El chiste verde
?Qu¨¦ es lo que tiene en la cabeza el alcalde de Valladolid? No lo s¨¦, ni me interesa, como no me interesa lo que tiene en la cabeza tanta gente con la que a lo largo de los d¨ªas ejercito mi paciencia, ese m¨²sculo que las mujeres, los negros, los homosexuales, los inmigrantes, los pobres, los jud¨ªos en seg¨²n que sitios, los musulmanes en seg¨²n que otros, y tantos seres humanos que por diversas razones se ven con frecuencia en condici¨®n de subordinados, ejercitan como si fueran deportistas de carreras de fondo. No quiero saber si el se?or alcalde dijo lo que dijo porque piensa que las mujeres (las que no militan en su partido) alcanzan un puesto por m¨¦ritos inconfesables o es que desde que asumi¨® el cargo descubri¨® algo que vuelve humoristas a muchos pol¨ªticos: que dijera lo que dijera siempre tendr¨ªa micr¨®fonos delante y unos cuantos pelotas dispuestos a re¨ªrle las gracias. No s¨¦ lo que tiene en la cabeza. S¨¦ lo que dijo. Tambi¨¦n lo saben la se?ora De Cospedal y el se?or Rajoy. De la se?ora De Cospedal, como de todas las mujeres que ostentan cargos en el PP, me decepciona que aun afeando las palabras de su compa?ero pase a perdonarlo en una misma frase. Debiera de saber la se?ora Cospedal que si a ella la respeta es por una raz¨®n mezquina: militan en el mismo partido. Los pol¨ªticos espa?oles han conseguido que esa sea su raz¨®n suprema. En cuanto al se?or Rajoy, ay. Qu¨¦ malo es dejarse querer por aquellos que tan a menudo escupen por sus bocas la palabra maric¨®n o zorra. Si el se?or Rajoy hubiera cortado por lo sano este lamentable asunto animando a dicho alcalde a que abandonara el puesto, no hubiera provocado que en tantos foros acabaran ri¨¦ndole la gracieta a este gran humorista de la taberna pol¨ªtica. Pero Rajoy es ese hombre que tiene cosidas las manos dentro de los bolsillos y solo levanta los hombros de vez en cuando como diciendo "esto no va conmigo". Esa disculpa impl¨ªcita concede razones tramposas a quien no est¨¢ dispuesto a respetar la dignidad del adversario: la culpa de todo, dicen, la tiene Paj¨ªn, por incompetente. ?Qu¨¦ tendr¨¢ que ver una cosa con la otra? ?Haremos tambi¨¦n chistes racistas con un negro si un d¨ªa llega a ostentar un puesto y consideramos que no est¨¢ suficientemente preparado? Hay personas que ante el comentario del se?or alcalde se llevaron las manos a la cabeza. Ser¨¢ porque no leen determinadas columnas, no escuchan algunas tertulias o no son sensibles a la rabia que la presencia de las mujeres en la vida p¨²blica ha provocado en ciertos hombres, aplaudidos pat¨¦ticamente por ciertas mujeres. Periodistas, columnistas y pol¨ªticos, responsables de la pedagog¨ªa democr¨¢tica, llevan trabajando durante a?os para que los gritos, los insultos, las alusiones al f¨ªsico, la indumentaria, el origen de las personas o sus preferencias sexuales sean moneda corriente en la vida p¨²blica. Cuando los estudiantes de periodismo me preguntan si me someto a autocensura en estos art¨ªculos, respondo aquello que en principio no esperan o¨ªr: ?claro que s¨ª! Pienso dos veces lo que escribo, me arrepiento si he herido sin fundamento a alguien y no me f¨ªo de las personas que presumen de soltar lo primero que se les viene a la boca. Detesto la sinceridad patosa e hiriente. Escribo sometida a una norma estricta: todos los seres humanos tienen los mismos derechos. No vale sacarle los colores a un pol¨ªtico de la derecha m¨¢s rancia y celebrarle el chistecillo a Guerra cuando llama "maripos¨®n" a Rajoy o a Blanco cuando habla de aquellos a los que se les ve "el plumero". Si fueron educados en otra Espa?a, que se reformen. Pueden aprender de muchos ancianos espa?oles que sin haber tenido estudios, tribuna desde la que ser escuchados, coches oficiales y una nube de pelotas a su alrededor, aprendieron aceleradamente lo que es la democracia. Hoy disfrutan de haber tra¨ªdo al mundo hijas independientes, han sabido aceptar la condici¨®n gay de alg¨²n hijo o nieto y han ensanchado en suma su tolerancia. Ahora muchos de ellos est¨¢n asustados por c¨®mo hablamos en las televisiones, por la groser¨ªa con la que escribimos, por la constante falta de respeto al buen gusto que demostramos con nuestras palabras. ?Se merecen este espect¨¢culo tan zafio? En el revuelo de comentarios cr¨ªticos que siguieron a las declaraciones del se?or alcalde se afirmaba que era la presencia de las mujeres en pol¨ªtica la que ven¨ªa provocando esta reacci¨®n furiosa. Tal vez sea lo m¨¢s visible, pero no es el ¨²nico sector que padece la burla de esos resentidos que no aceptan como iguales a los que son distintos de ellos. No hay mujer que en su vida no haya padecido la condescendencia masculina, no hay mujer que no haya tenido que soportar en el trabajo el dichoso diminutivo que ani?a, no hay mujer que tenga un trabajo p¨²blico que no haya sentido que se la juzgaba de manera distinta por serlo. La paciencia es el m¨²sculo m¨¢s desarrollado de las mujeres. No s¨¦ qu¨¦ tiene en la cabeza el alcalde de Valladolid. S¨¦ lo que dijo. Y no puedo evitar pensar que siendo, como este se?or ser¨¢, un defensor de la instituci¨®n familiar, ?no le dio verg¨¹enza que un comentario tan soez llegara a o¨ªdos de sus hijos? Nuestros padres acostumbraban a echarnos del cuarto y a bajar la voz cuando iban a contar un chiste verde.
Qu¨¦ malo es dejarse querer por aquellos que a menudo escupen por sus bocas la palabra maric¨®n o zorra
Al alcalde de Valladolid ?no le dio verg¨¹enza que un comentario tan soez llegara a o¨ªdos de su hijos?
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