De 'La Revista Blanca' a 'Ajoblanco'
"Explotar al p¨²blico no es guiarlo, satisfacer sus pasiones o sancionar sus ideas no es mejorarlas: nosotros entendemos que se ha de ense?ar con el peri¨®dico, con el libro, con el drama y con todas las obras que interesan al coraz¨®n del pueblo y a sus ideas".
Editorial de La Revista Blanca, 1898
La educaci¨®n y la cultura fueron para el anarquismo, desde el momento mismo de su creaci¨®n, elementos necesarios para la liberaci¨®n de los obreros y la superaci¨®n de los males de una sociedad de clases en la que el conocimiento estaba reservado a las clases superiores. El uso de la palabra en la prensa y la literatura, como clave en la pedagog¨ªa libertaria, arranca tras la Primera Internacional y se adapta a los nuevos tiempos del siglo XX. A lo largo de este tiempo, la prensa anarquista se ha valido de todos los medios de difusi¨®n escritos: libros, folletos, revistas y peri¨®dicos. La diversidad de estilos, objetivos, regularidad, tirada o calidad hace imposible una m¨ªnima clasificaci¨®n. Entre las m¨¢s importantes figura La Revista Blanca, que nace en julio de 1898, dedicada a la "sociolog¨ªa, el arte y la ciencia". A lo largo de dos ¨¦pocas (Madrid, 1898-1905; Barcelona, 1923- 1936), publicar¨¢ teor¨ªa sobre anarquismo y movimiento obrero, internacionalismo y librepensamiento, literatura, historia, feminismo, actualidad pol¨ªtica, naturalismo y vegetarianismo. Fue editada por Joan Montseny (Federico Urales) y Teresa Ma?¨¦ (Soledad Gustavo) y lleg¨® a alcanzar una tirada de 8.000 ejemplares. Entre sus colaboradores figuraban Francisco Giner de los R¨ªos, Joaqu¨ªn Costa, Gumersindo Azc¨¢rate, Manuel Coss¨ªo, Alejandro Sawa, Jos¨¦ Nakens, Leopoldo Alas Clar¨ªn, Miguel de Unamuno, Jaume Brossa o Pere Coromines. Escribieron tambi¨¦n regularmente Anselmo Lorenzo, Diego Abad de Santill¨¢n, Rudolf Rocker, S¨¦bastien Faure, Teresa Claramunt y Federica Montseny. Public¨® suplementos como El Luchador y Tierra y Libertad. Alrededor de la revista, la editorial public¨® colecciones literarias de gran ¨¦xito popular, como La Novela Ideal o La Novela Libre.
El silencio y el vac¨ªo se instalan en Espa?a desde el final de la Guerra Civil. Con la venta de dos coches de segunda mano y unos peque?os ahorros, lo justo para editar el primer libro, La guerra civil espa?ola, de Hugh Thomas, cinco refugiados espa?oles fundaron en 1961 Ruedo Ib¨¦rico en Par¨ªs. Aunque su editor y uno de sus fundadores, Jos¨¦ Mart¨ªnez, proven¨ªa del anarquismo y las juventudes libertarias, cada uno ten¨ªa una ideolog¨ªa diferente. Unidos por la amistad y el sentimiento de que era necesario dotar de armas dial¨¦cticas y argumentos a la izquierda y en general a un pueblo espa?ol desinformado y manipulado, editaron libros que restablecieron la verdad hist¨®rica y analizaron los acontecimientos desde una perspectiva diferente. Con voluntad de independencia partidista, a lo largo de 20 a?os, Ruedo Ib¨¦rico aport¨® una libertad de juicio que otras editoriales del exilio no dispon¨ªan. Con el producto de la venta de ese primer libro, se public¨® El laberinto espa?ol, de Gerald Brenan. Comenz¨® entonces la primera de sus tres ¨¦pocas, en los a?os sesenta, de tipo antifranquista. Edit¨® otros libros importantes sobre nuestra guerra, los de Gabriel Jackson, Burnett Bolloten, Stanley Payne y Max Gallo. En los setenta ser¨ªa anticapitalista y abordar¨ªa los problemas del nacionalismo, las dictaduras del Cono Sur americano, Cuba, el carlismo, el imperialismo, el Opus Dei, la justicia y las c¨¢rceles franquistas, la mujer espa?ola, la sexualidad, el sindicalismo de CC OO, UGT, USO y CNT. En los ¨²ltimos a?os setenta, public¨® una docena de libros de signo libertario, el importante El eco de los pasos, de Juan Garc¨ªa Oliver; Guerra, exilio y c¨¢rcel de un anarcosindicalista, de Cipriano Mera, y otros de Peirats, C¨¦sar M. Lorenzo, Carlos D¨ªaz, Jos¨¦ Borr¨¢s, Octavio Alberola/Ariane Gransac y Juan Mart¨ªnez Alier. Durante la ¨²ltima etapa del franquismo fue un medio insustituible para comunicar ideas y un lugar, sobre todo en Cuadernos de Ruedo Ib¨¦rico, donde toda persona pod¨ªa publicar. Los libros, como un man¨¢ de libertad que alimentaba el coraz¨®n y el ¨¢nimo, pasaban clandestinamente la frontera e iban de mano en mano. Su importancia decay¨® con la llegada de la democracia y el traslado a Espa?a. Los buenos tiempos de la lucha contra Franco ya no volver¨ªan y Jos¨¦ Mart¨ªnez falleci¨® en 1986, desilusionado por no poder jugar un papel que a¨²n cre¨ªa posible en la sociedad espa?ola. Tambi¨¦n desapareci¨® la m¨ªtica Ajoblanco. Hoy d¨ªa no existe ninguna revista que se parezca un ¨¢pice a aquella que naci¨® en 1974 para agitar el pensamiento y propiciar la contestaci¨®n al sistema. Ajoblanco exudaba libertad y amor por lo libertario. Los articulistas, contestatarios y contraculturales, herederos de una gauche divine que en bastantes casos les ignor¨®, pretend¨ªan revolucionar el pensamiento y la acci¨®n. Los fundadores, con Pepe Ribas a la cabeza, continuaron dos d¨¦cadas con aquel empe?o de ense?ar a pensar y combatir el pensamiento burgu¨¦s y adocenado, a pesar de las dificultades econ¨®micas que la hicieron desaparecer por temporadas hasta su definitivo silencio en 1999. Desde entonces los fanzines, folletos, y p¨¢ginas de Internet intentan seguir aquella primera idea de La Revista Blanca: ense?ar con todo lo que interese al coraz¨®n del pueblo y a sus ideas.
Alfonso Domingo (Tur¨¦gano, Segovia, 1955) es director de documentales y escritor. Es autor de El ¨¢ngel rojo, la historia del anarquista Melchor Rodr¨ªguez (Editorial Almuzara. C¨®rdoba, 2009. 403 p¨¢ginas. 22 euros).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.