Las v¨ªctimas del montaje
Entre las gentes afines al PP valenciano cunde la idea de que se habla demasiado de corrupci¨®n en perjuicio de otros asuntos de mayor relevancia, como pueden ser el desempleo, la sanidad o la ense?anza entre otros cuyo deterioro es evidente en el marco de decadencia generalizada que nos aflige. Cuando nos hayamos cansado de hablar de la corrupci¨®n, ?qu¨¦ beneficio habr¨¢n sacado los parados?, dicen. Ninguno, en efecto, pero su intenci¨®n no apunta a los problemas que se postergan, sino a la neutralizaci¨®n del debate sobre los esc¨¢ndalos que pudren a su partido. Banalizarlos o negarlos parece ser la consigna impartida a la feligres¨ªa popular.
Pero lo tienen crudo porque no pasa pr¨¢cticamente d¨ªa sin que alguna fechor¨ªa con la firma directa o indirecta de ese partido merezca los m¨¢ximos honores medi¨¢ticos, ya sea por la catadura de los personajes, los cargos implicados o el monto del bot¨ªn. Ah¨ª est¨¢n, por ejemplo, las andanzas y supuestos lucros del presidente de la Diputaci¨®n de Alicante, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, v¨ªctima de la voraz codicia que ha infestado a lo que ya se asemeja m¨¢s a un clan que a un partido pol¨ªtico. Se nos reputar¨¢ de c¨¢ndidos, pero lo cierto es que hubi¨¦ramos apostado por la integridad de quien fue vicepresidente de la Generalitat. ?Qui¨¦n demonios queda a salvo de esta met¨¢stasis que devora al PP?
Que no se hable de ello es la consigna de la casa y, en todo caso, echarle el muerto al Gobierno central y sus poderes, urdidores de una maniobra en colaboraci¨®n con jueces -no demasiado diligentes, todo hay que decirlo- polic¨ªas y algunos medios de comunicaci¨®n. Estos son los malos de la pel¨ªcula a quienes sin duda alude la adusta portavoz del PP valenciano, Paula S¨¢nchez de Le¨®n, cuando se refiere reiteradamente al montaje que persigue a las v¨ªctimas, sus p¨ªos y sufridos cofrades empapelados o con un pie en el trullo a poco que comparezcan ante un tribunal. O eso cabe esperar si la justicia no es tan ciega como se pretende. Los vergonzantes culebrones divulgados, relatando con pelos y se?ales picard¨ªas, sobornos y otras malicias deben por lo visto reputarse meras invenciones.
Aunque v¨ªctimas las hay, y tanto que las hay, empezando por la misma idea de la pol¨ªtica, reducida por estos pagos a simple cobertura de rapacer¨ªas varias a cargo de los dineros p¨²blicos. Ya ni arte de lo posible, ni arte del mal menor, seg¨²n las restrictivas descripciones cl¨¢sicas. Aqu¨ª y a manos del PP la pol¨ªtica ha perdido hasta sus m¨¢s elementales visos de nobleza, imprescindibles para suscitar confianza, movilizar ilusiones y legitimar la gobernanza. V¨ªctimas asimismo hemos sido y somos todos los valencianos, incluidos los hinchas del PP, convertidos colectivamente en piedra de esc¨¢ndalo en el concierto de las autonom¨ªas, por no hablar de las p¨¦rdidas del erario que conllevan las sisas y fraudes de las tramas corruptas, con el consiguiente deterioro de la moral social e incluso de la seguridad jur¨ªdica.
En el entorno del presidente Francisco Camps se tiene hoy por hoy la seguridad de que, a pesar de los pesares, no hay alternativa electoral al PP. Tienen su fundamento en los muestreos de opini¨®n publicados y en las mayor¨ªas absolutas logradas desde 1995. No obstante, tambi¨¦n empieza a cuajar el parecer de que es ya inevitable proceder a un relevo general de la elite dirigente del partido y la gobernante de la Generalitat. Tambi¨¦n ellos son v¨ªctimas de la corrupci¨®n que han amparado por activa o por pasiva.
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