Un cambio de rumbo
Lo dijo aqu¨ª Mario Vargas Llosa hace unos d¨ªas y lo dijo muy bien: los habitantes del Estado norteamericano de California se equivocaron al no legalizar el uso recreativo (y el cultivo, la producci¨®n y el comercio) de la marihuana el pasado 2 de noviembre en un refer¨¦ndum. Agregar¨ªa yo que tambi¨¦n se equivocaron los presidentes de los pa¨ªses productores y de tr¨¢nsito, como Colombia, M¨¦xico, El Salvador, Panam¨¢ y Rep¨²blica Dominicana, al no haber aprovechado la posible legalizaci¨®n o la victoria p¨ªrrica de los partidarios de perpetuar la prohibici¨®n, para llamar a una nueva estrategia frente al narcotr¨¢fico.
Victoria p¨ªrrica, porque si uno analiza con detenimiento los datos de las encuestas de salida, y de las tendencias hist¨®ricas tanto en California como en Estados Unidos en su conjunto, r¨¢pidamente se percata que la legalizaci¨®n es solo cuesti¨®n de tiempo. Incluso el mismo 2 de noviembre, un Estado tan conservador como Arizona -cuna de la odiosa ley contra los inmigrantes llamada SB1070- aprob¨® por refer¨¦ndum la legalizaci¨®n m¨¦dica del uso de la marihuana en condiciones de gran libertad.
La legalizaci¨®n del consumo, producci¨®n y comercio de la marihuana es cuesti¨®n de poco tiempo
Ya casi nadie lo niega: la estrategia antidrogas actual no ha funcionado
En lugar de pedirle a la Virgen de Guadalupe que no suceda, los presidentes latinoamericanos har¨ªan bien, siguiendo al mandatario mexicano Vicente Fox, en pedirle a Dios que s¨ª se legalice.
La encuesta m¨¢s interesante, junto con su estudio acompa?ante, es la que realiz¨® Greenberg-Quinlan-Rosner Research, dirigida por el encuestador Stanley Greenberg, bien conocido no solo por su trabajo electoral sino por sus an¨¢lisis m¨¢s abstractos de la evoluci¨®n de la sociedad norteamericana. Lo primero que anota Greenberg es la evoluci¨®n de los puntos de vista estadounidenses a lo largo de los ¨²ltimos 30 a?os, bas¨¢ndose en los recurrentes sondeos realizados por Gallup. Muestra como desde un pico en 1970, cuando el 84% de todos los norteamericanos se opon¨ªan a la legalizaci¨®n, y solo el 12% eran partidarios de la misma, se llega a la situaci¨®n actual: el 46% de los ciudadanos de Estados Unidos son partidarios de la legalizaci¨®n y el 50%, contrarios a ella. La tendencia se mantiene a lo largo de 40 a?os, y aunque se han producido peque?os movimientos opuestos en determinadas coyunturas, seg¨²n Greenberg se trata de una corriente de opini¨®n robusta y dotada de un desenlace inexorable.
La misma tendencia aparece en las votaciones formales dentro de los Estados Unidos. La Iniciativa 19 obtuvo el porcentaje m¨¢s alto que jam¨¢s ha logrado una iniciativa de legalizaci¨®n en Estados Unidos. La lista es la siguiente, remontando al a?o 2000: Alaska en 2000, 40%; Nevada en 2002, 39%; Alaska en 2004, 44%; Nevada en 2006, 44%; y Colorado en 2006, 41%.En segundo lugar, Greenberg analiza las respuestas de los votantes a favor y en contra de la iniciativa en California, as¨ª como las razones de su voto. Sabemos que el resultado final fue de un 53,8% contra el 47,2%.
Ahora bien, al pregunt¨¢rsele a los votantes si pensaban que, independientemente de su voto, el uso de la marihuana deb¨ªa legalizarse, el 50% dijeron que s¨ª. Casi la tercera parte que votaron en contra consideraban que la marihuana debiera ser legal, pero estaban en desacuerdo con algunos detalles de la Iniciativa 19. La cuarta parte de los que votaron en contra de la legalizaci¨®n contemplaron la posibilidad de votar a favor.
El 52% de los votantes de California (contra un 37%) creen que las leyes contra la marihuana, al igual que las viejas leyes contra el alcohol, hacen m¨¢s da?o que bien. Y el 44% de los electores aseveran que la legalizaci¨®n es inevitable; solo el 25% piensa que no. Si la participaci¨®n electoral de los j¨®venes el 2 de noviembre hubiera sido la misma que en las elecciones presidenciales anteriores, se habr¨ªa producido un empate. Por ¨²ltimo, el 55% de los votantes independientes blancos se pronunciaron a favor de la legalizaci¨®n.
As¨ª pues, todo indica que la legalizaci¨®n de la marihuana va a figurar de nuevo, y muy pronto, en las votaciones de varios Estados de EE UU, empezando por California en el a?o 2012, pero en un contexto diferente: m¨¢s dinero, mayor participaci¨®n electoral, m¨¢s debate previo, tanto local como nacional, y sujeto a las tendencias ya descritas.
Si los presidentes latinoamericanos mencionados quisieran tomar en cuenta la opini¨®n y los procesos en apariencia irreversibles del principal mercado de consumo de estupefacientes en el mundo, har¨ªan bien en plantear con claridad y vigor lo que muchos ya han sugerido de manera m¨¢s o menos expl¨ªcita: convocar a una conferencia internacional para llevar a cabo un balance de 40 a?os de estrategia punitiva contra la droga, y estudiar las alternativas posibles, desde la legalizaci¨®n de la marihuana en varios pa¨ªses, hasta la legalizaci¨®n de toda las drogas en esos mismos pa¨ªses.
Pero si quisieran atender las opiniones de muchos de los personajes m¨¢s influyentes y distinguidos de sus propios pa¨ªses, har¨ªan lo mismo.
Los tres escritores latinoamericanos m¨¢s laureados y m¨¢s distinguidos as¨ª lo piensan. Seg¨²n Carlos Fuentes, la soluci¨®n consiste en "despenalizar las drogas paulatinamente." Para Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, "una de las grandes ventajas de la marihuana como medicamento reside en su seguridad. No se conoce ning¨²n caso de sobredosis letal"; y Mario Vargas Llosa se ha manifestado muchas veces a favor de la legalizaci¨®n, sobre todo en su m¨¢s reciente art¨ªculo quincenal de EL PA?S a principios de noviembre. Ex mandatarios iberoamericanos como Fernando Henrique Cardoso de Brasil, Vicente Fox de M¨¦xico, C¨¦sar Gaviria de Colombia, Ernesto Zedillo de M¨¦xico y Felipe Gonz¨¢lez, lo han hecho tambi¨¦n cada uno a su manera. Empresarios mexicanos, como Ricardo Salinas Pliego, han manifestado lo mismo; revistas como Nexos, en M¨¦xico, cuyo consejo editorial incluye (con la excepci¨®n del que escribe) a muchos de los intelectuales m¨¢s distinguidos de M¨¦xico, se han expresado en el mismo sentido.
Es cierto que las encuestas muestran que no existe un apoyo mayoritario a la legalizaci¨®n en los pa¨ªses productores o de paso. Pero tambi¨¦n es cierto que sus mandatarios no han hecho nada para conducir a sus respectivos pa¨ªses en esa direcci¨®n. As¨ªmismo, es probable que sin sumar a Estados Unidos a una postura de legalizaci¨®n, se antoja dif¨ªcil que esta prospere o haga realmente una diferencia. Sin embargo, esta ¨²ltima tesis hace caso omiso de dos elementos decisivos y que no conviene perder de vista.
Si lo que le conviene a M¨¦xico, a Colombia, a Per¨², a la Rep¨²blica Dominicana y a otros pa¨ªses es la legalizaci¨®n, deben luchar por ella y por convencer a Estados Unidos de hacer lo propio. Nadie tiene la autoridad moral de Felipe Calder¨®n o de Juan Manuel Santos, entre otros, para este empe?o. Que no se logre a corto plazo no significa que no deba intentarse. Y en segundo lugar, y tal vez sea lo m¨¢s importante, conviene recordar lo que dijo el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson en 1968 a prop¨®sito de la oposici¨®n del muy influyente presentador de informativos de televisi¨®n Walter Cronkite a la guerra de Vietnam: "Si he perdido a Cronkite, he perdido a Estados Unidos".
Para todos fines pr¨¢cticos, si la guerra contra las drogas ha perdido a California y a Arizona, probablemente perdi¨® a Estados Unidos, y si ha perdido a figuras latinoamericanas como las aqu¨ª mencionadas, es probable que est¨¦ perdiendo a las ¨¦lites latinoamericanas, que dentro de su proverbial prudencia (algunos dir¨ªan miedo) y su obviamente excesivo poder, son imprescindibles para cualquier esfuerzo de Gobierno en Am¨¦rica Latina.
Ya casi nadie lo niega: la estrategia actual no ha funcionado; las hip¨®tesis de su ¨¦xito: una disminuci¨®n del consumo y/o de la tolerancia del mismo en los pa¨ªses donde se origina la demanda -as¨ª como una regulaci¨®n de la venta de armas de fuego- son ilusorias; las tendencias de opini¨®n van en sentido contrario. De verdad, ?no ha llegado la hora de cambiar de rumbo?
Jorge G. Casta?eda, ex canciller mexicano, es profesor de la Universidad de Nueva York y de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.