Jap¨®n se qued¨® con mi hijo
Jos¨¦ Mar¨ªa Cacho lleva tres a?os luchando para ver a su hijo. Se lo llev¨® su ex mujer japonesa, y el pa¨ªs asi¨¢tico no reconoce al padre derecho alguno. Como Cacho, hay cientos de otros casos
Hace casi tres a?os que Jos¨¦ Mar¨ªa Cacho vio por ¨²ltima vez a su hijo en Espa?a. Fue el 8 de enero de 2008, cuando lo dej¨® con su ex mujer japonesa, que ten¨ªa su custodia. El viernes siguiente fue al punto habitual de encuentro en Valdemoro (Madrid) para recogerlo. "No vino nadie", explica telef¨®nicamente. Semanas despu¨¦s descubrir¨ªa que su ex mujer se hab¨ªa llevado al ni?o a Jap¨®n, violando la orden judicial que imped¨ªa al menor salir de Espa?a sin consentimiento paterno. Y aunque Cacho ha removido cielo y tierra para traerlo de vuelta, en la actualidad su hijo -que ya ha cumplido diez a?os- sigue en Jap¨®n.
Adem¨¢s de que no existen acuerdos de cooperaci¨®n judicial entre Madrid y Tokio, Cacho se ha topado con que Jap¨®n es el ¨²nico pa¨ªs del G-7 que no ha firmado la Convenci¨®n de La Haya sobre sustracci¨®n de menores suscrita por 82 Estados, incluido Espa?a. Tampoco se considera delito la acci¨®n de su ex mujer porque, en Jap¨®n, tras un divorcio, solo uno de los progenitores obtiene la patria potestad del hijo. No existe el concepto de custodia y no se otorgan derechos de visita a menos que lo consienta el progenitor que tiene la patria potestad. Por ello, los expertos se?alan a este pa¨ªs como el m¨¢s complicado para solventar una sustracci¨®n internacional de menores. Los cientos de padres perjudicados prefieren definirlo como un "refugio seguro para el secuestro de menores". En cualquier caso, desde 1952, a?o del primer registro al respecto, ni un solo menor ha sido devuelto por Jap¨®n.
La ex mujer de Cacho no ha renovado el pasaporte espa?ol del ni?o, que tiene uno japon¨¦s con apellido del padrastro
Otros tres padres espa?oles se encuentran en situaci¨®n parecida a la de Jos¨¦ Mar¨ªa Cacho. Y 269 menores estadounidenses han sido "secuestrados o retenidos ilegalmente" en Jap¨®n desde 1994, seg¨²n el departamento de Estado. En el ¨²ltimo a?o, los embajadores de ocho pa¨ªses, incluido Espa?a, solicitaron conjuntamente la adhesi¨®n de Jap¨®n al convenio de La Haya y pidieron al Gobierno de Tokio un esfuerzo para solucionar los casos pendientes (el convenio no es retroactivo). A ra¨ªz de esta petici¨®n, el Gobierno japon¨¦s cre¨® recientemente una divisi¨®n especial integrada en el departamento de Exteriores. Adem¨¢s, anunci¨® en agosto que est¨¢ considerando la posibilidad de adherirse a la convenci¨®n. Sin embargo, para rubricarla debe reformar su legislaci¨®n en materia de derecho familiar, algo que puede llevar a?os.
Estos acercamientos siguen resultando insuficientes para los padres afectados. Se confiesan impotentes y abandonados por unas autoridades incapaces de deshacer esta dantesca y sonrojante mara?a jurisdiccional, y por ello han creado asociaciones de apoyo y varios grupos en Internet para dar a conocer la situaci¨®n.
Los padres extranjeros que residen en Jap¨®n no lo tienen mucho mejor pues los tribunales del archipi¨¦lago otorgan, salvo excepciones, la patria potestad a los nipones. Una tendencia que no var¨ªa pese a que los matrimonios entre japoneses y for¨¢neos han aumentado un 40% desde 1990; en 2006 hubo 17.000 divorcios de este tipo y se calcula que anualmente nacen 20.000 ni?os de matrimonios mixtos.
Al descubrir lo ocurrido, Cacho denunci¨® a su ex mujer ante la justicia espa?ola, que le imput¨® a ella un delito de desobediencia y sustracci¨®n de menores y dict¨® una orden para localizar al peque?o. Interpol Jap¨®n respondi¨® que seg¨²n la ley nipona solo se pueden facilitar esos datos si hay constancia de que la mujer se llev¨® al ni?o con violencia, lo retiene contra su voluntad o es incapaz de criarlo. Y as¨ª Cacho sigue sin saber del cr¨ªo pese a que en abril de 2009 otro juzgado espa?ol le concedi¨® su guarda y custodia, despojando a su madre del derecho de visita.
En mayo de 2009, Cacho viaja a Jap¨®n. "Solo quer¨ªa ver al ni?o. Intentar llev¨¢rmelo me hubiera expuesto a varios a?os en prisi¨®n all¨ª", a?ade. Tras dar con el domicilio del peque?o en Hann? (prefectura de Saitama, al norte de Tokio), descubre algo que complica a¨²n m¨¢s la situaci¨®n: su ex mujer ha dejado caducar el pasaporte espa?ol del ni?o y ha logrado que le expidan uno japon¨¦s en el que ya no figura el apellido paterno, sino el de su nuevo marido. La legislaci¨®n nipona solo requiere presentar un registro familiar y la firma de uno de los tutores para otorgar un pasaporte a un menor. "Considero que ha suplantado la identidad de mi hijo, y as¨ª logr¨® sacarlo de Espa?a", explica Jos¨¦ Mar¨ªa Cacho.
Al no encontrar a nadie en la casa de Hann?, Cacho decidi¨® hacer una pintada en la pared del vecino para comunicarse con su hijo. D¨ªas despu¨¦s se top¨® con ¨¦l en la calle y logr¨® abrazarlo antes de que su madre se lo llevara. Fue la ¨²ltima vez que lo vio. Al poco tiempo fue detenido por la pintada y condenado a 22 d¨ªas en prisi¨®n, y a pagar una multa de unos 1.000 euros.
Cacho ha retornado a Hann?, donde la polic¨ªa local lo ha interrogado y le ha invitado a marcharse, pero no ha conseguido ver de nuevo a su reto?o. Lo ¨²nico que sabe de ¨¦l es que es modelo infantil y que aparece en un concurso televisivo semanal de la emisora nacional nipona. Jap¨®n desestim¨® adem¨¢s, en junio, la comisi¨®n rogatoria enviada desde Espa?a solicitando su colaboraci¨®n para llamar a declarar a la ex mujer de Cacho. Por ello, el juez espa?ol encargado del caso opt¨® en septiembre por remitir una comunicaci¨®n de cooperaci¨®n internacional. "La pelota est¨¢ ahora en el tejado del ministerio espa?ol de Exteriores", explica un Cacho descontento con la actuaci¨®n de la Administraci¨®n, a la que exige presentar una protesta formal por escrito ante las autoridades japonesas. "Pero sobre todo es necesaria m¨¢s presi¨®n y acci¨®n", a?ade, poniendo como ejemplo la resoluci¨®n 1326 (http://www.opencongress.org/bill/111-h3240/show), aprobada el 28 de septiembre por la C¨¢mara de representantes de Estados Unidos, un primer paso que, aunque simb¨®lico, condena las sustracciones. Lo importante es hacer algo. Aunque cualquier medida llegar¨¢ muy tarde para Cacho. "Esos tres a?os entre tribunales, embajadas, ministerios, nadie se los puede devolver a mi hijo".
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