Malos tiempos para la l¨ªrica
En el Singspiel alem¨¢n, como en la zarzuela o en la ¨®pera c¨®mica, las partes habladas se combinan con las cantadas, y son elementos importantes en el desarrollo de la acci¨®n. Si se eliminan -como sucedi¨® el s¨¢bado-, el espect¨¢culo cojea, m¨¢xime cuando se trata de una ¨®pera en versi¨®n de concierto, que ya se ha visto privada del movimiento esc¨¦nico y de los decorados. Quisieron suplirse dichas partes con un narrador que le¨ªa un texto (de un tal Simon Butteris) tan plagado de lugares comunes que daba grima escucharlo. Para acabarlo de arreglar, se suprimi¨® tambi¨¦n el coro. Los solistas vocales, por otro lado, no pudieron hacer olvidar la falta de cohesi¨®n teatral. Aun reconociendo el esforzado trabajo que sus personajes requieren, hubo bastantes momentos donde no se exhibi¨® facilidad en la coloratura, fortaleza en los registros respectivos ni versatilidad expresiva. Al desnudo qued¨®, pues, el endeble andamiaje dram¨¢tico concebido para sustituir el libreto original.
El rapto en el serrallo (versi¨®n de concierto)
De W. A. Mozart. Orchestra of the Age of Enlightenment. Director: Bernard Labadie. Solistas: Susan Gritton, Malin Christensson, Fr¨¦d¨¦ric Antoun, Tilman Lichdi y Alistair Miles. Palau de la M¨²sica. Valencia, 20 de noviembre de 201o.
La desaparici¨®n total, durante el primer acto, de un personaje que, como Pedrillo, sirve de contrapeso sociol¨®gico al arist¨®crata Belmonte, y -en toda la obra- de un Selim ya demasiado disminuido en el libreto de J. G. Stephanie (no tiene partes cantadas), reubicaron la funci¨®n todav¨ªa m¨¢s a la baja. La Orquesta del Siglo de las Luces, que con Br¨¹ggen, Norrington o Rattle tan excelentes recuerdos ha dejado en el Palau de la M¨²sica, se limit¨® esta vez a tocar con discreci¨®n. Su fidelidad a la ¨¦poca y a la partitura qued¨® restringida a la utilizaci¨®n de instrumentos originales. Parca fidelidad es esta al lado de los cortes kilom¨¦tricos, la ausencia del coro y la apat¨ªa expresiva que presidi¨® buena parte de la velada. Ciertamente, Mozart siempre es Mozart, y cada aria o cada d¨²o enamoran aunque se les haya privado de su contexto dram¨¢tico. Pero as¨ª no se deber¨ªa funcionar. El nombre de un compositor, de una obra y de una orquesta importante no amparan los atropellos. Todo lo contrario. Si no hay dinero para hacer las cosas con dignidad, mejor ser¨¢ no hacerlas.
Lo del s¨¢bado no fue El rapto en el serrallo, sino una sucesi¨®n deshilvanada de n¨²meros pertenecientes a esta ¨®pera. Algunos bien cantados y otros menos. Parece que estos son, como rezaba aquel famoso tema de los a?os ochenta, "malos tiempos para la l¨ªrica".
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