El Helic¨®ptero contra M¨ªster Euro
La Reserva Federal de EE UU y el BCE toman caminos distintos para enfilar la salida de la crisis
Alan Greenspan sol¨ªa tocar el saxof¨®n en una banda de swing en Times Square, pero ni as¨ª logr¨® nunca abandonar ese aire l¨²gubre por el que le apodan El Enterrador. El banquero central m¨¢s poderoso del mundo disfrut¨® durante a?os de un estatus legendario al frente de la Reserva Federal de EE UU. Hoy es casi un maldito: pese a que ya no estaba al tim¨®n cuando la crisis estall¨®, se le considera uno de los grandes responsables por su fe fundamentalista en los mercados libres, en el delirio de la autorregulaci¨®n. La historia del ascenso y ca¨ªda de Greenspan es de alguna forma la de todos los bancos centrales, cuya reputaci¨®n lleva a?os sometida a un escrutinio feroz. Cuando empezaron los problemas se les culp¨® de contribuir a hinchar la madre de todas las burbujas. Despu¨¦s recuperaron prestigio al saltarse el gui¨®n para evitar una depresi¨®n. Llega la hora del examen final: la larga salida del t¨²nel de la crisis les ha llevado a una encrucijada y los bancos centrales han tomado distintos caminos en un horizonte econ¨®mico repleto de trampas, como un campo de minas.
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Esas trampas tienen nombres distintos. La recuperaci¨®n es demasiado d¨¦bil para que nadie se sienta a salvo, y menos con niveles de paro imponentes. Los bancos se han convertido en adictos a las ayudas, sin las que muchos de ellos ser¨ªan carne de ca?¨®n. Vuelve la crisis fiscal europea. Y eso no es lo peor: "Lo peor es que la guerra de divisas puede derivar en guerra comercial, con movimientos proteccionistas que si se generalizan empezar¨ªan a recordar peligrosamente a la Gran Depresi¨®n", avisa Jordi Gal¨ª, de la UPF.
Ese es el riesgo: un largo estancamiento, quiz¨¢s algo a¨²n peor si cristaliza la amenaza de la guerra comercial. Y justo en ese momento cr¨ªtico de la pecualiar -y largu¨ªsima- historia de esta crisis adquiere un protagonismo fundamental el sucesor de El Enterrador Greenspan: Ben Bernanke. El presidente de la Fed es un experto en la Gran Depresi¨®n. Esa fue su obsesi¨®n como acad¨¦mico, y lo sigue siendo en el banco central: "No ser¨¦ yo quien presida la Reserva Federal en una segunda Gran Depresi¨®n", dijo a principios de 2009, tras la quiebra de Lehman. Lo m¨¢s interesante ahora para el devenir de la econom¨ªa es su apodo, Helic¨®ptero Ben: en 2002 aludi¨® a la posibilidad de "usar la impresora de billetes" y "tirar dinero desde un helic¨®ptero" si aparec¨ªa la amenaza de una depresi¨®n.
Dicho y hecho: en lo peor de la crisis, Bernanke meti¨® 1,75 billones de d¨®lares para salir del hoyo con la compra de bonos a la banca. Ahora EE UU crece, pero menos del 2% y con un paro enorme para los est¨¢ndares norteamericanos: el 10%. Una salida excesivamente lenta y plagada de peligros, que Bernanke ataca como sol¨ªa: 600.000 millones adicionales en bonos. "Con los tipos al 0%, no quedan m¨¢s arma que volcar monta?as de dinero sobre la econom¨ªa para tratar de que vuelva la confianza", dice Charles Wyplosz, del Graduate Institute. El BCE y su presidente, Jean-Claude Trichet, no reaccionan: el euro se dispara tras comprobar que la eurozona se niega a seguir esa senda. "Esta no es la historia de Trichet contra Bernanke; es la de Trichet ayudando a Bernanke", a?ade.
El presidente de la Fed adelant¨® esa medida en agosto y desde entonces la Bolsa ha subido, el d¨®lar ha ca¨ªdo, los tipos de inter¨¦s reales han bajado. Va apareciendo puntualmente la primera ronda de efectos que se esperaban. Pero una cosa es llevar el caballo al abrevadero y otra que el caballo beba: "No est¨¢ claro que la segunda ronda de efectos, sobre el cr¨¦dito y el crecimiento, sea tan efectiva; es posible que la medida sea incluso contraproducente", critica Daniel Gros, del CEPS.
Aun as¨ª, Bernanke y su equipo defienden su apuesta. "La Fed tiene dos mandatos: por un lado el pleno empleo, por otro mantener la inflaci¨®n en torno al 2%. La inflaci¨®n est¨¢ baja, pero la econom¨ªa no se reanima con la rapidez que ser¨ªa deseable: la compra de deuda persigue que eso cambie. Y desde el anuncio de Jackson Hole [la cumbre del pasado agosto, en la que Bernanke dijo que utilizar¨ªa toda la munici¨®n disponible] los efectos son evidentes", afirma desde Washington David L¨®pez-Salido, economista espa?ol y jefe de estudios monetarios de la Fed.
El problema de algunos medicamentos son los efectos secundarios. Con los males econ¨®micos sucede lo mismo: la activaci¨®n de la m¨¢quina de imprimir dinero provoca a corto plazo, y como efecto colateral, un declive del d¨®lar. Y a largo plazo puede que una inflaci¨®n desbocada. "A largo plazo todos muertos", dec¨ªa el inevitable Keynes: las protestas arrecian desde hace semanas por las secuelas inmediatas, por el desplome del d¨®lar. Buenas noticias para EE UU, que impulsa sus exportaciones. Malas para el resto de pa¨ªses. Brasil, Corea del Sur y China han salido en tromba anunciando represalias. Aducen que se va a intensificar el flujo de capitales, que se van a hinchar burbujas, se quejan porque un d¨®lar bajo torpedea sus ventas al exterior, que son la base de sus econom¨ªas.
En el caso de Europa, cuyo banquero central -M¨ªster Euro- descarta seguir ese camino en aras de la ortodoxia, el euro se ha disparado hasta alcanzar los 1,40 d¨®lares y crece la tensi¨®n sobre la deuda de los pa¨ªses perif¨¦ricos. "Los efectos colaterales de la medida de EE UU suponen adentrarse en un territorio peligroso: el de las pol¨ªticas de empobrecimiento del vecino", advierte Emilio Ontiveros, de AFI. "La Fed viene a decir que ha llegado la hora de arreglar sus propios problemas: Europa se enfrenta a un escenario m¨¢s preocupante si cabe y el BCE no solo no mueve ficha, sino que anticipa que la pol¨ªtica monetaria expansiva est¨¢ en retirada, pese a que no hay inflaci¨®n, pese a que el mercado de deuda y la banca a¨²n est¨¢n groguis. Son malas noticias para pa¨ªses como Irlanda, Grecia y Portugal, y tambi¨¦n para Espa?a", dice. Aunque entre los economistas la unanimidad es una rareza: "En el conjunto de la eurozona, la situaci¨®n se est¨¢ normalizando y es l¨®gico que Trichet vaya indicando que va a retirar medidas extraordinarias", apunta Gal¨ª.
El BCE siempre ha sido m¨¢s ortodoxo, pero las pol¨ªticas de los dos grandes bancos centrales nunca hab¨ªan sido tan divergentes. "La coordinaci¨®n fue fundamental para evitar una debacle; esa cooperaci¨®n es deseable pero no necesariamente tiene que ser duradera, por los distintos objetivos de las dos instituciones", defiende L¨®pez-Salido. "El BCE tiene un solo mandato, la estabilidad de precios; Alemania se ha recuperado con vigor y podr¨ªa afrontar ciertas tensiones inflacionistas. Evidentemente, eso son malas noticias para los pa¨ªses de la periferia, como Espa?a, que van a tener que profundizar sus ajustes y ganar competitividad sin ayudas externas de tipo de cambio. Por eso las reformas son cruciales, aunque sean dolorosas", remacha.
La Gran Depresi¨®n de los a?os treinta sobrevuela la pol¨ªtica de EE UU. En Europa, el peso de Alemania hace que el fantasma sea la inflaci¨®n de la postguerra. Esa memoria hist¨®rica se agiganta cuando hay problemas. "En su intento por calmar mercados agitados, los banqueros centrales deben bregar con las fuerzas m¨¢s impredecibles. La habilidad que demuestren a la hora de navegar por aguas desconocidas en medio de estas tormentas ser¨¢ lo que al final cimente o arruine su reputaci¨®n", escribe Liaquat Ahamed en Los se?ores de las finanzas. En juego est¨¢ la del Helic¨®ptero Bernanke y la de M¨ªster Euro Trichet. Es de esperar que el ruido y la furia de los mercados no acaben modificando esos alias por algo parecido a lo de El Enterrador.
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