El reparto
Hablar de televisi¨®n es hablar de dinero. Mucha gente se enga?a por esa apariencia de gratuidad. Como si los televisores vomitaran im¨¢genes porque no tienen otra cosa mejor que hacer. M¨ªrame, parecen gritarnos, que es gratis. Pero nuestra mirada transforma en dinero las im¨¢genes, en un proceso de conversi¨®n casi m¨¢gico. En contrapartida, la televisi¨®n ha ayudado a establecer el dinero como el valor absoluto de la sociedad. En televisi¨®n se cobra m¨¢s en funci¨®n de la audiencia que se obtiene. As¨ª la vista, aunque sea distra¨ªda o superficial, se?ala el producto elegido. Cuando alguien se entera de que tertulianos de programas de cotilleo puedan ganar un mill¨®n de euros anuales o invitados que despanzurran su intimidad en el impoluto plat¨® se embolsan una cifra desorbitada, no cae en la cuenta de que ellos mismos, con sus elecciones e intereses, fomentan el negocio en directa colaboraci¨®n con los ejecutivos televisivos que seleccionan aquello que quieren que sea importante.
El f¨²tbol es un ejemplo perfecto. Objeto televisivo de lujo, provoca el magnetismo de los espectadores. No fallan nunca. Barcelona y Real Madrid ingresan m¨¢s del 40% de sus enormes presupuestos por derechos televisivos y ese pellizco ayuda a convertirlos en los clubes m¨¢s ricos del mundo. En estos d¨ªas se intenta desatascar las negociaciones para el futuro reparto de los derechos en Espa?a. Consideran que negociando en conjunto sacar¨¢n m¨¢s dinero, pero el bloque tiene que aceptar la jerarqu¨ªa de los equipos y algunos se resisten, quieren igualdad en un mundo donde lo colectivo vive horas bajas. La competici¨®n va a resentirse poco a poco, dos equipos se distanciar¨¢n del resto hasta terminar jugando una competici¨®n propia. Los dem¨¢s se disputar¨¢n el tercer puesto. Pero esa hipertrofia garantiza tambi¨¦n que nuestros dos equipos sean l¨ªderes mundiales y generen inter¨¦s en pantallas de todos los rincones, es decir, dinero.
La Liga no solo est¨¢ patrocinada por un banco, es la expresi¨®n deportiva del capitalismo reinante. El mercado no rige nada con delicadeza, tampoco el f¨²tbol. Lo hace imponiendo su ley: fortalece al fuerte y debilita al d¨¦bil. Al triunfar en televisi¨®n, Messi y Cristiano Ronaldo son las estrellas de esa rentable ficci¨®n. Los actores de reparto, como siempre, cobrar¨¢n menos y a ratos robar¨¢n una escena.
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