Harpo Marx, la vida enmudecida de un charlat¨¢n
La reedici¨®n de las memorias del mimo revelan una personalidad abrumadora
"He tocado el piano en una casa de putas. He sacado papeles secretos de Rusia clandestinamente. He ense?ado a toda una pandilla de g¨¢nsteres a jugar al pincha-pellizca [...]. Me he sentado en el suelo con Greta Garbo, he cabalgado con el pr¨ªncipe de Gales, he jugado al pimp¨®n con George Gershwin. George Bernard Shaw me ha pedido consejo...". Y solo llevamos tres p¨¢ginas de las memorias de Adolph Marx (Nueva York, 1888-Los ?ngeles, 1964) , el c¨®mico que dej¨® de hablar en un escenario a finales de 1915 y no us¨® nunca sus cuerdas vocales en el cine y la televisi¨®n. Pero Adolph, m¨¢s conocido como Harpo, ten¨ªa su propia voz y escribi¨® una autobiograf¨ªa que, como todos los textos de los hermanos Marx, hay que creerse... o no: empezando por su a?o de nacimiento, que ¨¦l asegura que fue 1893.
"Con la primera mirada a mi primer p¨²blico, moj¨¦ los pantalones"
Hoy, Seix Barral recupera ?Harpo habla! , que en su momento fue editado por Montesinos, un delirante recorrido por la trayectoria de uno de los grandes mimos del siglo XX, una gu¨ªa por la vida de los hermanos m¨¢s famosos del cine, en la que Harpo fantasea tanto con sus andanzas -no puede ser que todas las an¨¦cdotas de su infancia parezcan sketches de sus espect¨¢culos, ?o s¨ª?- como hizo Groucho, dos a?os menor que ¨¦l, en Groucho y yo.
El mismo autor no se anda con mo?er¨ªas y se define r¨¢pidamente al principio: "Si hay algo caracter¨ªstico en m¨ª, es la ¨²nica cosa que el p¨²blico no conoce: mi voz. Todav¨ªa hablo con el acento de la calle 93 Este de Nueva York [...] Si hab¨¦is visto alguna vez una pel¨ªcula de los hermanos Marx, ya sab¨¦is cu¨¢l es la diferencia entre ¨¦l y yo. Cuando persigue a una chica por toda la pantalla es ?l. Cuando se sienta a tocar el arpa, soy Yo".
Harpo dej¨® el colegio a los ocho a?os, y se gan¨® la vida como pudo como cualquier briboncillo neoyorquino. Mientras el mayor, Chico, ganaba y perd¨ªa el dinero a la misma velocidad en los billares, y Groucho le¨ªa, Harpo vagabundeaba en centenares de trabajos. Su padre, Samuel Marx, inmigrante jud¨ªo alem¨¢n, al que la familia llamaba Frenchie, era un estupendo cocinero, pero uno de los peores sastres de Manhattan, seg¨²n sus v¨¢stagos, y as¨ª se malganaba la vida. Harpo viajaba con ¨¦l: "La designaci¨®n oficial de mi cargo ser¨ªa exhibidor de lappas y ocultador de taras". Su madre, Minnie, solo vivi¨® con una obsesi¨®n: "El plan maestro, que consist¨ªa en llevar a su hermano peque?o [Al Shean] y a sus cinco hijos al escenario y que triunfaran".
Durante p¨¢ginas y p¨¢ginas, Harpo describe sus aventuras infantiles y sus primeros pasos en el entretenimiento: "A mis 13 a?os, descubr¨ª que algunas tiendas del vecindario estaban pagando un penique por gato. No recuerdo por qu¨¦. Me convert¨ª en empresario. Groucho y yo estrenamos en el s¨®tano el popular sketch del t¨ªo Al, Quo Vadis patas arriba. Precio de admisi¨®n: un gato. Fue mi primera actuaci¨®n p¨²blica. Ingresamos siete gatos en taquilla, pero obtuvimos unas ganancias netas de solo cuatro centavos. Tres gatos se escaparon. Bueno, as¨ª es el negocio del espect¨¢culo".
Poco despu¨¦s, Groucho, que trabaja de recadero, trae una caja con pelucas. Aprovechando la ausencia de su madre, Harpo se disfraza de buscona, saca su voz chillona y se va a tomar el pelo a los Baltzer, una familia amiga de su t¨ªo Al. En su casa coquetea con los hombres y malmete a las mujeres, que gritan: "?Sacad a esta prostituta!". Cuando llaman a la polic¨ªa, Harpo se quita la peluca. "Estaba orgulloso de mi actuaci¨®n. Me convert¨ª en un personaje dentro de la familia".
Chico y Harpo se parec¨ªan tanto que en distintas ¨¦pocas tocaron el piano en el mismo burdel, y la madame les confundi¨®. A pesar de su voz, Minnie le mete en la troupe familiar con 14 a?os: "Con la primera mirada a mi primer p¨²blico, volv¨ª a la infancia. Mi reacci¨®n fue instant¨¢nea e incontrolable. Moj¨¦ los pantalones".
El ¨¦xito les lleg¨® a?os m¨¢s tarde, tras innumerables giras por teatros inmundos, el primer d¨ªa que Minnie les deja solos. "Corr¨ª al escenario y empuj¨¦ a Chico fuera del taburete del piano y empec¨¦ The holy city, en la variaci¨®n de marcha r¨¢pida. Groucho me sac¨® de all¨ª de otro empuj¨®n. Chico sac¨® a Groucho. Yo empuj¨¦ a Chico. A lo largo de toda la absurda ronda, el piano sigui¨® sonando y Groucho sigui¨® cantando La donna ¨¨ mobile en un italiano con doble sentido. El teatro se vino abajo". Eso fue justo antes de que una mala cr¨ªtica decidiera a Harpo callarse profesionalmente para siempre.
Las memorias siguen con su amor por el arpa ("Conoc¨ª a uno en el circuito Pantages [red de teatros] que perdi¨® un ata¨²d con el cuerpo de su mujer dentro, pero yo nunca he perdido mi arpa"), su primera prueba para el cine en Hollywood ("Un ayudante de direcci¨®n de la MGM me dijo: 'L¨¢rguese de aqu¨ª y no vuelva"), el debut de los Marx en Broadway en 1924, su fama nacional, su pertenencia a la tertulia del neoyorquino hotel Algonquin, su triunfo en el cine y la tele, su ¨¦xito mundial, sus hijos, sus varios infartos de miocardio y reiteradas jubilaciones, hasta que escribe sus memorias en 1962, dos a?os antes de su muerte. Pero siempre a?ora aquella alocada infancia, con sus hermanos Leo (Chico), Julius (Groucho), Milton (Gummo) y Herbert (Zeppo). "Mi mujer dice: 'Para ser un tipo que se las da de ser un oyente profesional, ¨²ltimamente hablas una barbaridad'. Entendido el mensaje. ?Jonk, jonk!". Y la bocina enmudece.
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