Luis Matilla, el creador con el que el teatro para ni?os se hizo adulto
Este artista inquieto defendi¨® la idea de que la exigencia de calidad no puede ser menor en el arte para la infancia
Luis Matilla, fallecido el pasado jueves en Madrid a la edad de 86 a?os, deja un legado may¨²sculo en el teatro espa?ol para la infancia. Su primera obra para este p¨²blico El hombre de las cien manos visibiliz¨® las dificultades para el encaje social de las personas con discapacidad, en un momento, 1966, en que la inclusi¨®n era un concepto a¨²n muy lejano.
Aquella obra la escribi¨® el mismo a?o en que hizo su primera obra para adultos, Una dulce invasi¨®n. Esa doble irrupci¨®n en la autor¨ªa teatral daba pistas sobre la que fue una extens¨ªsima creaci¨®n de textos, con los que cosech¨® buen n¨²mero de premios, entre los que destacan las cuatro veces que gan¨® el premio SGAE de autor¨ªa o el Nacional, concedido por la asociaci¨®n ASSITEJ Espa?a.
Con una personalidad inquieta y activa, Luis no se limit¨® a la soledad de la escritura en su estudio, sino que entr¨® de lleno en la creaci¨®n esc¨¦nica, llegando a actuar en algunas ocasiones. Estuvo vinculado desde los a?os 70 al llamado teatro independiente con grupos tan fundamentales como T¨¢bano, El Gayo Vallecano, El B¨²ho, Uroc Teatro¡ , en los que trabaj¨® codo con codo con el que fue uno de sus grandes c¨®mplices teatrales, Juan Margallo.
Con estos grupos recorri¨® en los a?os 70 numerosos pa¨ªses actuando ante comunidades de emigrantes espa?oles y de exiliados.
Su inter¨¦s por lo art¨ªstico se hab¨ªa fraguado, sin embargo, en torno al cine, bajo la influencia de un padre cineasta, Eduardo Garc¨ªa Maroto. Y en ese ¨¢mbito lleg¨® a formar parte de varios equipos de producci¨®n de pel¨ªculas extranjeras que se rodaban en Espa?a, de las que ¨¦l gustaba se?alar algunos t¨ªtulos de Richard Lester, como Golfus de Roma o C¨®mo gan¨¦ la guerra.
Salt¨® del cine al estudio de la imagen y ah¨ª encontr¨® otro fil¨®n en el que satisfacer su curiosidad. Luis Matilla indag¨® en el poder inmenso de la imagen en movimiento para manipular el pensamiento y muy en especial el de los ni?os. Su ensayo Los teleni?os fue el primer t¨ªtulo de una serie de estudios dedicados a la interpretaci¨®n profunda de la imagen y la transmisi¨®n de ideolog¨ªa a trav¨¦s de las mismas. As¨ª entr¨® en el ¨¢mbito educativo tanto para dar charlas a profesores (formarlos en la did¨¢ctica de la imagen) como en escuelas de padres (donde le gustaba hablar de los ¡°padres dimitidos¡± frente a la ni?era-pantalla) e incluso hacer actividades con los propios ni?os.
Descubrir la educaci¨®n y el potencial transformador de la misma fue un hito en su vida que en lo profesional estuvo conformada a partes iguales entre el teatro, la imagen, y la educaci¨®n.
De ah¨ª vino su acercamiento al movimiento de renovaci¨®n pedag¨®gica Acci¨®n Educativa, al abrigo del cual concibi¨® las Semanas Internacionales de Teatro para Ni?os, que fue el primer escaparate en nuestro pa¨ªs del teatro de calidad para la infancia que se hac¨ªa en el mundo.
Gracias a aquella iniciativa pasaron por Madrid, en los a?os 80, las mejores compa?¨ªas de teatro de todo el mundo y comenz¨® una corriente de dignificaci¨®n del teatro para todos los p¨²blicos.
Luis Matilla impuls¨® definitivamente la idea de que el arte para la infancia (audiovisual o teatro) debe mantener los mismos est¨¢ndares de calidad que el dedicado a las personas adultas. A ese empe?o ocup¨® su carrera profesional, convencido de que el teatro, por aunar muchas artes en una sola, ten¨ªa un valor a?adido y que el dedicado a los ni?os era una herramienta imprescindible para formar ciudadanos creativos, cr¨ªticos y selectivos y, por tanto, libres.
Su obra permanecer¨¢.
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