"Inventamos nuevas formas de resistir"
Aminetu Haidar, la c¨¦lebre activista saharaui, no est¨¢ en la mayor protesta contra Marruecos desde que Espa?a sali¨® del S¨¢hara. Ella cree que su presencia habr¨ªa provocado la represi¨®n
Es la mayor protesta saharaui, por el n¨²mero de participantes, desde que, hace 35 a?os, Espa?a se retir¨® del S¨¢hara y ella no est¨¢ all¨ª. Aminetu Haidar, de 44 a?os, la figura m¨¢s emblem¨¢tica del independentismo saharaui, ha estado casi todo el tiempo viajando desde que, hace ya casi un mes, los saharauis improvisaron un campamento a 15 kil¨®metros de El Aai¨²n, la capital de la antigua colonia, para reivindicar viviendas y empleo.
La semana pasada Haidar intervino en un foro organizado en la sede de la Asamblea Nacional francesa y la pr¨®xima se desplazar¨¢ a Coimbra (Portugal), cuya universidad le otorga la medalla al valor c¨ªvico. A?adir¨¢ as¨ª un nuevo premio a la larga lista que colecciona desde que sali¨®, a principios de 2006, por ¨²ltima vez de la c¨¢rcel.
"Si el campamento resiste es gracias a la magn¨ªfica organizaci¨®n del comit¨¦ coordinador"
"Estrangular al campamento puede causar una cat¨¢strofe humanitaria"
En total, ha pasado m¨¢s de cuatro a?os detr¨¢s de los barrotes. Ingres¨® en prisi¨®n por primera vez cuando ten¨ªa 21 a?os por manifestarse en El Aai¨²n para pedir un refer¨¦ndum. Sin embargo, Haidar se dio a conocer sobre todo por su huelga de hambre de 32 d¨ªas, a finales de 2009 en Lanzarote, para poder regresar a su ciudad.
Fue expulsada hace un a?o por las autoridades por haberse negado a rellenar la casilla de la ficha policial de entrada en el pa¨ªs en la que se pregunta la nacionalidad del viajero. Rehus¨® escribir la palabra "marroqu¨ª". Los Gobiernos de Espa?a, Francia y EE UU convencieron al rey Mohamed VI de que dejase volver a la Pasionaria o la Gandhi saharaui, como se la suele apodar.
Entre su estancia en Par¨ªs y su cita de Coimbra, la m¨¢s c¨¦lebre de las activistas saharauis hizo esta semana una breve escala en Madrid, donde EL PA?S la entrevist¨®. Casi un a?o despu¨¦s del encuentro anterior, su aspecto apenas recuerda al de diciembre de 2009, cuando respond¨ªa con voz d¨¦bil a las preguntas en un cuchitril del aeropuerto de Lanzarote. "Mi salud no va del todo mal, aunque a¨²n sufro algunas secuelas de esa huelga", explica de entrada.
?Por qu¨¦ no est¨¢ all¨ª, en el campamento, con los suyos? "Estoy de coraz¨®n con ellos", y se?ala con la barbilla la foto que lleva en el pecho de Najem el Gareh, el chaval de 14 a?os que muri¨® en octubre a causa de los disparos de la Gendarmer¨ªa marroqu¨ª. "Pero no quiero que mi presencia f¨ªsica all¨ª brinde un pretexto a Marruecos para reprimirlo", contesta. "Si aparezco por Agdaym Izik, es posible que me reciban con canciones y hasta con esl¨®ganes que los marroqu¨ªes tachar¨ªan de separatistas". "Ellos, los de dentro, quieren que el campamento sea pol¨ªticamente neutral, y yo lo respeto".
Aunque no acuda a Agdaym Izik, Haidar est¨¢ satisfecha con lo que all¨ª sucede. "Ya no es solo Aminet¨² la que lo dice", explica. "Hay 20.000 personas que protestan porque los saharauis son discriminados y no se benefician de las riquezas de su territorio, empezando por la pesca y los fosfatos". "Mandan as¨ª un mensaje a la Uni¨®n Europea para que no renueve el acuerdo de pesca con Rabat", que expira en 2011 y del que se aprovechan sobre todo los pesqueros espa?oles.
Pero los all¨ª congregados reclaman mejoras sociales y no pol¨ªticas, objeta el periodista. "Esta reivindicaci¨®n se enmarca en la resistencia saharaui", replica. "Aunque tenga otras caracter¨ªsticas, no puede ser disociada del conflicto pol¨ªtico-militar que vivimos con Marruecos", zanja. "Los saharauis inventamos nuevas formas de resistencia".
Pero los saharauis que residen en la antigua colonia espa?ola son mimados por Marruecos, que les proporciona puestos de trabajo en su Administraci¨®n y becas para que estudien en sus universidades. Haidar lo refuta todo: "?Empleos? S¨ª, pero nunca puestos de confianza. Siempre manda el marroqu¨ª".
"?Becas?", prosigue. "Son tan mis¨¦rrimas que no dan para pagar el alquiler de un piso compartido en Agadir". "Mientras no inauguren una universidad en El Aai¨²n, seguir¨¦ convencida de que quieren que los saharauis est¨¦n sumidos en la ignorancia". "Hay ciudades m¨¢s peque?as en Marruecos que disponen de ella".
Casi un mes despu¨¦s de que un pu?ado de j¨®venes saharauis erigieran en Agdaym Izik sus primeras jaimas (tiendas de campa?a n¨®madas) -ahora hay ya m¨¢s de 6.000-, sorprende que en un lugar tan vigilado como El Aai¨²n surja una protesta de esa magnitud. "Ha sido posible gracias a la inteligencia de la juventud saharaui combinada con la mala evaluaci¨®n que hizo de la situaci¨®n el wali ", Mohamed Guelssous, nombrado por Rabat. En cuanto se abri¨® una rendija en el sistema de seguridad, "los saharauis supieron aprovecharla", recalca la activista. "Un lejano pariente m¨ªo traslad¨® con su veh¨ªculo a 50 familias no motorizadas hasta el campamento en un solo d¨ªa", asegura. "Ahora ha crecido tanto que, pese a estar sitiado por la Gendarmer¨ªa y el Ej¨¦rcito, las autoridades marroqu¨ªes no pueden disolverlo brutalmente".
?Podr¨ªan asfixiarlo para animar a los acampados a desmontar sus jaimas? "El campamento ya padece graves carencias de higiene y alimentarias", contesta. "Si resiste hasta ahora es gracias a la magn¨ªfica organizaci¨®n puesta en pie por el comit¨¦ que coordina la protesta". "Estrangularlo a¨²n m¨¢s puede causar una cat¨¢strofe humanitaria con tanta m¨¢s raz¨®n, por cuanto dentro hay ni?os y ancianos", advierte Haidar. "Marruecos pag¨® cara mi expulsi¨®n, y la asfixia de Agdaym Izik le costar¨ªa a¨²n m¨¢s caro".
?Qui¨¦nes son los integrantes de ese comit¨¦ tan buen organizador? "No lo s¨¦", responde. "No les conozco", a?ade con una sonrisa sibilina. Los integrantes de Codesa, la asociaci¨®n saharaui de defensa de los derechos humanos que encabeza Haidar, s¨ª han visitado el campamento.
Tras el "¨¦xito", seg¨²n ella, de su huelga en Lanzarote, Haidar ha conseguido en El Aai¨²n "el respeto" de la polic¨ªa, que "ya no provoca ni insulta", aunque s¨ª la vigila las 24 horas del d¨ªa. "No me libr¨¦ de ellos ni siquiera cuando me fui un mes de vacaciones con mis hijos -Hayat, de 16 a?os, y Mohamed, de 14- a Foum el Oued", la playa de El Aai¨²n. "La Gendarmer¨ªa se apost¨® detr¨¢s de la casa en la que me hospedaba y la DST [polic¨ªa secreta] daba vueltas alrededor".
"Pese a todo, la presi¨®n policial sobre m¨ª se ha reducido", reconoce, "pero hay otros muchos saharauis que no se llaman Aminet¨² y siguen padeciendo el mismo acoso agresivo". "Si hubiese sido derrotada en Lanzarote, lo pasar¨ªan a¨²n peor".
Antes de ayunar durante m¨¢s de un mes en Lanzarote, Haidar sol¨ªa descansar con sus hijos en las playas de Agadir, pero ahora lo evita. "No quisiera que sufrieran al verse envueltos en alguna provocaci¨®n", precisa. ?Provocaci¨®n? "S¨ª, el r¨¦gimen marroqu¨ª impulsa el chovinismo y los saharauis lo padecemos", se lamenta.
"La primera vista del juicio de los siete fue la demostraci¨®n palpable del auge de ese patrioterismo bravuc¨®n", prosigue. Los siete son los activistas juzgados por "atentar contra la seguridad del Estado" por un tribunal de Casablanca. En 2009 viajaron a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (sureste de Argelia).
"A nosotros, los saharauis que acudimos a Casablanca para expresar nuestra solidaridad con los inculpados, los abogados marroqu¨ªes presentes en la sala nos llamaron 'beduinos", recuerda. "A los observadores espa?oles les tacharon nada menos que de 'terroristas' y hasta les acusaron de haber exterminado a los ¨¢rabes de Al Andalus", la Espa?a musulmana de hace m¨¢s de cinco siglos. "Ese es el caldo de cultivo que est¨¢ creando Marruecos entre su poblaci¨®n", se lamenta Haidar. "Es peligroso".
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