Aqu¨ª Nadal, aqu¨ª Londres
El espa?ol entra en la competici¨®n con una brillante remontada ante el estadounidense Roddick y logra su primera victoria desde que se disputa en la capital de Reino Unido
Retumban The Clash. Suena tambi¨¦n Survivor. Sobre la cancha flota el humo, vibran los aplausos y se sonr¨ªe Kylie Minogue, una de las grandes divas de la m¨²sica. El ambiente es de gran concierto. Hay un impresionante estadio abarrotado. Nada de eso, sin embargo, enturbia el ¨¢nimo de Rafael Nadal cuando ya se encuentra con algo m¨¢s que su morena piel vendida: cede por 3-6 y 1-2 ante Andy Roddick, el n¨²mero ocho mundial. Cae el n¨²mero uno, roto el gui¨®n por el agresivo estadounidense. Negras las perspectivas. Nadal, sin embargo, es mucho Nadal. Antes de empezar, quiz¨¢s, vio c¨®mo la pantalla de la pista central se iluminaba con brillos adivinos: Let the battle commence. Que comience la batalla, dec¨ªa. Para el espa?ol, un can¨ªbal competitivo, fue todo un gui?o: tras un tenso desempate en la segunda manga que jug¨® de pel¨ªcula, logr¨® por 3-6, 7-6 y 6-4 su primera victoria desde que la Copa se juega en la capital brit¨¢nica. Aqu¨ª Nadal, aqu¨ª Londres. Ambos, p¨²blico y tenista, acabaron encantados de haberse conocido.
Roddick busca el punto en la red con sus segundos saques. Castiga con inteligencia
Nadal, que reconoci¨® haber tenido "suerte", le respondi¨® con voluntad de granito
"He tenido suerte. Empec¨¦ nervioso", dijo Nadal, que el a?o pasado perdi¨® los tres partidos que jug¨® en Londres; "comet¨ªa demasiados errores. Anduve muy cerca de perder. Lo positivo es que siempre estuve ah¨ª. Andy me dio una oportunidad [3-6, 1-2, 30-30, doble falta y error no forzado] y luch¨¦. Esto me da tranquilidad".
Al toque de campana, Nadal sale como un glorioso torbellino. Al resto, el campe¨®n de Wimbledon. Se procura dos bolas de break contra el servicio de Roddick. Sobre la pista hay un tenista que nada tiene que ver con el que vio el mismo p¨²blico hace un a?o. Nadal est¨¢ en Londres tras un curso de leyenda. Su sitio en la historia ya est¨¢ asegurado. Nada le emparenta con el hombre que hace 12 meses, a¨²n cicatrizando en el cerebro las heridas de sus rodillas, pas¨® por la capital brit¨¢nica sin apuntarse un set en tres partidos. Roddick, sin embargo, impide cualquier debate en esas dos pelotas decisivas: la cuesti¨®n se resuelve con dos sacazos. Roddick, por supuesto, agradece luego el inicio titubeante del espa?ol al servicio (40% de primeros, dos dobles faltas), el peaje de tener el cuerpo descansado por m¨¢s de un mes sin competir: ¨®xido, le dicen. El estadounidense, faltar¨ªa m¨¢s, defiende esa renta con los colmillos: supera otros dos puntos de break y se lleva el primer set, que marca el partido.
Esto es Londres, templo de los mejores apuntalado sobre el cemento y protegido del cielo por un techo de platino. Recuperar cualquier desventaja cuesta tanto como intentar torcer el destino.
"?Vamos, Rafita!", gritan entonces solitarias voces espa?olas. "?R¨®mpele, Rafita!", insisten algunos gritos. Bajan las gargantas cargadas de cerveza y juega Nadal hipotecado por el resultado. Instalado en la urgencia, el mallorqu¨ªn avanza en el saque del rival sin rematar casi nunca su ejercicio.
Muchos de sus disgustos se explicaronn a trav¨¦s de Roddick, autor de 18 aces. El norteamericano defendi¨® sus posibilidades con una valent¨ªa encomiable. Muchos de sus segundos saques le vieron buscar el punto en la red. Nunca se arrug¨® en los peloteos. Castig¨® con inteligencia, dando un paso hacia la izquierda, la marcada tendencia de Nadal a dirigir sus segundos saques contra su izquierda. Fue mucho m¨¢s que un saque: es imposible que un jugador que lleva ocho a?os seguidos en la Copa sea un simple solista.
Nadal, que gan¨® cinco puntos menos que su adversario (90 por 95), respondi¨® con voluntad de granito. Su partido fue de menos a m¨¢s: del tenista dubitativo que lleg¨® a la mitad del encuentro sali¨® al final uno cuajado, capaz de firmar alg¨²n pase de rev¨¦s antol¨®gico.
Nadal jugar¨¢ ahora contra el serbio Djokovic, que venci¨® por un doble 6-3 al checo Tomas Berdych. Desde hoy escudri?a dentro de su maleta de recursos. El balear, esa es la sorpresa, no busca el golpe que le dio su ¨²ltimo gran t¨ªtulo. Bajo el techo de Londres, no quiere reencontrarse con el saque que luci¨® en el Abierto de Estados Unidos. Aqu¨ª, en la capital brit¨¢nica, vuelven Nadal y sus mil efectos.
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