Harry Mulisch, el escritor holand¨¦s m¨¢s traducido
Era de origen jud¨ªo y su obra estuvo marcada por la II Guerra Mundial
De Harry Mulisch, el escritor holand¨¦s fallecido el pasado s¨¢bado en ?msterdam, a los 83 a?os, sol¨ªa contarse una an¨¦cdota no del todo desmentida. Su caf¨¦ favorito era el del hotel Americain, un edificio modernista en el centro de la capital. All¨ª acud¨ªa a menudo, y cuando estaba lleno le ped¨ªa a un camarero que le llamara por el servicio de altavoces. En realidad, nadie le requer¨ªa. No era m¨¢s que un truco para poder levantarse y que todo el local le viera avanzando hacia el tel¨¦fono. Cierto o no, el curioso suceso no hac¨ªa justicia a uno de los autores m¨¢s laureados, y le¨ªdos, de los Pa¨ªses Bajos. Era algo vanidoso, es cierto. Y sus colegas sol¨ªan parecerle "muy aburridos", pero nunca perdi¨® su inter¨¦s por aprender. Por ser fiel a sus principios sin complacer a los dem¨¢s. ?l lo llamaba su "anticarisma", aunque era tambi¨¦n una fuerza interior que le mantuvo joven de esp¨ªritu hasta que un c¨¢ncer se lo llev¨® rodeado de su familia.
Hijo de un banquero que emigr¨® del extinto Imperio Austro-H¨²ngaro y de una dama jud¨ªa de Amberes, Mulisch sol¨ªa decir que personificaba la II Guerra Mundial. Sus padres se divorciaron cuando ten¨ªa nueve a?os, pero ¨¦l le debe la vida, junto con su madre, a su progenitor. Mulisch padre trabajaba en el banco Lippmann-Rosenthal & Co., custodio de los bienes supuestamente confiados por los jud¨ªos deportados. Al manejar datos personales de la comunidad perseguida, pudo librarles del Holocausto. La familia materna, sin embargo, pereci¨® casi toda a manos de los nazis. A Mulisch le gustaba mostrar fotos de su ni?ez, junto a su madre, que era muy bella.
En 1952, el joven escritor irrumpi¨® en la escena literaria nacional con Archibald Strohalm, una novela de cr¨ªtica social. Con el tiempo, su producci¨®n, una mezcla de mito y realidad muy lograda, le convirti¨® en uno de los Tres Grandes. Los otros eran sus colegas Willem Frederik Hermans y Gerard Reve, ya desaparecidos, y marcados por la misma guerra. Mulisch, adem¨¢s, era el autor holand¨¦s m¨¢s traducido de su tierra. Y de que dos de sus novelas fueran filmadas con gran ¨¦xito. El atentado gan¨® en 1987 el Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera y un Globo de Oro. En 2001, se adapt¨® El descubrimiento del cielo, su trabajo m¨¢s ambicioso.
Cuando le preguntaban su opini¨®n sobre la literatura traducida a la gran pantalla, contestaba con iron¨ªa: "Lo peor que podr¨ªa pasarme es que una pel¨ªcula fuera mejor que mi libro. Lo ideal ser¨ªa que una parte del p¨²blico solo leyera la novela y el resto fuera solo al cine. Pero es verdad que cuando una escena capta bien el libro, devuelve sensaciones que el escritor no lograr¨ªa sin una imagen", dec¨ªa.
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