¡°Se tarda cuatro segundos en invertir 1.000 millones¡±
El franc¨¦s J¨¦r?me Kerviel (33 a?os) probablemente sea el mayor especulador de la historia. Apost¨® hasta 50.000 millones de euros a la evoluci¨®n del mercado burs¨¢til alem¨¢n. En un primer momento obtuvo ganancias de miles de millones para el gran banco parisiense Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale, pero m¨¢s adelante sus apuestas especulativas resultaron fallidas y se convirti¨® en el s¨ªmbolo de la crisis financiera. A comienzos de octubre fue condenado a cinco a?os de c¨¢rcel, dos de ellos en libertad condicional, as¨ª como a pagar una indemnizaci¨®n de 4.900 millones de euros. El juez consider¨® probado que manipul¨® con fines de enga?o el ordenador y que ocult¨® a sus colegas la aut¨¦ntica dimensi¨®n de sus posiciones mediante supuestas contraoperaciones de compensaci¨®n de riesgos. Kerviel considera que la sentencia es injusta y ha recurrido. Seg¨²n ¨¦l, ¨²nicamente ha aplicado m¨¦todos que aprendi¨® en su empresa. Ha expuesto su visi¨®n del asunto en una autobiograf¨ªa recientemente publicada en alem¨¢n con el t¨ªtulo Nur ein Rad im Getriebe [Solo un engranaje del mecanismo].
No entiendo la sentencia. Aportamos pruebas de que mis jefes sab¨ªan qu¨¦ estaba pasando. Y, al final, el banco queda exonerado
Pregunta. Se?or Kerviel, un tribunal de Par¨ªs le ha condenado a una pena de prisi¨®n de cinco a?os y a pagar una indemnizaci¨®n de 4.900 millones de euros. ?Qu¨¦ opini¨®n le merece la sentencia?
Respuesta. Me ha parecido una gran injusticia. Me sent¨ª como si me hubieran golpeado en la cabeza. Primero, los cinco a?os de c¨¢rcel; luego, la indemnizaci¨®n por valor de miles de millones. Encima, el banco absuelto de la parte de responsabilidad que le tocaba.
P. Si calculamos con su actual salario mensual (2.300 euros), tendr¨ªa que trabajar 177.000 a?os para devolver esa cifra.
R. El juez se ha limitado a hacer suya la argumentaci¨®n de los abogados de la empresa para la que yo trabajaba, Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale. Esta sentencia no contempla las circunstancias atenuantes que aportamos al procedimiento judicial. Es evidente que se quiere proteger al banco y a Par¨ªs como plaza financiera. Para eso hab¨ªa que cargarse a J¨¦r?me Kerviel.
P. "Un hombre solitario respira profundamente; sentado, cabizbajo, noqueado", escribi¨® Le Figaro. ?Tanto le sorprendi¨® el fallo?
R. Es como si se me hubiera hundido el suelo bajo los pies, no me lo esperaba. Al principio no pod¨ªa ni moverme. El que tuviera que ingresar directamente en prisi¨®n me preocup¨® sobre todo por mi madre. Todo este asunto le ha afectado mucho. No entiendo la sentencia; niega la crisis financiera y carga toda la culpa sobre m¨ª. Hab¨ªamos aportado al tribunal pruebas de que muchos agentes actuaban de forma parecida y que mis jefes sab¨ªan lo que estaba pasando. Y al final el banco queda exonerado de toda responsabilidad.
P. Es que el tribunal no acept¨® su l¨ªnea de defensa. La indemnizaci¨®n que le impusieron corresponde a las p¨¦rdidas que ha demostrado su empresa. Nunca hasta ahora un empleado de banco hab¨ªa causado p¨¦rdidas tan cuantiosas con sus apuestas en el mercado burs¨¢til.
R. Yo no me he embolsado ni un c¨¦ntimo; no me he enriquecido ni he defraudado lo m¨¢s m¨ªnimo. Solo pretend¨ªa ser un buen empleado, generando los mayores beneficios posibles para mi empresa. No era m¨¢s que una pieza del engranaje y de repente me veo convertido en el principal culpable de la crisis financiera.
P. A principios de 2005 le ascendieron a agente de Bolsa y posteriormente hizo carrera con rapidez. ?C¨®mo lo consigui¨®?
R. Me especialic¨¦ en valores alemanes. Al cabo de unos meses especul¨¦ por primera vez a la baja con acciones de Allianz. En un primer momento perd¨ª dinero. Pero luego el valor se desplom¨® debido a los atentados contra el metro de Londres. Mi operaci¨®n le report¨® al banco 500.000 euros.
P. ?C¨®mo reaccionaron sus superiores?
R. Cuando coment¨¦ la operaci¨®n con mi superior durante una comida de trabajo, me ech¨® una leve reprimenda porque un agente con solo seis meses de experiencia no deb¨ªa adoptar posiciones de este tipo. Pero no tard¨® nada en elogiarme y ampliar mi margen de acci¨®n para operaciones especulativas de dos a cinco millones de euros. Esto es algo t¨ªpico del mundo contradictorio de las salas de negociaci¨®n: todos los d¨ªas se saltaban los l¨ªmites del riesgo, los jefes lo sab¨ªan y jam¨¢s hab¨ªa amonestaciones.
Mis superiores hab¨ªan desactivado los sistemas de seguridad. Habr¨ªa podido invertir en un d¨ªa 100.000 millones de euros
P. Sin embargo, con dos o cinco millones de euros de riesgo, usted ya no se daba por satisfecho...
R. Fui aumentando m¨¢s y m¨¢s mis posiciones cuando me di cuenta de que mis superiores me cubrir¨ªan, por su propio beneficio y por el del banco. A finales de 2006 tom¨¦ por primera vez posiciones de venta por valor de varias docenas de millones de euros en el ¨ªndice burs¨¢til alem¨¢n Dax, posiciones que liquid¨¦ en febrero de 2007, con un beneficio de 20 millones de euros. Desde el negocio con las acciones de Allianz, mis superiores jam¨¢s volvieron a llamarme a cap¨ªtulo. Siempre obtuve beneficios elevados. Al cabo de tres a?os, los jefes hab¨ªan elevado mis objetivos un 1.700%. Eso demuestra que sab¨ªan exactamente lo que estaba ocurriendo.
P. Y de repente le entraron delirios de grandeza y apostaba miles de millones.
R. No tuve la sensaci¨®n de que fueran delirios de grandeza. Con el apoyo de mis jefes, estaba atrapado en una espiral para hacer siempre m¨¢s y m¨¢s. En marzo me di cuenta de que los riesgos con los cr¨¦ditos subprime estadounidenses estaban fuera de control y especul¨¦ con un crash. Sin embargo, el mercado burs¨¢til sigui¨® al alza entre marzo y julio, lo que me dejaba con unas p¨¦rdidas gigantescas de 2.000 millones de euros. El banco cubr¨ªa una y otra vez mis p¨¦rdidas. Todos los d¨ªas pagaba las p¨¦rdidas en Bolsa y nunca se me dijo nada.
P. Pero entonces cambiaron las tornas.
R. En julio se produjo el primer ataque de p¨¢nico del mercado y pude haberme salido con unas ganancias de 500 millones de euros. Sin embargo, yo estaba convencido de que los mercados seguir¨ªan cayendo y volv¨ª a especular con 30.000 millones de euros. Me quedaba mirando hipnotizado la pantalla de la ma?ana a la noche, operando con sumas gigantescas, apenas durmiendo, y hasta fin de a?o consegu¨ª unos beneficios de 1.500 millones de euros para el banco.
El consejo de Gordon Gekko: 'Si necesitas un amigo, c¨®mprate un perro', encaja conmis desgraciadas experiencias
P. Oficialmente, su mesa de negociaci¨®n Delta One solo pod¨ªa manejar riesgos por un importe m¨¢ximo de 125 millones de euros. ?C¨®mo fue posible que tuviera a su disposici¨®n sumas de muchos miles de millones de euros para especular?
R. Mis superiores hab¨ªan desactivado los sistemas de seguridad. Habr¨ªa podido invertir en un solo d¨ªa 100.000 millones de euros. Mis jefes hab¨ªan suprimido de mi ordenador todos los dispositivos de seguridad.
P. El juez que le sentenci¨® consider¨® probado, sin embargo, que usted era el "inventor de un sistema coherente de enga?o". Le conden¨® por "deslealtad, falsificaci¨®n y manipulaci¨®n con fines de enga?o". ?De verdad se considera inocente?
R. Me limit¨¦ a aplicar los m¨¦todos que ya exist¨ªan en el banco y que hab¨ªa aprendido all¨ª. No he inventado nada, otros agentes actuaban de forma parecida. Solo ten¨ªa que ocuparme de que por la noche se mantuviera la apariencia de que se hab¨ªa respetado el l¨ªmite de negociaci¨®n. Para hacer efectivas mis posiciones de negocio cerraba operaciones de compensaci¨®n que, aparentemente, neutralizaban el riesgo en el sistema de negociaci¨®n burs¨¢til. Los supervisores ve¨ªan que yo no ten¨ªa ning¨²n socio negociador para esas operaciones de compensaci¨®n, pero jam¨¢s dijeron nada. A veces se trataba de posiciones de hasta 50.000 millones de euros. En total, en el transcurso de dos a?os pude negociar valores por importe de 400.000 millones de euros con terceras partes desconocidas para el banco.
P. ?A sus superiores nunca les llam¨® la atenci¨®n la magnitud de sus operaciones?
R. S¨ª. Ya en abril de 2007 recibieron un mensaje de correo electr¨®nico en el que se les advert¨ªa de que cerraba operaciones ficticias por sumas muy importantes con terceras partes inexistentes. Mis jefes me dijeron que deb¨ªa ocuparme de ese problema. A lo largo del a?o 2007 recibieron muchos m¨¢s mensajes sobre el mismo asunto.
Solo s¨¦ una cosa: todo lo que he aprendido del negocio bancario lo aprend¨ª en las oficinas de la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale
P. Algunos agentes de Bolsa aseguran que su modelo era el tibur¨®n de las finanzas Gordon Gekko de la pel¨ªcula de Hollywood Wall Street, interpretado por Michael Douglas. ?Tambi¨¦n lo era para usted?
R. De ninguna manera. En la pel¨ªcula se dicen algunas frases que en la sala de negociaci¨®n se emplean con frecuencia. Muchas veces me divierte pensar en el consejo de Gordon Gekko: "Si necesitas un amigo, c¨®mprate un perro". Es algo que, lamentablemente, encaja con mis desgraciadas experiencias.
P. Al comienzo de la reci¨¦n estrenada Wall Street 2: el dinero no duerme, Gordon Gekko sale de la c¨¢rcel. Como usted, escribe un libro sobre los abismos del mundo financiero y se venga ganando m¨¢s dinero que en toda su vida. ?Ha meditado ya su venganza?
R. No, eso no le sirve a nadie de nada. Mi ¨²nico inter¨¦s es que la verdad salga a la luz, que cada cual asuma su responsabilidad.
P. Daniel Boston, el presidente del banco para el que trabajaba, dijo que usted era un terrorista porque hab¨ªa arriesgado 50.000 millones de euros con sus negocios especulativos. Eso es, m¨¢s o menos, lo que vale todo el banco.
R. Mi ¨²nico objetivo era maximizar los beneficios de mi empresa. Entr¨¦ en una espiral en la que, con apoyo de mis jefes, siempre se ascend¨ªa m¨¢s y m¨¢s.
P. Las instancias de control hicieron llegar 70 advertencias a la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale.
R. En realidad fueron muchas m¨¢s. Sin embargo, los jefes tuvieron parte muy activa en las especulaciones. Hab¨ªa l¨ªmites para los riesgos que pod¨ªa asumir un solo operador, pero nadie se preocup¨® de eso. Ya lo he dicho: mis superiores hab¨ªan desactivado los sistemas de seguridad de mi ordenador.
P. Los responsables de Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale han afirmado en el proceso que usted "en ning¨²n caso estaba autorizado, ni sus jefes hubieran podido autorizarle, a asumir riesgos tales que potencialmente representaban un peligro mortal para el banco".
R. En ning¨²n momento me dijeron: "?J¨¦r?me, deja ya de hacer tonter¨ªas!". Al contrario. Me animaron a tomar posiciones de negociaci¨®n y a asumir riesgos. En el verano de 2007 me march¨¦ de vacaciones dos semanas. Todas las ma?anas me telefoneaban para pedirme consejo sobre la gesti¨®n de mis posiciones. Tuve que volver al cabo de una semana.
P. ?Los riesgos hab¨ªan quedado fuera de control?
R. No. Se dieron cuenta de que hab¨ªa posibilidades de ganar dinero y reclamaron mi vuelta.
P. ?Le oblig¨® el banco, despu¨¦s de sus vacaciones, a reducir sus posiciones?
R. Al contrario. Me dijeron que me dedicara en exclusiva a estos negocios por cuenta del banco y me liberaron de otras tareas. Me alentaron a tomar riesgos.
P. ?Se dio cuenta de que en aquel momento nadie especulaba con sumas superiores a las suyas?
R. Nadie sabe lo que se oculta en los balances de los bancos. Son completamente impenetrables. Se tarda un segundo en invertir 150 millones de euros. Cuatro en invertir 1.000 millones. Es algo que sucede tan r¨¢pido en el ordenador que se pierde el sentido de las cantidades manejadas. El mercado internacional es tan grande que absorbe cualquier orden en cuesti¨®n de segundos. La rueda gira cada vez m¨¢s deprisa, se ha vuelto loca.
P. Eurex, la Bolsa alemana de futuros, anunci¨® en octubre de 2007 a Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale que uno de sus operadores, un tal J¨¦r?me Kerviel, manipulaba el ¨ªndice burs¨¢til alem¨¢n. ?Qu¨¦ hab¨ªa pasado?
R. Yo hab¨ªa apostado 30.000 millones de d¨®lares a la bajada del Dax. Cuando en el oto?o de 2007 se desplomaron los mercados, me benefici¨¦ de eso. Deshice mi posici¨®n, apoyando as¨ª el mercado. Los agentes del mercado se olieron una manipulaci¨®n burs¨¢til y protestaron ante la Bolsa alemana; esta inici¨® una investigaci¨®n y descubri¨® que yo apoyaba al Dax.
P. ?No deb¨ªa el banco haberse despertado en ese momento, como muy tarde?
R. Una tarde vinieron a verme los supervisores de riesgos del banco y me preguntaron por mi estrategia en Alemania. M¨¢s tarde, mi jefe me dijo que me inventara una respuesta vac¨ªa de significado para cont¨¢rsela a los alemanes y que de ninguna manera revelara mi estrategia de negocio. Todos mis superiores vieron esa carta.
P. ?Se dio por satisfecha la Bolsa alemana con sus respuestas?
R. No del todo. En noviembre enviaron una segunda carta. De ella se deduc¨ªa claramente que en el plazo de dos horas hab¨ªa adoptado posiciones de m¨¢s de mil millones de euros y que hab¨ªa superado con mucho mis topes. Naturalmente, mis superiores tambi¨¦n vieron esa carta. Tuve que volver a preparar un segundo escrito de respuesta que no compromet¨ªa a nada y que el banco les remiti¨®.
P. ?La supervisi¨®n interna de riesgos no adopt¨® ninguna medida respecto a usted?
R. No. Hay mucha hipocres¨ªa: todos ven todo y nadie dice nada. Uno no ofrece resistencia al modelo de negocio de un banco.
P. Su jefe testific¨® ante el tribunal que no sab¨ªa qu¨¦ se tra¨ªan entre manos sus operadores. Que ¨¦l no ten¨ªa ni los medios ni la cualificaci¨®n necesaria para controlarles mejor, afirm¨®.
R. Tambi¨¦n ¨¦l quer¨ªa salvar la piel. Cuando el juez le ley¨® un mensaje de correo electr¨®nico dirigido a ¨¦l, en el que se trataba de una de mis operaciones por valor de mil millones de euros, pretendi¨® no haber le¨ªdo el segundo p¨¢rrafo, que era el decisivo. Solo los p¨¢rrafos 1 y 3. Durante toda la vista judicial pasaron cosas como esas. Los responsables dijeron siempre que, por desgracia, no hab¨ªan le¨ªdo con atenci¨®n los detalles, que ellos no eran operadores.
P. ?Y los jueces se lo creyeron?
R. Para ser, como afirman ser, ignorantes de este asunto, sus exigencias eran muy altas: bonus de setecientos mil y de dos millones de euros. Me dej¨® at¨®nito que consiguieran salir bien librados dando al tribunal la callada por respuesta. Hay docenas de mensajes de correo electr¨®nico que demuestran que estaban al tanto de las operaciones.
P. ?Pide que haya penas de c¨¢rcel para sus antiguos superiores?
R. No se trata de eso. Pero me parece injusto que se me presente como ¨²nico culpable y se me haga responsable de todo. La sentencia contra m¨ª sirve para salvar el sistema y la imagen de la banca francesa.
P. El fiscal afirm¨® ante el tribunal: "Ha enga?ado a sus superiores, a sus amigos, a sus colegas".
R. No he enga?ado a nadie. He anotado millones en las cuentas de operaciones de mis colegas para que alcanzaran sus objetivos. Mis jefes se aprovecharon de m¨ª al negociar sus bonus. Alardearon del crecimiento de mis resultados para exigir m¨¢s dinero. Y hoy aseguran que no sab¨ªan nada.
P. Pero todos perdieron su empleo cuando estall¨® la bomba.
R. Hasta donde yo s¨¦, todos menos uno han vuelto a encontrar trabajo.
P. "Kerviel fue formado, formateado y deformado por Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale. Es su creaci¨®n", afirm¨® su abogado defensor en el juicio. ?No exageraba un tanto?
R. Solo s¨¦ una cosa: todo lo que he aprendido del negocio bancario lo aprend¨ª en las oficinas de la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale.
? Der Spiegel
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