Asalto al presidente Aza?a
Una exposici¨®n revive la censura y el acoso que sufri¨® tras su muerte en 1940
Hace 70 a?os muri¨® Manuel Aza?a y naci¨® una persecuci¨®n. Pocas semanas despu¨¦s del desasosegante entierro en Mountauban (Francia) del que hab¨ªa sido presidente de la Segunda Rep¨²blica -envuelto en una bandera mexicana porque se prohibi¨® la tricolor-, alguien entr¨® en su casa de Pyla-sur-Mer. Ni era caco profesional ni era un cualquiera: se trataba de Enrique Beltr¨¢n Manrique, c¨®nsul espa?ol en Burdeos. ?l mismo desvel¨® su bochornosa misi¨®n en un escrito "muy reservado" enviado al ministro Mario de Pinies. "He estado dos ma?anas completas con la polic¨ªa y he mirado todo lo que la casa contiene", escribe Beltr¨¢n el 25 de noviembre de 1940. "Obras de arte no hay ninguna; aquello es una verdadera birria, y como ¨¦l se fue de Pyla cuando todav¨ªa estaba esto en poder de las autoridades del Frente Popular no s¨¦ lo que haya podido llevarse consigo", cuenta. No hay dudas sobre su meticulosidad: "Registr¨¦ igualmente y con minuciosidad la biblioteca y encontr¨¦ una barbaridad de libros, todos con car¨¢cter particular; biblioteca selecta, pero nada de c¨®dices miniados ni tesoros que pudieran pertenecer al Estado".
La carta se incluye entre el centenar de documentos y fotograf¨ªas de la exposici¨®n Aza?a (1880-1940). Memoria del hombre y la Rep¨²blica, que se muestra en el Archivo General de la Administraci¨®n, en Alcal¨¢ de Henares, localidad natal del pol¨ªtico. Los comisarios Elena Cort¨¦s y Francisco Fern¨¢ndez han rastreado los fondos del archivo para ofrecer aspectos menos conocidos como sus ra¨ªces en Alcal¨¢ o documentar la represi¨®n del r¨¦gimen.
A Aza?a no le castigaron f¨ªsicamente -lo intentaron: vivi¨® huyendo los ¨²ltimos meses de su exilio-, pero su nombre fue vapuleado como ninguno. Encarnaba todos los males del experimento republicano. Considera Santos Juli¨¢, el historiador que m¨¢s ha contribuido a rescatarle -su ¨²ltimo libro sobre el pol¨ªtico: Vida y tiempo de Manuel Aza?a (Taurus)-, que fue demasiado lejos en poco tiempo. Par¨® los pies de la Iglesia, aprob¨® una reforma agraria, trastoc¨® el orden militar y dinamit¨® el centralismo espa?ol. Un modernizador ilustrado, liberal y prematuro.
"Antes y despu¨¦s de la guerra sostiene que Espa?a debe gobernarse con razones y con votos. Mientras que la generaci¨®n del 14 pensaba que el problema de la corrupci¨®n de la democracia era la democracia, Aza?a dec¨ªa que el problema era la corrupci¨®n", se?ala Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao. En otro pa¨ªs podr¨ªa haber pasado a la historia como un padre del Estado moderno, pero la campa?a en su contra le conden¨® a la esquina de los malditos. "Se dice que fracasa como pol¨ªtico por la Guerra Civil, pero se olvida de que Aza?a tuvo que hacer frente a Hitler y Stalin. El supuesto fracaso de Aza?a ser¨¢ el fracaso de toda Europa", indica Ridao.
Solo al final de la dictadura se afloj¨® el acoso, como se observa en los informes de censura sobre sus obras. En 1974, el director general de Cultura Popular, Ricardo de la Cierva, autoriza a la editorial Castalia la publicaci¨®n de La velada en Benicarl¨® "¨ªntegramente", pese a que el censor aconsejaba una h¨¢bil poda: "Se recomienda tachar acotaciones referidas a asesinatos en zona nacional".
?Y qu¨¦ pas¨® en democracia? Desde luego, 70 a?os despu¨¦s de su muerte, Aza?a ya no es un apestado. Se reconoce su talla literaria y pol¨ªtica. "Quien ha ganado es la Espa?a que ¨¦l defend¨ªa: burguesa, laica, liberal. Si con alguien se siente hoy identificada la sociedad es con personajes como Aza?a antes que con Queipo de Llano o Dolores Ib¨¢rruri", defiende el escritor Andr¨¦s Trapiello.
"Los 30 a?os de democracia han levantado parte del manto de silencio del franquismo, pero carece a¨²n del reconocimiento que se merece", sostiene Miguel ?ngel Villena, autor de Ciudadano Aza?a (Pen¨ªnsula), que lamenta que apenas se le recuerda en los libros de texto ni en el Congreso.
La familia Aza?a cree que recibe un trato cicatero. "No ha tenido el reconocimiento que debiera", sostiene Mar¨ªa Jos¨¦ Navarro Aza?a, sobrina nieta del presidente de la Rep¨²blica. ?Traer sus restos ser¨ªa una opci¨®n? "?l pidi¨® que le dejaran donde se muriese. Traerlos a Espa?a ser¨ªa ir contra su voluntad. Y, adem¨¢s, traerlos ?d¨®nde? No es un se?or cualquiera, es el presidente de la Rep¨²blica. No s¨¦ si estar¨ªan dispuestos a darle honores de jefe de Estado".
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