Lo que no es noticia
Como sentaron los te¨®ricos de las ciencias de la informaci¨®n, el contenido de una noticia var¨ªa en funci¨®n de su probabilidad. Cuanto m¨¢s improbable sea, mayor ser¨¢ aqu¨¦l. Una pandemia que ocasione miles de muertos en ?frica o que un jefe militar d¨¦ un golpe de Estado e instaure una dinast¨ªa tribal apenas es noticia. Lo ser¨ªa en cambio si aquella acaeciera en la Uni¨®n Europea o alguno de sus presidentes decidiera perpetuar su mandato y nombrara heredero a su hijo. Ello causar¨ªa sorpresa y se convertir¨ªa en un notici¨®n.
Digo esto a prop¨®sito de lo que sucede en los territorios ocupados de Palestina desde hace d¨¦cadas, y desgranar¨¦ unos cuantos ejemplos que, por previsibles, merecen apenas la atenci¨®n de la prensa. Leemos un d¨ªa, en un peque?o recuadro, que unos colonos extremistas israel¨ªes incendiaron la mezquita de Beit Fajjar, una aldea situada al sur de Bel¨¦n, y nos enteramos de paso de que es el cuarto ataque organizado por aquellos contra templos musulmanes en los ¨²ltimos nueve meses: el contenido informativo de dichos actos vand¨¢licos es escaso y no acapara por tanto los portales de los medios.
Como es cotidiano, ya no se informa de las tropel¨ªas que sufren los palestinos en su propia tierra
Si los palestinos de Ham¨¢s o de la Yihad Isl¨¢mica prendieran fuego a cuatro sinagogas, los principales peri¨®dicos europeos y norteamericanos expondr¨ªan por el contrario, con todo lujo de detalles, el salvajismo de tales actos y sus editorialistas se rasgar¨ªan las vestiduras con justa indignaci¨®n.
El que unos colonos ultras armados con kalashnikovs irrumpan en los campos vecinos de su asentamiento ilegal y corten a hachazos los olivos centenarios de quienes tienen la mala suerte de vivir en la tierra de sus ancestros no es noticia: ocurre muy a menudo en la Cisjordania ocupada.
Tampoco son noticia el que una familia palestina sea desalojada a la fuerza de su vivienda en Jerusal¨¦n Este conforme al inexorable proceso de israelizaci¨®n de la ciudad, ni la imparable construcci¨®n del Muro que a¨ªsla a las ciudades y aldeas cisjordanas e impone a sus habitantes unas condiciones de vida m¨¢s crueles que las existentes en Sud¨¢frica en tiempos del apartheid, etc¨¦tera.
En cuanto a la situaci¨®n reinante en el gueto mis¨¦rrimo de Gaza, en donde se hacinan un mill¨®n y medio de palestinos sitiados por tierra, mar y aire, dicho atropello es considerado ya por algunos como un hecho natural del que son responsables los propios asediados por haber votado a Ham¨¢s.
El sufrimiento y la humillaci¨®n cotidianos de los palestinos han dejado de ser noticia. Solo los episodios de violencia y ataques brutales, como la operaci¨®n Plomo Fundido de diciembre 2008 en la que se machac¨® la Franja con bombas a¨¦reas, obuses y f¨®sforo blanco o el asalto a la flotilla humanitaria turca remueven a una opini¨®n mundial aletargada por la reiteraci¨®n de una violencia que es pan de todos los d¨ªas.
La ceguera ideol¨®gica y religiosa de los ultras que dictan la pol¨ªtica de Tel Aviv es solo comparable a la de quienes pretenden borrar del mapa al Estado jud¨ªo. Ahmadineyad y Lieberman -con su luminosa idea de "realojar" a los palestinos en Jordania- se complementan y fortalecen rec¨ªprocamente con su funesta ret¨®rica. ?nicamente quienes conservan un poco de lucidez y sentido de la justicia (no digo sentido com¨²n porque es muy poco com¨²n en los tiempos que corren) pueden abrir el camino que conduzca a la existencia de dos Estados con las fronteras internacionalmente reconocidas de antes de la Guerra de los Seis D¨ªas.
Desdichadamente, la escasa implicaci¨®n de la Uni¨®n (o Desuni¨®n) Europea y la pat¨¦tica incapacidad de la Liga ?rabe (un verdadero chiste) no ayudan a cimentar un acuerdo durable y equitativo. El "mensaje de las excavadoras" del que se lamentaba hace a?os Jeff Halper y el victimismo en el que se amparan los defensores del Gran Israel (el del Mediterr¨¢neo al Jord¨¢n, pues hay quien lo extiende hasta el ?ufrates) son los peores enemigos de la paz a la que aspiran muchos israel¨ªes y la mayor¨ªa de los palestinos. Para ello habr¨¢ que enterrar el lenguaje del viceministro de Defensa de Tel Aviv Matan Vilna¨ª, cuando hablaba de causar un holocausto a los palestinos si no cesaba el infructuoso lanzamiento de cohetes a Siderot y escuchar las palabras de alguien tan poco sospechoso de antisemitismo como el gran antrop¨®logo recientemente fallecido, Claude L¨¦vi-Strauss: "No puedo sentir como una herida abierta en el flanco la disgregaci¨®n de los Pieles Rojas y reaccionar a la inversa cuando se trata de ¨¢rabes palestinos".
No esperemos a que la mediatizaci¨®n por la prensa de sucesos como el de la embestida del autom¨®vil de un mecenas de la remodelaci¨®n urban¨ªstica de Jerusal¨¦n Este a los chiquillos que la apedreaban al pie de la muralla antigua de la ciudad nos recuerde las dimensiones de la tragedia vivida por un pueblo que nada tuvo que ver con la monstruosidad infinita del Holocausto. Debemos permanecer atentos al d¨ªa a d¨ªa de lo que acaece y que por ello mismo no es noticia.
Juan Goytisolo es escritor.
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