensi¨®n preventiva -especialmente en ¨¦poca de vacas gordas-, asegurar su mejor cumplimiento y, sobre todo, dar m¨¢s protagonismo que hasta ahora a la deuda p¨²blica. Antes de la crisis, se crey¨® que bastaba con mantener el d¨¦ficit p¨²blico por debajo del 3% del PIB para que la deuda p¨²blica se situase mec¨¢nicamente por debajo del 60%. Como esta convergencia autom¨¢tica no ha funcionado, Dur?o Barroso, presidente de la Comisi¨®n, propone ahora lanzar el procedimiento de d¨¦ficit excesivo contra aquellos pa¨ªses cuya deuda sea superior al 60% del PIB aunque su d¨¦ficit p¨²blico est¨¦ por debajo del 3%, siempre y cuando no sean capaces de reducirla a la velocidad de crucero establecida en Bruselas.
La tercera pieza de este puzle afecta al control macroecon¨®mico. La crisis ha demostrado tambi¨¦n que las finanzas p¨²blicas no pueden ser contempladas como una especie de burbuja en el vac¨ªo; deben ser analizadas en el marco de la pol¨ªtica econ¨®mica general. Lo que se pretende es detectar los desequilibrios macroecon¨®micos de cada Estado miembro -incluidos los retrasos en materia de competitividad- antes de que dinamiten las cuentas p¨²blicas, tal y como ha ocurrido en Grecia. Cuando se detecte uno de ellos (alarma amarilla), se encargar¨¢ un an¨¢lisis a un grupo de expertos independientes, una especie de test de resistencia. Si se confirma que el riesgo existe, la Comisi¨®n formular¨¢ recomendaciones espec¨ªficas al pa¨ªs en cuesti¨®n. Cuando el pa¨ªs en cuesti¨®n no cumpla estas recomendaciones, la Comisi¨®n lo pondr¨¢ en "posici¨®n de desequilibrio excesivo" y lo someter¨¢ a un control reforzado que puede conducir a la adopci¨®n de las sanciones. Los planes de reforma nacionales ser¨¢n tambi¨¦n revisados por las instituciones europeas para garantizar que son coherentes con la nueva estrategia de crecimiento que llamamos Europa 2020.
La cuarta y ¨²ltima pieza es el establecimiento de un marco de gesti¨®n de crisis para los pa¨ªses de la zona euro. Se pretende as¨ª evitar madrugadas de infarto como la que se vivi¨® en el caso griego. La Comisi¨®n quiere establecer procedimientos claros y cre¨ªbles que regulen las ayudas a las que puedan tener acceso los pa¨ªses que se encuentran en una situaci¨®n econ¨®mica grave.
Quedan por resolver las cuestiones m¨¢s espinosas de las propuestas de la Comisi¨®n. Por ejemplo, qu¨¦ sanciones aplicar; hay quienes quieren suspender los derechos de voto de los pecadores; otros prefieren cerrarles el grifo de las ayudas comunitarias o imponerles multas. Otro asunto espinoso ser¨¢ determinar qui¨¦n toma la decisi¨®n; unos quieren que sea la Comisi¨®n o el Banco Central; otros abogan porque las sanciones sean aplicadas de forma autom¨¢tica; y tambi¨¦n hay quienes defienden actuar caso por caso. Tambi¨¦n ser¨¢ peliagudo definir en qu¨¦ momento actuar; cuesti¨®n clave porque de nada sirve establecer sanciones cuando el pa¨ªs en cuesti¨®n se ha endeudado hasta las cejas o haya dejado su econom¨ªa hecha unos zorros. Habr¨¢ que decidir tambi¨¦n qu¨¦ pasa con los pa¨ªses que no forman parte del euro, porque no tiene demasiado sentido que algunas de las sanciones previstas solo puedan aplicarse a los pa¨ªses de la zona euro.
Estas son a muy grandes rasgos las propuestas sobre "gobernanza econ¨®mica" de la que tanto se va a hablar en los pr¨®ximos meses. Aunque no todos coincidamos con las propuestas de la Comisi¨®n, sabemos que hay que retomar un debate que los Gobiernos aparcaron en el momento del nacimiento del euro y que resulta inaplazable despu¨¦s de una crisis que nos ha dejado tiesos: cuando se forma parte de un club, se tienen derechos, pero tambi¨¦n obligaciones. Lo que hay que ver es si ganamos los que queremos m¨¢s control presupuestario y m¨¢s Europa o los que prefieren seguir dejando que los Gobiernos hagan mangas y capirotes con sus cuentas p¨²blicas.
Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo Marfil es eurodiputado del PP y vicepresidente de la Comisi¨®n de Asuntos Econ¨®micos y Monetarios.
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