El Prado reivindica al rey de los pintores
El museo exhibe sus fondos completos del artista m¨¢s admirado de su ¨¦poca - La pinacoteca alberga la mayor colecci¨®n mundial del maestro de Amberes
"Mire esa maravillosa cabeza de caballo, ?no se parece a Nicole Kidman?". Alejandro Vergara, jefe de conservaci¨®n de pintura flamenca del Museo del Prado, es un erudito apasionado capaz de mezclar a una actriz de Hollywood con Plinio el Viejo para, delante de la Lucha de san Jorge y el drag¨®n, explicar que Rubens fue el primer artista de la historia en pintarle babas a los caballos. El objetivo era acentuar la sensaci¨®n de vida y el resultado fue que todos los que vinieron tras ¨¦l lo imitaron.
La figura de Peter Paul Rubens (1577-1640) es tan contundente como algunos de sus cuadros. La Adoraci¨®n de los Magos, por ejemplo, un lienzo de casi cinco metros en el que el artista flamenco se autorretrat¨® con espada y cadena de oro. ?l hab¨ªa pintado una versi¨®n m¨¢s peque?a de la obra en 1609 y veinte a?os despu¨¦s retoc¨® algunas figuras y a?adi¨® otras, entre ellas a s¨ª mismo. El gesto, nada gratuito, ten¨ªa su fundamento: para entonces era, de lejos, el pintor m¨¢s admirado del planeta.
La muestra destaca el valor de un creador olvidado por el gran p¨²blico
"Es v¨ªctima de la sobriedad del gusto moderno", dice el comisario
De Rubens se conservan 1.500 cuadros y cerca de 9.000 dibujos, pero casi ninguno lleva su firma. No lo necesitaba: los monarcas de Europa se disputaban sus servicios. Noventa y tres de esas obras -el doble que de vel¨¢zquez o tizianos- se guardan en el Prado. No hay en el mundo otra pinacoteca m¨¢s rica en ¨®leos del pintor de Amberes. Desde hoy y hasta el 23 de enero de 2011, 90 rubens -falta alguna pieza comprometida en pr¨¦stamo- pueden verse en el museo madrile?o en un montaje rompedor que no ocupa m¨¢s que dos salas de la ampliaci¨®n de Moneo.
Ordenados cronol¨®gicamente y apenas separados por unos cent¨ªmetros, tal y como se mostraban antiguamente en muchos talleres, los cuadros forman "una coreograf¨ªa" que Miguel Zugaza, director de la instituci¨®n, define como "almac¨¦n visitable, instalaci¨®n, gabinete, Rubens de 360 grados, Rubens sin fin...".
La muestra, comisariada por Alejandro Vergara, pretende llamar la atenci¨®n del p¨²blico sobre un pintor que nunca ha perdido el favor de artistas, historiadores y cr¨ªticos pero que parece haber ca¨ªdo en desgracia para el gusto contempor¨¢neo. "Se le ve como ret¨®rico y antiguo", explica Vergara. "Ha sido v¨ªctima de la idea de progreso aplicada a las artes y de una modernidad asociada a la sobriedad y el minimalismo". Para ¨¦l, sin embargo, el apego de Rubens a la Antig¨¹edad cl¨¢sica -m¨¢s que con otros pintores se le ha comparado con Homero- es uno de los grandes valores de este "pintor gigantesco y sabio": "Nos hace viajar m¨¢s lejos".
Tan lejos como a un mundo que entre los siglos XVI y XVII viv¨ªa su gran crisis y la explosi¨®n del primer capitalismo despu¨¦s de que el oro que llevaba cien a?os llegando desde Am¨¦rica facilitara la construcci¨®n de palacios cuyas paredes hab¨ªa que llenar con arte. Los tapices eran muy caros y los artistas se vieron inmersos en una suerte de producci¨®n semi-industrial de pintura.
En ese escenario triunf¨® Rubens, que ocup¨® el trono vacante desde la muerte de Rafael y convirti¨® su taller en una factor¨ªa en la que llegaron a trabajar hasta 25 ayudantes, algunos tan ilustres como Van Dyck. En una carta a un noble brit¨¢nico que requer¨ªa sus servicios revela que las telas pintadas enteramente "de su mano" costaban el doble que aquellas en las que su participaci¨®n se limitaba al boceto o los retoques.
Justo cuando las artes buscaban reconocimiento, ¨¦l se convirti¨® en un profesional reconocido que hablaba seis idiomas, ejerc¨ªa como coleccionista y diplom¨¢tico -lleg¨® a negociar un tratado de paz entre Inglaterra y Espa?a- y se constru¨ªa en Amberes una casa a la altura de su enorme colecci¨®n particular, la vivienda de alguien digno de compartir escena con Melchor, Gaspar y Baltasar. No extra?a, as¨ª, que durante d¨¦cadas fuera un verdadero referente para sus colegas, el rey de los pintores de un tiempo que tuvo entre sus contempor¨¢neos a figuras de la ciencia y de la cultura como Galileo, Descartes, Shakespeare o Cervantes.
"No hay proyecto, por grande o variado que sea, que supere mi coraje", escribi¨® Rubens en una carta de 1921, y la exposici¨®n del Prado es la m¨¢s rotunda ilustraci¨®n de esa frase: escenas mitol¨®gicas y religiosas, retratos de ap¨®stoles, nobles y reyes, bodegones y paisajes, Rubens sin fin, efectivamente. Mucho m¨¢s, como bromea Vergara, que "mujeres gordas desnudas".
Pero adem¨¢s de una explosi¨®n de vitalidad y talento, color y carne, la muestra es tambi¨¦n la historia de una obsesi¨®n, la del rey Felipe IV, que a finales de la d¨¦cada de 1630 se convirti¨® en el principal coleccionista del maestro flamenco. Rubens visit¨® Espa?a por segunda vez en 1628, se aloj¨® durante ocho meses en el Alc¨¢zar real, copi¨® compulsivamente a Tiziano y convivi¨® con Vel¨¢zquez, 22 a?os menor que ¨¦l.
Tiempo despu¨¦s, y fiel a su obsesi¨®n, Felipe IV, que ya ten¨ªa decenas de rubens en la Torre de la Parada, una pabell¨®n de caza cercano al Pardo, quiso tener copia de todos en su palacio de Madrid. Algunas de esas copias son las que pueden entreverse detr¨¢s de las infantas en Las meninas. Poco despu¨¦s de la desaparici¨®n del artista, el monarca espa?ol comprar¨ªa a sus herederos 15 nuevos cuadros, entre ellos, una tabla emblem¨¢tica: Las tres Gracias. "Considero que todo el mundo es mi pa¨ªs", escribi¨® en otra carta Peter Paul Rubens. Su nombre est¨¢ tan unido a la cultura espa?ola que aqu¨ª se le llama Pedro Pablo.
El favorito
- Rubens. El espect¨¢culo de la vida es el t¨ªtulo del documental dirigido por Miguel ?ngel Trujillo que el Museo del Prado acaba de publicar en DVD coincidiendo con la exposici¨®n. El bailaor Israel Galv¨¢n, la oscarizada dise?adora de vestuario Yvonne Blake, el fil¨®sofo Javier Gom¨¢ y el escritor Juan Bordes completan el vibrante retrato de un artista idolatrado en su tiempo al que nadie nombra ahora cuando, as¨ª arranca el filme, los visitantes del museo escuchan esta pregunta: ?Cu¨¢l es su pintor favorito?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.