El cuento del lobo
En pol¨ªtica hay pocas cosas menos interesantes que una campa?a no competitiva. La fatiga general de tripartito y el desencanto de la izquierda suman a favor del cambio. Y CiU ha sabido hacer crecer a su favor la bola de nieve que se form¨® con los nuevos episodios de desencuentro con Espa?a. Hay errores estrat¨¦gicos que se pagan muy caros. En 2003, la formaci¨®n del tripartito era inevitable y deseable. Nadie habr¨ªa entendido que la izquierda dejara pasar su primera oportunidad de gobernar en Catalu?a. Pero cuando el primer tripartito acab¨® como el rosario de la aurora, la repetici¨®n del invento era de alto riesgo. Las relaciones de fuerza dentro del tripartito han impedido que hubiera un l¨ªder y un partido con capacidad de marcar el ritmo y el pulso del Gobierno. Resultado: una ins¨®lita campa?a en la que los miembros del Gobierno saliente reniegan del mismo. Hay que rebuscar en las hemerotecas para encontrar algo igual.
Lo m¨¢s sorprendente es el freno puesto a las reivindicaciones nacionales durante la campa?a
Unos comicios de resultado previsible son un terreno abonado para la frivolidad. No es de extra?ar que hayan abundado los v¨ªdeos con bromas de patio de colegio, los ataques personales tan ocurrentes que obligan al que los emite a excusarse a continuaci¨®n, los personajes pintorescos venidos de mundos ajenos a la pol¨ªtica y la proliferaci¨®n de est¨²pidas ocurrencias imaginativas. Lo grave es cuando estas tonter¨ªas alcanzan incluso a los partidos centrales, ya sea en forma de orgasmos electorales o de atracos a mano armada. El alejamiento de los ciudadanos respecto de la pol¨ªtica es tan grande que cab¨ªa esperar que los partidos responsables lo tendr¨ªan presente a la hora de pedir el voto. Y tratar¨ªan por encima de todo de empujar en favor de la pol¨ªtica. Nada de nada: las campa?as electorales parece que favorecen la suspensi¨®n del buen juicio.
El salto de la frivolidad a la irresponsabilidad lo ha dado el Partido Popular: primero, con su acoso a los gitanos y, despu¨¦s, con el v¨ªdeo del tiro al inmigrante y al independentista. Alicia S¨¢nchez-Camacho y el partido popular han demostrado una vez m¨¢s que todo vale para arrancar un par de votos. Despu¨¦s se sorprender¨¢n de que nadie quiera pactar con ellos. Pero ?qu¨¦ se puede hacer con un partido que encuentra gracioso un juego que mata a los que vienen de fuera y a los que quieren dejar Espa?a?
Por lo dem¨¢s, la campa?a se ha caracterizado por dos cosas: la ya comentada renuncia del tripartito a s¨ª mismo y el enfriamiento de las expectativas nacionales expresadas en la respuesta a la sentencia del Estatuto. Lo primero es penoso porque dice mucho sobre la escasa convicci¨®n con la que algunos gobernaron el pa¨ªs. Y porque, a su vez, legitima la imagen falsa de una Catalu?a decadente con la que algunos se est¨¢n poniendo las botas. Se puede entender que CiU pinte un panorama sombr¨ªo para justificar la necesidad de su retorno; y forma ya parte del paisaje el discurso de la Catalu?a aislada, encerrada en sus delirios identitarios, que llevan, a menudo, los vientos que provienen de Madrid. Pero eso no deber¨ªa impedir reconocer que, con todas las dificultades, Catalu?a resiste mejor la crisis que el conjunto de Espa?a y que a trav¨¦s de sus sectores de punta -con la medicina al frente- va consolidando un lugar espec¨ªfico en el mundo.
Pero lo m¨¢s sorprendente quiz¨¢ es el freno puesto a las reivindicaciones nacionales durante la campa?a. Cualquier extranjero que hubiese estado aqu¨ª durante la manifestaci¨®n de julio y regresara ahora, pensar¨ªa que en Catalu?a hab¨ªa ocurrido algo gordo este verano. De la independencia y el derecho a decidir al pacto fiscal hay un buen trecho. ?Pragm¨¢tico acatamiento del orden establecido o miedo a generar nuevas frustraciones colectivas? La dispersi¨®n de partidos independentistas -y, por tanto, enemigos ac¨¦rrimos entre s¨ª- y la moderaci¨®n de CiU dar¨¢n la raz¨®n a los que piensan que no hay que dar importancia a los momentos de indignaci¨®n de los catalanes porque ellos solos se apaciguan r¨¢pidamente. ?Ser¨¢ que la t¨¢ctica de CiU es pillar a los espa?oles despistados como en el cuento del lobo?
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