?ltimo acto de un drama sin fin
Antonio Me?o asiste en coma a la vista definitiva del Tribunal Supremo sobre la operaci¨®n de est¨¦tica que lo dej¨® en estado vegetativo hace 21 a?os
Antonio Me?o estuvo media hora presente en su juicio. Incapaz de comunicarse con palabras, al tercer grito mudo que solt¨®, dejando en un pudoroso silencio a jueces, abogados y p¨²blico e interrumpiendo de nuevo la sesi¨®n, lo sacaron afuera, inm¨®vil, en su silla de ruedas. Despu¨¦s de 505 d¨ªas postrado en una caseta que montaron sus padres en la calle para reclamar "justicia" p¨²blicamente, Me?o, de 42 a?os, en coma desde los 21 por una operaci¨®n de cirug¨ªa est¨¦tica, fue trasladado ayer al Tribunal Supremo para estar en el ¨²ltimo acto de su drama.
La corte celebr¨® una vista oral para decidir si estima la demanda de revisi¨®n presentada por sus padres: un nuevo testigo afirma que hubo una negligencia en el quir¨®fano de la cl¨ªnica donde lo operaron, versi¨®n opuesta a la que ha venido prevaleciendo durante dos d¨¦cadas de pleitos sobre el caso.
"La declaraci¨®n del testigo es contundente", afirm¨® el fiscal
El enfermo sali¨®, tras 505 d¨ªas, de una caseta de madera en la calle
Me?o solo mueve la cabeza y hace muecas con los ojos y la boca
La defensa advirti¨® de que "lo humano no puede pasar por encima de la ley"
El Supremo dict¨® una sentencia en 2008, respaldando otra anterior de la Audiencia Provincial, en la que absolvi¨® a la cl¨ªnica privada (Nuestra Se?ora de Am¨¦rica), al anestesista (todo el proceso se ha centrado en una supuesta negligencia de este) y conden¨® a los padres de Me?o a pagar 400.000 euros a los demandados por los gastos judiciales, embargando la casa que sus padres, dos fruteros jubilados, tienen en M¨®stoles. Poco despu¨¦s, la familia se instal¨® con su caseta en la plaza de Jacinto Benavente, a unos pasos de una sede del Ministerio de Justicia, cubriendo la chabola de pancartas reivindicativas.
Ahora, tras o¨ªr la declaraci¨®n del nuevo testigo, el tribunal tiene dos opciones: una, rechazar el testimonio y ratificarse en su sentencia previa; otra, estimarlo, anular todo el proceso judicial y devolver el caso a un juzgado de primera instancia.Tres magistrados del Tribunal Supremo oyeron ayer durante m¨¢s de cuatro horas las versiones del nuevo testigo y del anestesista -que tuvo que declarar otra vez-, adem¨¢s de los argumentos del abogado del hombre en coma y de los cuatro defensores de la parte demandada. El fiscal tom¨® la palabra al final: "La declaraci¨®n del testigo es contundente. Habr¨¢ que llevarla a los ¨®rganos judiciales para que se valore con el resto de pruebas encima de la mesa". La decisi¨®n del tribunal se conocer¨¢ en breve.
La jornada del hombre en coma empez¨® a las nueve y media de la ma?ana, cuando sus padres, dos sexagenarios de M¨®stoles, lo sacaron en silla de ruedas de la chabola de madera y lonas de pl¨¢stico donde protestan desde hace un a?o y cinco meses por lo que consideran una injusticia. Fuera esperaban c¨¢maras de televisi¨®n, fot¨®grafos y redactores de prensa.
Antonio Me?o, que qued¨® en coma hace 21 a?os durante una operaci¨®n de cirug¨ªa est¨¦tica, un simple retoque de nariz, sali¨® ayer por primera vez de la caseta de madera y lonas de pl¨¢stico que montaron sus padres hace 506 d¨ªas en la plaza de Jacinto Benavente, a unos pasos de una sede del Ministerio de Justicia.
Paralizado en su silla de ruedas, con la luz de la ma?ana d¨¢ndole en la cara, de color de cera, Me?o empez¨® a dar gritos que parec¨ªan de dolor o de angustia. Es imposible conocer la raz¨®n de sus reacciones. Su cerebro se lesion¨® gravemente durante la operaci¨®n y perdi¨® la capacidad de hablar. Solamente mueve la cabeza y hace muecas con los ojos y la boca. Tambi¨¦n es capaz de agitar algo los brazos y las piernas.
Sus padres lo llevaron en furgoneta al Tribunal Supremo. En el trayecto continu¨® el sufrimiento de Me?o con sus gritos guturales. Su madre, Juana Ortega (que no se ha movido de su lado desde que se qued¨® inerte hace 21 a?os, menos si cabe en los ¨²ltimos 17 meses en la calle), le respond¨ªa con una severa ternura: "A ver si vas a ser un cobarde ahora. ?No vas a aguantar en el ¨²ltimo momento?", dec¨ªa la mujer, de 64 a?os, de pie dentro del coche, encorvada contra el techo para no perderle la cara a su hijo ni un segundo.
Al llegar al Supremo, sobre las diez de la ma?ana, de nuevo los flashes de las c¨¢maras. La expectaci¨®n que ha creado el caso Me?o gener¨® un barullo inusual en el solemne edificio del alto tribunal. "?Hab¨¦is visto el circo que se ha montado aqu¨ª!", le dec¨ªa una empleada de la corte a sus compa?eros en los pasillos.
La Sala Primera de lo Civil se llen¨® con m¨¢s de 80 personas que asistieron a la vista oral (no era un juicio, sino un acto en el que los magistrados del Supremo escuchaba a las partes para ver si estiman la demanda de revisi¨®n -anulaci¨®n de sentencias previas y reapertura del proceso judicial- de los padres de Me?o).
El n¨²cleo de la vista fue la declaraci¨®n del m¨¦dico que se encontr¨® de manera casual, seg¨²n su versi¨®n y la de la familia, a los Me?o en la plaza de Jacinto Benavente. Ignacio Frade afirma que estuvo en el quir¨®fano como aprendiz. Sostiene que durante la operaci¨®n el tubo por el que respiraba el paciente se solt¨® de la m¨¢quina, sin que el anestesista, ocupado en una intervenci¨®n simult¨¢nea, de acuerdo con la versi¨®n de Frade, volviese a la habitaci¨®n hasta "cinco minutos" despu¨¦s.
La defensa de los demandados (cuatro letrados que protegen a la cl¨ªnica, al anestesista y a sus dos aseguradoras) pregunt¨® al testigo por qu¨¦ no hab¨ªa hablado antes. "Yo imaginaba que [Me?o] hab¨ªa muerto. Cuando lo vi en la calle me pareci¨® tan espeluznante que decid¨ª contar la verdad", respondi¨® el m¨¦dico.
Frade a?adi¨® que en un principio el cirujano de la operaci¨®n, ya fallecido, le dijo que la familia hab¨ªa sido indemnizada y que el anestesista hab¨ªa cargado con la culpa. Eso dict¨® en 1993 la primera sentencia de un juzgado de lo penal; luego vinieron los recursos y el caso se volvi¨® en contra de la familia Me?o, condenada por el Supremo en 2008 a pagar los gastos judiciales.
El testimonio de Frade fue cuestionado con insistencia por los abogados defensores, que resaltaron que durante a?os de pleitos se han dictado sentencias dando por verdaderas las versiones de la cl¨ªnica y el anestesista.
Pero su idea fuerza fue otra, m¨¢s formal que relativa a los hechos: reivindicar que una sentencia en firme del Supremo, por ley, no tiene vuelta atr¨¢s, a excepci¨®n de unos supuestos "extraordinarios" que, seg¨²n ellos, no se cumplen en este caso.
La demanda de revisi¨®n de la familia Me?o se basa en una supuesta maquinaci¨®n fraudulenta, esto es, que se ocult¨® en los juicios la existencia de Ignacio Frade. La contestaci¨®n del abogado del anestesista fue estrictamente jur¨ªdica: "En su momento no pidieron que acudiesen a declarar los testigos de la operaci¨®n, as¨ª que no se tap¨® nada".
Los Me?o tuvieron otro abogado hasta la ¨²ltima sentencia del Supremo. Su nuevo abogado, Luis Bertelli, reconoci¨® ayer que entonces no se pidi¨® el testimonio de todos aquellos que estuvieron en el quir¨®fano. Formalmente, de acuerdo con la interpretaci¨®n de la defensa, no se ocultaron pruebas, pues tampoco se pidieron.
Los dem¨¢s letrados se ci?e-ron a esta raz¨®n, aunque por momentos pasaron a advertir a los magistrados del Supremo sobre el peligro de los "sentimentalismos" o de que lo "humanitario" hiciese que se dejase de lado la "aplicaci¨®n de la ley".
El fiscal tuvo la ¨²ltima palabra. Pidi¨® con firmeza la reapertura del caso, "a¨²n rompiendo el principio sagrado de la inquebrantabilidad de la sentencia en firme". La decisi¨®n qued¨® en manos de los tres magistrados del tribunal. En pocos d¨ªas se conocer¨¢ el desenlace final del drama de Antonio Me?o.
El recodo final del 'caso Me?o'
- El nuevo testimonio. Ignacio Frade, un m¨¦dico que afirma que estuvo en el quir¨®fano donde Me?o qued¨® en coma, ausente en los juicios anteriores, acusa al anestesista, F. M. M., de estar atendiendo otra operaci¨®n cuando, seg¨²n su versi¨®n, se desenchuf¨® la m¨¢quina de respiraci¨®n asistida a la que el paciente estaba conectado.
- La versi¨®n del acusado. El m¨¦dico acusado se reafirm¨® en la explicaci¨®n de los hechos que mantuvo en anteriores juicios y que hasta el momento se ha dado por v¨¢lida. Que Me?o vomit¨® en el posoperatorio, cuando hab¨ªa recuperado la respiraci¨®n, lo que le asfixi¨® el cerebro por falta de ox¨ªgeno. Afirm¨® que la versi¨®n de Frade era "absolutamente falsa" y neg¨® que estuviera en el quir¨®fano.
- El cerrojazo formal de la defensa. Los abogados de la cl¨ªnica y del anestesista defendieron que la sentencia de 2008 del Supremo no se puede enmendar. Razonaron que no se cumple el supuesto de maquinaci¨®n fraudulenta (que la cl¨ªnica ocult¨® la existencia de otro testigo), porque durante los juicios previos la parte demandante no pidi¨® que acudiesen a declarar todos los posibles testigos presenciales.
- La ¨²ltima palabra del fiscal. La Fiscal¨ªa termin¨® la vista pidiendo a los magistrados que anulen su sentencia anteriory reabran el caso ante la "contundente" declaraci¨®n delnuevo testigo.
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