El laberinto de C?SAR AIRA
El cabecero de la cama de C¨¦sar Aira est¨¢ formado por columnas de libros, que se sostienen de forma precaria. El modesto apartamento en el que vive este notable escritor argentino, en el barrio de Flores, est¨¢ lleno hasta arriba de libros, en el suelo, sobre las sillas, en estanter¨ªas, en las mesas, apoyados en las esquinas, tapando a medias las salidas. Aira, 61 a?os, nacido en un pueblo de la provincia de Buenos Aires llamado Coronel Pringles, es uno de los autores m¨¢s respetados en la literatura argentina, lo que a ¨¦l, ajeno por completo al mundillo literario y extraordinariamente exigente y coherente con su concepto de lo que significa dedicarse a la literatura, parece sorprenderle de manera genuina. Un hombre que se r¨ªe mucho, en tono bajito y sin estridencias, al que uno se imagina perfectamente jugando con cr¨ªos de cinco o seis a?os, muy c¨®modos con su compa?¨ªa. Aira, un autor bien conocido en Europa, publica en Espa?a su nueva novela, El error (Mondadori).
"Mis personajes, por lo general, no tienen psicolog¨ªa porque no me interesa. Tienen que ser simplemente funcionales a la historia"
"Ahora prefiero la compa?¨ªa de los j¨®venes. Me gusta el entusiasmo, el empuje de los j¨®venes, que se va apagando con el tiempo"
PREGUNTA.
El error es una novela de aventuras que pierde el hilo todo el rato.
RESPUESTA. Bueno, lo pierde, pero no tanto. En cierto momento hay un gran corte, cuando aparece ese bandolero, Pepe Due?as, y sus aventuras. Ah¨ª ya las sigo.
P. El personaje con el que arranca, ?scar, desaparece sin m¨¢s a las pocas p¨¢ginas.
R. Toda esa primera parte en la que el narrador est¨¢ con su amiga en El Salvador se disuelve, s¨ª. No s¨¦ bien por qu¨¦. Yo nunca le encuentro ni le doy explicaci¨®n a las cosas que escribo, las dejo fluir y como salen, salen.
P. ?Forma parte de su manera de escribir empezar contando una historia que despu¨¦s va abandonando?
R. Eso se me ha dado ahora, recientemente, porque he notado que muchas de mis novelas eran pr¨¢cticamente una sola escena. Quise probar otras t¨¦cnicas. Publiqu¨¦ hace poco una novelita que se llama El divorcio, cuatro historias independientes metidas dentro de un marco. En este caso quise empezar con una historia y seguir con otra para ver qu¨¦ pasaba, hacer una especie de d¨ªptico. Nunca son cosas deliberadas, voy improvisando las novelas a medida que las voy escribiendo, sin un plan.
P. ?Arranca con la idea de una historia que quiere contar?
R. S¨ª, siempre empiezo con una idea. Tiene que ser una idea sugerente, no muy definida, de modo que me permita aventurarme en algo desconocido, pero siempre hay algo que me lleva a empezar. A veces es una idea m¨¢s conceptual y a veces un lugar, los gimnasios, por ejemplo, o una ciudad.
P. Cuando empez¨® a escribir
El error, ?exist¨ªa el bandolero Pepe Due?as?
R. No. La idea con la que empec¨¦ fue peque?¨ªsima, la que est¨¢ en las primeras l¨ªneas del libro, alguien que entra a la novela por una puerta que dice "error" y se justifica diciendo que era la ¨²nica puerta que hab¨ªa. Esa fue una idea peque?¨ªsima y tonta que se agot¨® en las tres primeras l¨ªneas, pero justamente es la clase de idea que me gusta porque me da completa libertad.
P. En sus novelas, cualquier suposici¨®n que pueda hacer el lector sobre lo que va a ocurrir ser¨¢, con toda seguridad, incorrecta.
R. Eso es para m¨ª parte del placer de escribir, de inventar. Ese bandolero, terror de los llanos y de las monta?as, termina en su casa y, en ese momento, le puse el trabajo de lavar los platos, de llevar a los chicos al colegio.
P. Tiene sentido de humor.
R. Yo nunca hago humor deliberadamente, me parece peligroso. El humor depende demasiado del efecto que produce. Es ponerse a merced del lector, si le va a causar gracia o no; eso no me gusta. Pero me sale naturalmente en el curso de la invenci¨®n, de la imaginaci¨®n.
P. Es curioso que mucha gente diga que es usted un autor prol¨ªfico, porque la verdad es que usted publica mucho, pero escribe poco. Lleva unos 60 libros publicados pero, en total, no ser¨¢n m¨¢s de 800 p¨¢ginas.
R. S¨ª, a veces llego a publicar cuatro libros en un a?o, pero uno tiene 14 p¨¢ginas, el otro 80 y alguno llega a las cien, o las pasa. Es mucho menos de lo que escribe cualquier periodista con una columna semanal. Yo escribo muy lento, media paginita por d¨ªa. Escribo a mano. Y escribo en un caf¨¦; todas las ma?anas hago mi horita de escritura y tengo todo un fetichismo de lapiceras, cuadernos, papeles. Me gusta eso.
P. ?Escribe usted todo lo que se le pasa por la cabeza?
R. No, no todo. Muchas veces empiezo algo creyendo que tengo una idea genial y a las pocas p¨¢ginas lo dejo. Me pasa con frecuencia. He empezado y abandonado much¨ªsimas cosas; de cada cinco que empiezo, termino una. Tal vez escribo bastante, 40, 50 p¨¢ginas, hasta que me doy cuenta de que no funciona. No me hago problema. Prefiero ese riesgo, ir a la aventura.
P. Una de las cosas que produce un gran placer al leerle es la simplicidad de las palabras. La historia nunca es simple, pero la manera en la que est¨¢ contada lo es.
R. Lo he pensado m¨¢s de una vez. Es por la necesidad que yo siento de que el lector vea exactamente lo que yo imagin¨¦. Todo lo que escribo tiene un componente visual muy grande. Ese es el motivo por el que escribo tan despacio y tan poco, trato de ser lo m¨¢s claro, transparente, posible para que se vea exactamente lo que yo imagin¨¦.
P. ?Cu¨¢l es su relaci¨®n con la pintura?
R. Tengo m¨¢s que nada una relaci¨®n con el cine. Ha sido una pasi¨®n m¨ªa desde muy chico.
P. ?Le gusta el cine de Almod¨®var?
R. Tengo mucha admiraci¨®n por Almod¨®var. La ¨²ltima vez que estuve en Madrid me hosped¨¦ en un peque?o hostal. Yo no hab¨ªa visto Volver, y a la noche encend¨ª un peque?o televisor que colgaba de la pared, sin control remoto, para ver si hab¨ªa alg¨²n noticiero. Estaba empezando precisamente esa pel¨ªcula. Me pareci¨® una obra maestra, de lo mejor que ha hecho Almod¨®var. Lo consider¨¦ como un regalo del destino y me alegr¨® una noche madrile?a.
P. Usted hablaba mucho de la fantas¨ªa, ?es la vida una fantas¨ªa en la que uno se mueve?
R. No. La vida es real, lamentablemente, dir¨ªa alguien. Quiz¨¢s me hice escritor por eso, para refugiarme en el mundo de los libros. Desde muy chico, por ser t¨ªmido o miope, me refugi¨¦ en el mundo de los libros, de las aventuras, de la fantas¨ªa, de la imaginaci¨®n. Y despu¨¦s segu¨ª con eso.
P. A sus personajes les pasan muchas cosas, pero no dicen nunca lo que sienten.
R. Mis personajes, por lo general, no tienen psicolog¨ªa porque no me interesa. No me interesa la persona, me interesa la historia, la trama, los personajes tienen que ser simplemente funcionales a la historia. Creo que no tienen espesor psicol¨®gico, pero no lo busco. De hecho, me hacen re¨ªr esos escritores que hablan de sus personajes como si fuesen seres reales. Lo m¨ªo no va por ese lado.
P. ?Se r¨ªe mucho?
R. S¨ª, quiz¨¢s es una defensa. Soy risue?o. Salvo en gente que sufri¨® mucho de verdad, me parece que ser tr¨¢gico es un poco impostar. Me acuerdo de una tira c¨®mica que sal¨ªa en una revista de alguien que se mostraba todo el tiempo muy torturado y angustiado y despu¨¦s se encerraba en un cuarto a re¨ªrse a carcajadas. Lo m¨ªo es lo contrario, yo me estoy riendo todo el tiempo y luego tengo mis angustias como todo el mundo, pero a puerta cerrada.
P. Dice que desconf¨ªa del humor, pero es f¨¢cil re¨ªrse en casi todas sus novelas.
R. S¨ª, es inevitable. Una vez escrib¨ª una novelita que se llama C¨®mo me re¨ª, y est¨¢ escrita contra la gente que viene a decirme "c¨®mo me re¨ª" con mis libros. Hubo un momento en que me sent¨ª un poco harto de que el ¨²nico elogio que me hicieran fuera ese. Como todos los escritores, quiero ser un buen escritor, quiero ser Baudelaire, Dostoievski, y a ellos la gente no iba a decirles "c¨®mo me re¨ª".
P. En cualquier caso, dir¨ªa que a usted le va m¨¢s Rimbaud. En el sentido experimental, de vanguardia.
R. Siempre lo he admirado much¨ªsimo, todos los adolescentes que quieren ser escritores quieren ser como Rimbaud.
P. ?Lee usted m¨¢s poes¨ªa que novela?
R. Leo much¨ªsima poes¨ªa, porque es una fuente de inspiraci¨®n, de sugerencia. La poes¨ªa es como el laboratorio de la literatura, donde se prueban cosas nuevas, cosas distintas, lo arriesgado. La novela es m¨¢s conservadora. El relato, en general, tiene par¨¢metros m¨¢s previsibles, la poes¨ªa puede ser una gran locura. Me gusta. Leo pr¨¢cticamente todo lo que se publica; bueno, no todo, porque es un oc¨¦ano, pero todo lo que me llega a las manos lo leo con inter¨¦s, con gusto y es una fuente de inspiraci¨®n. (Aira est¨¢ casado con la poetisa Liliana Ponce, con quien tiene dos hijos, de 30 y 27 a?os).
P. ?Tiene m¨¢s relaci¨®n con poetas que con novelistas?
R. Yo me form¨¦ en un c¨ªrculo de poetas. De ah¨ª puede venir mi amor por los libritos delgaditos, peque?itos, que hacen los poetas. A esas novelas gruesas, pesadas, enormes, me parece que les falta una cierta elegancia que tienen los libros de los poetas, y yo quise escribir mis propios libros delgaditos, pero, como no soy poeta, naturalmente escribo novelas.
P. De los poetas que lee, ?hay alguno en particular que quiera usted nombrar?
R. Ahora estoy releyendo a Jules Laforgue, el poeta uruguayo-franc¨¦s, que es muy dif¨ªcil de leer porque tiene frases muy retorcidas. Estoy leyendo siempre buena poes¨ªa, cl¨¢sicos y j¨®venes nuevos. Estoy releyendo tambi¨¦n la obra de un poeta que fue amigo m¨ªo y muri¨® hace varios a?os, Emeterio Cerro. Era un genio, un genio raro.
P. He le¨ªdo que usted se deja influenciar m¨¢s por gente joven que por autores de su propia generaci¨®n.
R. Ahora prefiero la compa?¨ªa de los j¨®venes. Es natural en los mayores ir a beber sangre fresca. Me gusta el entusiasmo, el empuje de los j¨®venes, que se va apagando con el tiempo. La mayor¨ªa de mis amigos de mi generaci¨®n, mis amigos de juventud, ya han perdido la llama. Yo trato de conservarla con el contacto con los j¨®venes. La mayor¨ªa de mis amigos tiene hoy menos de 30 a?os.
P. ?No tiene usted la impresi¨®n de que muchos de esos j¨®venes son muy convencionales?
R. S¨ª. Algunos s¨ª, pero otros no. Ahora hay un reflujo respecto de lo que fueron mis a?os juveniles, los sesenta, los setenta, donde era casi obligatorio para un joven ser algo de ruptura, algo nuevo, algo distinto. Hoy d¨ªa puede ser que haya m¨¢s convencionalismo, resignaci¨®n a hacer lo que quieren las editoriales, que tienen la obligaci¨®n de seguir publicando libros para mantener en marcha su m¨¢quina y hay gente que les da ese material. A m¨ª me parece que ya hay suficientes libros buenos en todas las bibliotecas como para seguir escribiendo novelas iguales a las que ya hay, por buenas que sean. Por bien hechas que est¨¦n, son m¨¢s libros. Nuestra misi¨®n, para darle un nombre un poco m¨¢s m¨ªstico, es hacer algo nuevo, algo distinto, y de eso hay poca gente que se ocupe.
P. ?El deseo de experimentar?
R. S¨ª, pero ya no hablo tanto de experimentar desde que le¨ª esa frase de William Burroughs tan buena: "Lo experimental es un experimento que sali¨® mal". Est¨¢ muy bien pensado. William Burroughs era un hombre muy inteligente. As¨ª que ahora ya no digo m¨¢s que lo m¨ªo es experimental.
P. Algunos cr¨ªticos dicen que sus novelas son ligeras. ?C¨®mo lo toma?
R. Seg¨²n como se defina esta cuesti¨®n. El que no se ocupa de promover los valores humanos, hist¨®ricos, sociales, el que se ocupa de la literatura como una pura actividad art¨ªstica, puede ser tachado de fr¨ªvolo. A m¨ª me lo han dicho m¨¢s de una vez. Y me lo tomo bien.
P. Ligero o denso, usted le dedica la vida entera.
R. S¨ª, y con mucho gusto y mucho placer. Durante muchos a?os pens¨¦ que me hab¨ªa dedicado a la literatura por descarte, porque no pod¨ªa hacer lo que realmente hab¨ªa querido: hacer m¨²sica, pintura, cine; no ten¨ªa talento, ni posibilidades de nada de eso. As¨ª que lo m¨¢s f¨¢cil era escribir, algo para lo que no se necesita m¨¢s que un l¨¢piz y un cuaderno, y saber escribir. Pero, con el tiempo, me di cuenta, muy a la larga, de que la literatura es el arte m¨¢s dif¨ªcil de todos; as¨ª que si lo eleg¨ª por descarte, hice un mal negocio.
P. ?Por qu¨¦ es el m¨¢s dif¨ªcil?
R. Es el arte m¨¢s dif¨ªcil porque hacer algo bueno en la literatura lo hace uno cada cien a?os. ?Cu¨¢ntos grandes escritores hubo en el siglo XX? Cuatro o cinco de decenas de miles que escribieron y publicaron libros. Yo estoy convencido de que la literatura es m¨¢s dif¨ªcil que otras artes y m¨¢s grande, que en cierto modo las engloba. Yo mismo, cuando escribo, siento que estoy haciendo una obra pl¨¢stica, musical, que lo estoy haciendo todo.
P. Goza usted de un gran respeto dentro de la cr¨ªtica argentina. Fue usted invitado a la ¨²ltima Feria de Fr¨¢ncfort, en la que Argentina fue el pa¨ªs estrella, pero no fue.
R. S¨ª, no quise ir, era algo demasiado oficial. Y s¨ª, la cr¨ªtica ha sido muy ben¨¦vola conmigo. Son contad¨ªsimas las cr¨ªticas negativas que recib¨ª. No s¨¦ por qu¨¦. Quiz¨¢s no soy tan bueno como yo cre¨ª. A un buen escritor, en el sentido de un escritor que inaugure algo nuevo, tendr¨ªan que criticarlo m¨¢s. Siempre es bueno tener un enemigo. Justamente, el arte contempor¨¢neo tiene una figura fundamental que es "el enemigo del arte contempor¨¢neo", que vocifera que son todos unos fraudes y unos vagos, que ganan millones con el esnobismo de la gente. Lamentablemente, en la literatura no tenemos este enemigo.
P. ?Es cierto que odia usted a Juan Rulfo porque escribi¨® poco?
R. No, pero no me gustan los escritores que no escriben. Hay gente que necesita tener carn¨¦ de escritor, porque eso les sirve para moverse socialmente, pero lamentablemente para eso necesitan escribir y eso no les gusta. Pero no tengo nada contra Rulfo, salvo considerarlo un escritor bastante mediocre, pero eso son opiniones y gustos personales que no le impongo a nadie.
P. ?Qu¨¦ escritor, de los que lee ¨²ltimamente, recomendar¨ªa?
R. Creo que el ¨²nico escritor vivo al que sigo con cada libro que publica es Kazuo Ishiguro. Pero tampoco me hago un deber de estar al d¨ªa con la literatura actual. Estoy en la edad de la relectura, releer es un placer doble.
P. En buena parte de la literatura argentina de los ¨²ltimos 30 a?os est¨¢ presente el tema de la dictadura militar y de los desaparecidos. En su literatura eso no existe.
R. No, para nada. Siempre he pensado que, al final, todo lo que uno escribe, por m¨¢s que sean estas cosas que escribo yo, todo se traduce al final en plata y hacer plata con la desgracia ajena me parece una cosa desagradable. Nunca lo har¨ªa.
P. ?No es un poco duro con sus colegas?
R. Bueno, no, cada cual tiene su modo de hacer las cosas. No me gusta adem¨¢s la tem¨¢tica. En el cine europeo, el equivalente a nuestro cine o novela de desaparecidos es el tema de los inmigrantes. Son igual de deprimentes e igual de tristes... Todas esas pel¨ªculas alemanas sobre los turcos... Adem¨¢s, una novela que tenga un tema, yo ya desconf¨ªo. Yo no quiero escribir sobre los desaparecidos o los inmigrantes. El que investigue esos temas, que haga su libro o su pel¨ªcula, pero no una novela y no una pel¨ªcula de ficci¨®n. Me parece un poco deshonesto. -Pasa a la p¨¢gina 6
![C¨¦sar Aira. El poder de las letras argentinas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TORB5OH3DY47DPKXXJE3FMC4CA.jpg?auth=3239c65c3fbe2c69729eedfd80410810863d2a1b330e86eacae47102809e3c43&width=414)
!["La vida es real, lamentablemente dir¨ªa algui¨¦n. Quiz¨¢s me hice escritor por eso, para refugiarme en el mundo de los libros", afirma C¨¦sar Aira (Coronel Pringles. Argentina, 1949)](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YZTSANXBHM2HT6QZRQQCDXV7PA.jpg?auth=0457e7c002b7fe58c917d741307b9bdb6516909ea645f0b6150b6dbf3b8f7433&width=414)
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