Discursos y recursos
Ayer volvieron a salir a las calles las siluetas de color violeta, las ropas negras, los lazos blancos, remate de una semana pr¨®diga en movilizaciones contra la violencia de g¨¦nero en la que no ha faltado alg¨²n que otro manifiesto institucional. Pero ni siquiera las m¨¢s solemnes declaraciones dejan de ser vol¨¢tiles si no se asientan en los presupuestos generales: con palabras no se pagan n¨®minas ni alquileres, en caso de que haya intenci¨®n de pagar algo. Uno de mis informantes de estos d¨ªas me recuerda indignado los t¨¦rminos en los que se firm¨® un convenio de colaboraci¨®n "para la realizaci¨®n de actuaciones encaminadas a garantizar a las mujeres v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero el derecho a la asistencia social integral, y actuaciones de atenci¨®n especializada a menores expuestos". Suscribieron el documento la todav¨ªa entonces ministra de Igualdad Bibiana A¨ªdo y el consejero de Solidaritat i Ciutadania Rafael Blasco Castany. La Administraci¨®n central aporta 487.069 euros; el gobierno valenciano, 0 euros.
Otra de mis corresponsales sobre estos asuntos, representante de un grupo feminista, da la voz de alarma porque entre los muchos inmuebles que pretende vender una Generalitat en quiebra, se encuentra el palacio de la calle N¨¢quera, que fuera sede del Institut de la Dona desde que lo dirigiera la tempranamente desaparecida Lourdes Alonso. No es la primera vez que pretenden dinamitar un departamento que, por otra parte, no se puede decir que haya dado muchas se?ales de vida inteligente con los gobiernos conservadores.
Menos mal que proliferan otras iniciativas, quiz¨¢ modestas pero muy pr¨¢cticas. Ya hay pocos pueblos o ciudades que en torno al 25-N no den un paso al frente con concentraciones, talleres (de "buen trato" se llaman los de Charo Altable), representaciones teatrales, charlas en institutos... Solo un ejemplo: en D¨¦nia han puesto en marcha una campa?a de "vacunaci¨®n" en torno a tres ejes (ver, actuar, respetar) y potenciando el compromiso individual para: desarrollar las relaciones de igualdad, no intentar resolver conflictos a golpes y gritos, actuar y denunciar la violencia de g¨¦nero, "que nunca es privada". Eso es lo que hace falta: m¨¢s voluntad y recursos. Y menos discursos.
PD. Tambi¨¦n ayer pudimos conversar con Juan L¨®pez de Uralde, autor de El planeta de los est¨²pidos. Recordar¨¢n que dirigi¨® Greenpeace Espa?a, que fue a mazmorras por una protesta sonada en la que aparec¨ªa ex¨®ticamente maqueado con esmoking, y que luego dej¨® la primera fila de la ONG para lanzarse a la arena pol¨ªtica. En Valencia, ante "todos los colores del verde" (donde a¨²n se guisa una sopa de siglas que desconcierta a posibles votantes) ha defendido el papel de su proyecto Equo como articulador de una red de organizaciones y partidos ecologistas al estilo franc¨¦s, que logre una cierta presencia institucional. Con un "m¨ªnimo com¨²n verde" dice no tener prisa, pero aspira a grupo parlamentario propio para el 2012.
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