La construcci¨®n cultural del fascismo
Bel¨¦n Esteban encarna, en la ¨¦poca de la televisi¨®n, al populismo fascistoide: no representa y da voz a las clases populares, las enardece para que sigan calladas. No suple el silencio del pueblo, al contrario, lo alimenta
El biopic de Bel¨¦n Esteban que present¨® Telecinco empezaba intercalando planos de momentos estelares de la vida de la protagonista y de episodios de agitaci¨®n de masas de Eva Per¨®n. En el contexto de exaltaci¨®n hiperb¨®lica de la figura de la homenajeada, la primera reacci¨®n era pensar en una exageraci¨®n m¨¢s, en otra pasada de frenada en la mitificaci¨®n de la llamada princesa del pueblo. Sin embargo, intencionadamente o no, la comparaci¨®n daba mucho de s¨ª.
Por un lado, insinuaba que el plat¨® de televisi¨®n ha venido a sustituir a las grandes explanadas para la concentraci¨®n de masas, como lugar propio de la demagogia populista. Y en este sentido podr¨ªa parecer tranquilizador: mejor que las masas deslumbradas por la estrella est¨¦n apaciblemente sentadas en el sof¨¢ de su casa y no codo a codo en la calle, dispuestas a lo que manden. Sin embargo, la comparaci¨®n nos llevaba inevitablemente a pensar que el realizador ve¨ªa en Bel¨¦n Esteban un potencial fen¨®meno pol¨ªtico de masas. Lo cual ven¨ªa corroborado por el hecho ins¨®lito de que Telecinco difundiera una encuesta de opini¨®n en la que Bel¨¦n Esteban aparec¨ªa como contrincante de los distintos partidos pol¨ªticos del arco parlamentario espa?ol.
El repertorio b¨¢sico de la cultura fascista est¨¢ condensado en su "Yo, por mi hija, 'ma-to"
Su ¨¦xito es una cr¨ªtica a los que dirigen las instituciones democr¨¢ticas
Conocida la naturaleza del peronismo, sabiendo lo muy ro¨ªda que est¨¢ la democracia argentina por no haberse liberado nunca de este fen¨®meno populista, me pregunt¨¦ si el director del documental quer¨ªa curarse en salud y nos advert¨ªa de que lo que ven¨ªa a continuaci¨®n era un fen¨®meno t¨ªpico de la construcci¨®n cultural del populismo fascista.
Ciertamente, Ferm¨ªn Bouza explicaba muy bien el ¨¦xito de Bel¨¦n Esteban como eco de las conversaciones de pueblo, o de escalera de vecinos, que en la cultura urbana actual tienden a perderse. Vivimos tiempos de individualizaci¨®n creciente y de desocializaci¨®n avanzada: que los "famosos" publiciten, o aparenten publicitar, su vida privada, satisface las pulsiones voyeuristas de parte de la poblaci¨®n.
Pero el caso de Bel¨¦n Esteban parte de aqu¨ª y va algo m¨¢s all¨¢: por la continuidad del relato y por el papel de hero¨ªna que le han hecho asumir. El argumento de la construcci¨®n de la princesa del pueblo es tan simple como las expresiones que le han hecho famosa: mujer pobre que alcanza, por amor, un sitio en las ¨¦lites de este mundo a trav¨¦s de un torero de renombre, y que es maltratada y expulsada por un poder de clase y masculino, que no soporta a una chica del pueblo que sigue fiel a los suyos hasta el ¨²ltimo momento, y en especial a su hija, para la que est¨¢ dispuesta incluso a matar.
Como toda construcci¨®n de un mito medi¨¢tico, tiene evidentemente sus secretos. Y en este caso hay uno principal, que no puede pasar desapercibido, pero que en un ejercicio de amnesia voluntaria, compartido por el p¨²blico y por el coro de figurantes que vive de esta historia, se convierte en tab¨². Lo podemos formular en forma de pregunta: ?por qu¨¦ la imagen f¨ªsica de Bel¨¦n Esteban se deteriora tanto a pesar de la cirug¨ªa est¨¦tica aplicada? Responder a esta pregunta probablemente acabar¨ªa con el mito y, por tanto, con todo el dinero que circula a su alrededor. Se trata, por tanto, de convertir los hechos -las operaciones- en acontecimientos, sin ahondar nunca en las causas. Todo personaje hiperexpuesto al p¨²blico corre riesgos: el d¨ªa que la gente se pregunte por qu¨¦ la operaron ser¨¢ el principio del fin de Bel¨¦n Esteban. Querr¨¢ decir que el p¨²blico se habr¨¢ quitado la venda de los ojos, que la pose de gritona mujer indignada habr¨¢ acabado su recorrido. Todo cansa en el mundo de la televisi¨®n.
La estructura narrativa de la historia del personaje es, por tanto, simple y responde a un patr¨®n perfectamente conocido: la humilde v¨ªctima de una familia poderosa convertida en hero¨ªna popular. El personaje es de una transparencia meridiana: vista una vez, vista siempre. Sus recursos: gritar, llorar, gesticular, indignarse, hacer de la ordinariez hortera un estilo, se repiten en una espiral inacabable. Cuantos m¨¢s chillidos, m¨¢s entusiasmo. Se conoce el poder de la simplicidad y de la repetici¨®n. La eterna repetici¨®n de lo mismo es una vieja t¨¦cnica de seducci¨®n colectiva. Y sobre ella se funda tanto el personaje Bel¨¦n Esteban como el cuento construido sobre su biograf¨ªa.
Mi inter¨¦s iba decayendo por momentos cuando una idea que pronunci¨® Cristian Salmon me sac¨® de la modorra: esta mujer no suple el silencio de las clases populares, al contrario, lo alimenta. He aqu¨ª una definici¨®n del populismo fascistoide en la ¨¦poca de la televisi¨®n. No se trata de dar la voz a las clases populares, se trata de enardecerlas para que sigan calladas. Para que cedan su palabra al agitador que promete representarlas. Un medio fr¨ªo, como la televisi¨®n, parece garantizar que la abducci¨®n de las mentes no tenga consecuencias mayores en la calle: fascismo de sala de estar m¨¢s cultural que pol¨ªtico.
El repertorio b¨¢sico de la cultura fascista est¨¢ condensado en la frase estrella de Bel¨¦n Esteban: "Yo, por mi hija, ma-to", mil y una veces repetida por ella y coreada por sus admiradores, los de verdad, y los que viven del cuento. No hay complejidad. Todo es simple. Un problema, una respuesta. Me tocan a mi hija, mat¨®. La muerte y la sangre: la muerte legitimada por la sangre. Por mi hija mato, por mi patria mato. Pura sonoridad fascistoide.
El esquema de esta frase es el que utiliza Bel¨¦n Esteban cada vez que descalifica a los pol¨ªticos y que asegura que ella tendr¨ªa soluci¨®n para todo. No conocen al pueblo, solo piensan en ellos, en vez de soluciones nos crean problemas, yo tengo respuesta para todo... Y por mi hija mato. Da grima. La proximidad de la c¨¢mara subraya la furia a trav¨¦s de un rostro desencajado. La secuencia se repite una y otra vez, venga o no a cuento. Cuanto m¨¢s la repita m¨¢s aplausos arrancar¨¢, m¨¢s subir¨¢ la temperatura. Los distintos estratos del coro la repiten con ella: en el plat¨®, en la prensa, en la calle. La estructura del "Por mi hija mato" es del mismo tipo de "por los m¨ªos hago lo que haga falta", "los inmigrantes fuera", o "eso se acaba meti¨¦ndoles en la c¨¢rcel".
Desprecio a las ¨¦lites, desprecio a las leyes, desprecio a las instituciones: la soluci¨®n es el pueblo en estado puro que ella pretende representar. Apoteosis de la ignorancia convertida en virtud.
Bel¨¦n Esteban ha encontrado el medio y el momento adecuado para alcanzar cuotas de reconocimiento con las que, probablemente, nunca hab¨ªa so?ado. Hoy, probablemente, ya no es ni siquiera due?a de un destino que le sobrepasa y que cambiar¨¢ bruscamente el d¨ªa en que deje de funcionar como m¨¢quina de hacer dinero. Es la l¨®gica de la mercanc¨ªa medi¨¢tica. Los mismos que la han encumbrado, la tirar¨¢n cuando no d¨¦ dinero. Hoy, ya es solo una mercanc¨ªa, que su pueblo consume. Y consumir es el modo de instalarse en el silencio.
Pero el ¨¦xito de Bel¨¦n Esteban hay que mirarlo en doble direcci¨®n: los peligros de un discurso que extiende todos los t¨®picos antipol¨ªticos y antidemocr¨¢ticos; el estado de unos sectores de la sociedad que se sienten completamente desatendidos por la pol¨ªtica, que buscan contacto, roce, espacio compartido: es decir, los espacios comunitarios perdidos. Para muchos de ellos el encuentro en la tele con Bel¨¦n Esteban es, para as¨ª decirlo, el momento del reconocimiento: al identificarse con ella se sienten alguien en este mundo. Sin otra exigencia que aplaudir y sentirse solidaria coreando el perverso mensaje: "Yo, por mi hija, ma-to". El ¨¦xito de Bel¨¦n Esteban es una cr¨ªtica a los que dirigen las instituciones democr¨¢ticas, que cada vez dejan m¨¢s espacios fuera de la representaci¨®n y del reconocimiento. Bel¨¦n Esteban es la mercanc¨ªa con la que algunos avispados han intentado ocupar un espacio que adem¨¢s puede ser negocio. Hipotec¨¢ndose en esta mercanc¨ªa, estos ciudadanos, que ella llama pueblo, se convierten en turba virtual. Carne de aplauso, ?qui¨¦n les devolver¨¢ la palabra?
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