Televicio
Hubo una vez una reina que se miraba al espejo para que el espejo, m¨¢gico, le confirmara en voz alta que era la m¨¢s bella del mundo. Hoy esa reina sufrir¨ªa la man¨ªa gubernamental de tener una televisi¨®n. Nuestros gobernantes necesitan una televisi¨®n que les diga que son estupendos. Quieren en los municipios una televisi¨®n que bendiga a la ciudad, maravillosa, y a los ciudadanos maravillados y conformes, y al alcalde y sus concejales fieles. El Ayuntamiento de Jerez, administrado por el PSOE, arruinado, con problemas indecibles para pagar la n¨®mina de sus funcionarios, que son numeros¨ªsimos, tiene tambi¨¦n su televisi¨®n, Onda Jerez, tambi¨¦n en la ruina, con 81 empleados. Seg¨²n contaba el otro d¨ªa en estas p¨¢ginas Ana Huguet, el Ayuntamiento vender¨¢ patrimonio p¨²blico para salvar su televisi¨®n en bancarrota y millonaria en deudas: un edificio en el centro, dos naves, dos bodegas, 6.000 metros cuadrados en total.
No s¨¦ si ver¨¢ mucha gente la televisi¨®n de Jerez. No conozco a nadie que diga ver la televisi¨®n municipal en ning¨²n sitio. Pero parece obligatorio que todo ayuntamiento o, mejor, que todo poder tenga su televisi¨®n. Y que sea una televisi¨®n militante. La tradici¨®n televisiva espa?ola es profundamente gubernamental, desde la edad de la piedra y el plomo, cuando el mundo era en blanco y negro, o en gris y gris, y se ve¨ªa en los teleclubes impulsados por Fraga, entonces ministro de Informaci¨®n y Turismo, con Franco. Deb¨ªa haber en cada pueblo, por lo menos, un televisor, para que los nuevos telespectadores comprobaran que la realidad era espectacular, satisfactoria y optimista. Sin el optimismo de los gobernados las cosas resultan m¨¢s dif¨ªciles para los gobiernos, es verdad.
Ahora hay en cada casa dos o tres televisores, y uno ocupa el sitio central del comedor, el trono donde antes brillaban el Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s o la Santa Cena, y adem¨¢s existen uno o varios ordenadores conectados a Internet. Pero el vicio de la televisi¨®n gubernamental no admite remedio. En Andaluc¨ªa, con Canal Sur, se lleg¨® al extremo de que el cargo de portavoz del Gobierno y el de jefe de la televisi¨®n fueran intercambiables. El PP siente verdadera fascinaci¨®n por Canal Sur y se ha propuesto crear una copia de Canal Sur en los municipios que gobierna: una especie de Canal Sur municipal PP frente al Canal Sur auton¨®mico PSOE. Esta ansiedad publicitario-televisiva produce algunas situaciones contradictorias.
Por ejemplo, el PP es un partido mayoritariamente liberal, por decirlo as¨ª, a favor de la privatizaci¨®n de los servicios p¨²blicos, incluida el agua. Desconf¨ªa razonablemente de los administradores del patrimonio del Estado, es decir, de los pol¨ªticos. Aunque cree que cualquier servicio es mejor en manos privadas, en cuestiones de televisi¨®n no piensa lo mismo. El Ayuntamiento de Granada, del PP, cre¨® una televisi¨®n municipal y compr¨® una televisi¨®n privada, TeleIdeal, del grupo Vocento. No privatiz¨®, sino todo lo contrario. Hay un dato que no s¨¦ si significa algo: TeleIdeal estaba condenada a desaparecer: no ten¨ªa licencia para emitir en Televisi¨®n Digital Terrestre.
Adem¨¢s de fundar televisiones, los ayuntamientos se han deshecho salvajemente de su patrimonio inmobiliario en estos a?os turbios, seg¨²n se ha ido presentando la ocasi¨®n y la necesidad insaciable de dinero. Alg¨²n d¨ªa se har¨¢ inventario de los bienes dilapidados. El episodio de la televisi¨®n municipal de Jerez lo veo relacionado con esto: el desprecio de lo p¨²blico desde la propia Administraci¨®n, la tendencia a derrochar el patrimonio com¨²n, sacrificado al inter¨¦s del momento, ahora para pagar una televisi¨®n al servicio del gobierno municipal de turno. Habr¨¢ elecciones, y quiz¨¢ cambie el partido gobernante, pero no cambiar¨¢n los usos. La desverg¨¹enza de la publicidad es contagiosa.
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