Las plagas de Egipto
Hubo un tiempo en el que hasta el mismo Dios interven¨ªa en los asuntos p¨²blicos. Al menos, esto es lo que nos relata el Antiguo Testamento, libro del ?xodo, a partir de su cap¨ªtulo quinto.
Como todos recordamos, Mois¨¦s exigi¨® al Fara¨®n que los israelitas pudieran salir de Egipto. Ante su negativa, Dios fue desencadenado nada menos que diez plagas, a cual m¨¢s catastr¨®fica, hasta que tras la muerte de los primog¨¦nitos, incluido el del propio Fara¨®n, liber¨® a los jud¨ªos.
Esta vieja historia ejemplifica una constante de toda reivindicaci¨®n nacionalista. En efecto, para que pueda prosperar un planteamiento secesionista son necesarias dos estrategias complementarias que podr¨ªamos denominar como push (empuje) y pull (tir¨®n) tomando prestados estos conceptos del mundo del marketing.
El nacionalista no quiere que su pa¨ªs despierte la simpat¨ªa de sus convecinos sino todo lo contrario
Las estrategias pull plantean un discurso seg¨²n el cual el territorio candidato a la secesi¨®n debe obtener una soberan¨ªa que su actual status pol¨ªtico no reconoce y que se considera imprescindible para la realizaci¨®n (o la recuperaci¨®n) de determinados bienes colectivos. Se supone que la secesi¨®n abrir¨¢ la puerta tras la que el pueblo reestablecer¨¢ su para¨ªso perdido, un para¨ªso construido mediante relatos mayormente mitol¨®gicos (como es el caso del nacionalismo vasco) o tras la que los contribuyentes locales podr¨¢n ahorrarse los costes de una solidaridad que se percibe como excesiva para con unos compatriotas par¨¢sitos, tal y como se ha formulado de manera abrupta por el nacionalismo padano del norte de Italia y como ¨²ltimamente viene nutriendo el discurso catalanista.
El caso es que la estrategia de a?oranza de los viejos buenos tiempos en los que las diferencias ¨¦tnicas, ling¨¹¨ªsticas o culturales, etc. no exist¨ªan (y por lo tanto ¨¦ramos felices en nuestra id¨ªlica pureza) necesita determinados complementos.
El primero es el poder. El poder de definir el inter¨¦s general con el material de las propias enso?aciones y alimentarlas as¨ª con dinero p¨²blico. Con el poder pol¨ªtico en las manos (y poco respeto por la libertad) pueden acometerse pol¨ªticas identitarias invasivas del ¨¢mbito individual con una apariencia que, aunque no ser¨¢ nunca democr¨¢tica, si podr¨¢ predicarse como mayoritaria (la famosa "mayor¨ªa social") y obligar de este modo a que la gente hable, rece o act¨²e seg¨²n el fanatismo gobernante dicte en cada momento.
Lo segundo, para el caso de que no se consiga una movilizaci¨®n suficiente como para convertir al pa¨ªs en un "Pueblo en Marcha" (?xodo) supone la aplicaci¨®n por parte de los movimientos nacionalistas de una serie de medidas push, es decir, de fomento de la aversi¨®n entre las ciudadan¨ªas del estado-anfitri¨®n ("opresor") y de la regi¨®n cuya secesi¨®n se pretende.
Estas estrategias encuentran un terreno abonado desde el instante en que la regi¨®n cuya secesi¨®n se busca se sit¨²e por encima de la media en cualquiera de los est¨¢ndares que consideremos de riqueza o bienestar. El nacionalismo no es negocio para pobres.
?Qu¨¦ las manifestaciones m¨¢s ofensivas de los portavoces nacionalistas alimentan el rencor?... ?Mejor que mejor!
El nacionalista no quiere que su pa¨ªs despierte las simpat¨ªas de sus convecinos sino todo lo contrario.
Si el objetivo es que las ciudadan¨ªas, en este caso la catalana y la del resto de Espa?a, se odien... ?Qu¨¦ buen nacionalista no asumir¨ªa gustoso el sacrificio de hacerse aborrecible si con ello alcanza su prop¨®sito?... Si quieres irte de un club... ?No es inteligente conseguir que te echen? La cosa consiste en hacer el ambiente irrespirable. Cuanto peor, mejor.
?Acaso, en ¨²ltimo extremo, no es ese el significado estrat¨¦gico del terrorismo, la "socializaci¨®n del sufrimiento"?
Si con el ¨¢nimo de conjurar unas u otras plagas el gobierno de un Estado plural intercambia reclamaciones soberanistas por acomodos privilegiados el nacionalismo ser¨¢, volviendo a la Biblia, como una zarza que arde sin consumirse y de aquellos hechos diferenciales que alimentaban un nacionalismo rom¨¢ntico pasaremos a desigualdades injustificables, privilegios que quiebran los m¨¢s sagrados principios del Estado Social y Democr¨¢tico de Derecho, como la Igualdad y la Solidaridad. La plaga de los privilegios se sustenta en la codicia insolidaria de unos y fomenta la rumia rencorosa de los dem¨¢s. La desigualdad hace odiosa la convivencia y por lo tanto favorece objetivamente al nacionalismo m¨¢s que cualquier otra pol¨ªtica.
Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez Garc¨ªa es soci¨®loga.
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