Eros y reacci¨®n
La editorial Ariel publica dos ensayos filos¨®ficos, uno de hace m¨¢s de cuarenta a?os y otro actual, que representan inmejorablemente el giro intelectual del ¨²ltimo medio siglo. El primero es Eros y civilizaci¨®n de Herbert Marcuse, actualizado con un inteligente pr¨®logo de ?lvaro Pombo. Quiz¨¢ este libro sea el que mejor condensa el sentido de las revueltas del a?o 1968.
Apoy¨¢ndose en Freud, aunque sobre todo por su valor simb¨®lico, Marcuse critica la represi¨®n de la sensualidad er¨®tica que impone la civilizaci¨®n de la productividad a ultranza. Lo que pudo ser imprescindible en ¨¦pocas primitivas ahora se ha convertido en superfluo: "La tecnolog¨ªa opera contra la utilizaci¨®n represiva de la energ¨ªa en tanto que minimiza el tiempo necesario para la producci¨®n de las necesidades de la vida, ahorr¨¢ndolo as¨ª para el desarrollo de las necesidades m¨¢s all¨¢ del campo de la necesidad y el consumo necesario". El verdadero progreso no estriba en la multiplicaci¨®n de artefactos que controlen la vida cotidiana, sino en su empleo para disminuir "los efectos del pecado original" que nos condena a penar laboriosamente, seg¨²n dijo Baudelaire. La imaginaci¨®n y el arte mantienen abierta una promesa de liberaci¨®n gozosa que el orden vigente conculca en nombre de una necesidad que ya no lo es.
Los profetas del 68 propician con sus falaces esperanzas que se avasallen las libertades
La utop¨ªa revolucionaria ser¨¢ transformar la sociedad para liberar a los individuos, lo que desde luego no estaba en el programa m¨¢s bien pesimista de Freud. Contra ello escribe ahora Roger Scruton en su libro Usos del pesimismo, que quiere prevenir del peligro de las falsas esperanzas. Opina que el optimismo de los utopistas nunca conoce l¨ªmites sino solamente obst¨¢culos para sus proyectos, que desde?an arrolladora y totalitariamente la trama de acuerdos y pactadas reformas para regenerar efectivamente la vida en com¨²n. "La ley", dice Scruton, "existe para resolver los conflictos entre seres libres, no para conducirlos a la salvaci¨®n". Los profetas y herederos del 68 han favorecido con sus esperanzas falaces el avasallamiento de las libertades reales de los ciudadanos en lugar de su potenciaci¨®n.
En el terreno de la religi¨®n, tanto Marcuse como Scruton discrepan de lo que Freud consider¨® "el futuro de una ilusi¨®n". El pensador ingl¨¦s cree que gracias a ella podemos vernos libres de la fe totalitaria en tir¨¢nicos para¨ªsos terrenales, mientras que el alem¨¢n dice que all¨ª donde conserva aspiraciones a la paz y la felicidad "sus ilusiones tienen todav¨ªa un valor verdadero mayor que la ciencia, que trabaja por su eliminaci¨®n".
Marcuse consideraba que las llamadas "perversiones" sexuales tienen un valor subversivo porque se rebelan contra el orden represivo que convierte lo normal y lo ¨²til en equivalente de lo bueno. Pero la permisividad oficializada acaba con la subversi¨®n y da paso al comercio y al puritanismo como instrumento de lucha partidista. Aqu¨ª tambi¨¦n gana hoy Scruton por goleada.
No es f¨¢cil que veamos reimpresiones de cl¨¢sicos subrepticios de hace d¨¦cadas, como Las menores de diecis¨¦is a?os, de Gabriel Matzneff (publicada en una colecci¨®n de Julliard titulada Mi mayor afici¨®n), o Emilio pervertido, del fil¨®sofo Ren¨¦ Scher¨¦r (que adem¨¢s era hermano de Eric Rohmer): acabar¨ªan en la hoguera, junto a sus autores. Los esc¨¢ndalos de Polanski y S¨¢nchez Drag¨®, crucificados o defendidos seg¨²n el gusto pol¨ªtico de cada inquisidor, son todo un revelador m¨¢ster en hipocres¨ªa.
Algunas librer¨ªas han decidido no vender el libro de Drag¨®: seg¨²n o¨ª en una tertulia de la SER, personas respetables est¨¢n de acuerdo con esta objeci¨®n de conciencia. Supongo que tambi¨¦n apoyar¨¢n a las farmacias que no vendan a las jovencitas la p¨ªldora del d¨ªa despu¨¦s o a los videoclubs que proscriban las pel¨ªculas de Polanski. Soy menos favorable a este boicot por haberlo sufrido en carne propia. Hace unos a?os las librer¨ªas de una cadena propiedad de gente piadosa lo aplicaron a un libro m¨ªo por haber dicho -equivoc¨¢ndome, ay- que Zapatero merec¨ªa un margen de confianza en su trato con el entorno de ETA. Ya ven, la reacci¨®n va por barrios...
Babelia
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