Claves para olvidar el Victimismo
Caminando por un prado, un granjero se encontr¨® un huevo de ¨¢guila. Lo meti¨® en una bolsa y, una vez en su granja, lo coloc¨® en el nido de una gallina de corral. As¨ª fue como el aguilucho fue incubado y criado junto a una nidada de pollos. Al creer que era uno de ellos, el ¨¢guila se limit¨® a hacer durante toda su vida lo mismo que hac¨ªan todos los dem¨¢s. Escarbaba en la tierra en busca de gusanos e insectos, piando y cacareando. Incluso sacud¨ªa las alas y volaba unos metros por el aire, imitando as¨ª el vuelvo del resto de gallinas.
Los a?os fueron pasando y el ¨¢guila se convirti¨® en un p¨¢jaro fuerte y vigoroso. Y un buen d¨ªa divis¨® una magn¨ªfica ave que planeaba majestuosamente por el cielo. El ¨¢guila no pod¨ªa dejar de mirar hacia arriba, asombrada de c¨®mo aquel p¨¢jaro surcaba las corrientes de aire moviendo sus poderosas alas. "?Qu¨¦ es eso?", le pregunt¨® maravillada a una gallina que estaba a su lado.
"A menos que abandonemos el victimismo, seguiremos culpando a otros cada vez que choquemos con algo que produzca dolor" "El sistema capitalista nos ha convencido de que somos simples 'gallinas de corral'. Por eso vivimos limitados por nuestros miedos"
"Es sistema capitalistanos ha convencido de que somos simples 'gallinas de corral'. Por eso vivimos limitados por nuestros miedos"
"Es el ¨¢guila, el rey de todas las aves", respondi¨® cabizbaja su compa?era. "Es todo lo contrario de lo que somos. T¨² y yo hemos nacido para mantener la cabeza agachada y mirar hacia el suelo". Y as¨ª fue como el ¨¢guila nunca m¨¢s volvi¨® a mirar hacia el cielo. Tal como le hab¨ªan dicho, muri¨® creyendo que era una simple gallina de corral.
LA SOCIEDAD PREFABRICADA
"Estamos produciendo seres humanos enfermos para tener una econom¨ªa sana" (Erich Fromm)
La sociedad es un fiel reflejo de c¨®mo pensamos, somos y nos comportamos la mayor¨ªa de individuos. Y en paralelo, cada uno de nosotros es una creaci¨®n hecha a imagen y semejanza de la manera de pensar, de ser y de comportarse de la sociedad. Y m¨¢s all¨¢ de potenciar nuestras fortalezas y cualidades innatas, la maquinaria del sistema capitalista nos ha convencido, al igual que le sucedi¨® al aguilucho, de que somos simples gallinas de corral. Por eso solemos vivir limitados por nuestros miedos, frustraciones y carencias.
De hecho, el crimen m¨¢s grande que se ha cometido en contra de la humanidad ha sido -y sigue siendo- condicionar la mente de los ni?os con falsas creencias que obstaculicen su propio descubrimiento de la vida. A esa edad, todos somos inocentes. No podemos defendernos de la poderosa influencia que la sociedad ejerce sobre la construcci¨®n de nuestro sistema de creencias y, por ende, sobre la creaci¨®n de nuestra identidad.
Debido a nuestra incapacidad para discernir, cuestionar y decidir, a lo largo de nuestra infancia no nos queda m¨¢s remedio que creernos las normas, directrices y dogmas que nos son impuestos desde fuera. Por m¨¢s que a este proceso le sigamos llamando "educaci¨®n", en realidad es m¨¢s certero denominarlo "cadena de montaje". De ah¨ª que muchos soci¨®logos afirmen que formamos parte de una "sociedad prefabricada".
EL FIN DE LA INOCENCIA
"Lo que se les d¨¦ a los ni?os,
los ni?os dar¨¢n a la sociedad"
(Karl Menninger)
Generaci¨®n tras generaci¨®n, los adultos vamos proyectando de forma inconsciente nuestra manera de ver y de comprender el mundo sobre los m¨¢s peque?os. Cabe recordar que cuando nacen, los ni?os son como una hoja en blanco: limpios, puros y sin limitaciones ni prejuicios de ning¨²n tipo. De hecho, la palabra "inocencia" procede del lat¨ªn innocentia, que significa "estado del alma limpia de culpa". Es decir, aquello que los adultos, ya prefabricados, solemos anhelar constantemente.
No obstante, en general somos personas victimistas. Por eso el victimismo se ha convertido en uno de los rasgos m¨¢s destacados de la sociedad contempor¨¢nea. Y dado que a nivel emocional solo podemos compartir con los dem¨¢s aquello que primero hemos cultivado en nuestro interior, entre todos hemos creado y consolidado "la cultura de la culpa". As¨ª, la mayor¨ªa de seres humanos intentamos diariamente eludir cualquier tipo de responsabilidad poniendo de manifiesto nuestra falta de madurez. Y lo peor es que esta limitaci¨®n, como otras, la terminamos inculcando sobre las nuevas generaciones.
Entre otros ejemplos cotidianos, es com¨²n ver a un ni?o peque?o chocar contra una mesa y caerse al suelo. Y puesto que el golpe le ha producido dolor, en ocasiones se pone a llorar. Su llanto suele llamar la atenci¨®n del adulto que lo est¨¢ cuidando en ese momento, que enseguida corre para atenderlo. Si bien la mesa es un objeto inerte, carente de voluntad y libre albedr¨ªo, el cuidador,?con todas sus buenas intenciones, comienza a gritar "?mesa mala!, ?mesa mala!". Estas acusaciones suelen tranquilizar al ni?o, que a su vez comienza a imitar a su tutor, culpando a la mesa del golpe y de su dolor.
ADICTOS A LA QUEJA
"Nos quejamos cuando el agua
de la ducha sale fr¨ªa, pero ?acaso valoramos cada vez que sale caliente?" (Christophe Andr¨¦)
Visto con perspectiva, lo cierto es que es muy f¨¢cil protestar por el funcionamiento del sistema capitalista. Basta con abrir la boca y decir lo que pensamos. Es muy f¨¢cil quejarse por la manera en la que se gestionan las empresas. Basta con abrir los ojos y reparar en lo que vemos. Es muy f¨¢cil criticar y juzgar la actitud de nuestros pol¨ªticos. Basta con abrir los o¨ªdos y escuchar la forma en que estos hablan. Es muy f¨¢cil lamentarse por el comportamiento de la sociedad. Basta con estirar el brazo y se?alar sus errores y defectos.
Es tan f¨¢cil protestar, quejarse, criticar, juzgar y lamentarse que todos sabemos c¨®mo hacerlo. Basta con adoptar el rol de v¨ªctima y creer que el mundo es un lugar injusto, en el que la culpa de nuestros problemas, conflictos y sufrimientos siempre la tienen los dem¨¢s. Sin embargo, en ¨²ltima instancia somos cocreadores y?corresponsables de que la econom¨ªa sobre la que se asienta nuestra existencia sea tal y como es. De hecho, con nuestra manera de ganar, de gastar, de invertir y de ahorrar dinero apoyamos y validamos el sistema cada d¨ªa.
Con respecto a las empresas, si no fuera por ellas no habr¨ªa empleo. Y sin este, carecer¨ªamos de ingresos con los que cubrir nuestras necesidades b¨¢sicas. M¨¢s all¨¢ de cu¨¢les sean nuestras circunstancias sociales y econ¨®micas, fichamos cada lunes en la oficina por elecci¨®n propia. Adem¨¢s, mediante el consumo diario de productos y servicios permitimos la subsistencia de millones de compa?¨ªas. Es cierto que vivimos condicionados por la publicidad y el marketing, pero nadie nos apunta con una pistola para saciar nuestros caprichos y deseos.
CADENAS INVISIBLES
"La esclavitud m¨¢s denigrante es la de ser esclavo de uno mismo" (S¨¦neca)
Un veterano mercader de camellos atravesaba el desierto del S¨¢hara junto con su hijo adolescente, que era la primera vez que lo acompa?aba. Al caer la noche, decidieron acampar en un oasis. Tras levantar la tienda, padre e hijo empezaron a clavar estacas en el suelo para atar con cuerdas a los camellos. De pronto, el joven se dio cuenta de que tan solo hab¨ªan llevado 19 estacas y 19 cuerdas, y en total hab¨ªa 20 camellos.
"?C¨®mo atamos a este camello?", pregunt¨® inquieto el hijo adolescente. Y el mercader, que llevaba muchos a?os recorriendo el desierto, le contest¨® sonriente: "No te preocupes, hijo. Estos animales son muy tontos. Haz ver que le pasas una cuerda por el cuello y luego simula que lo atas a una estaca. As¨ª permanecer¨¢ quieto toda la noche". Eso es precisamente lo que hizo el chaval. El camello, por su parte, se qued¨® sentado e inm¨®vil, convencido de que estaba atado y de que no pod¨ªa moverse.
A la ma?ana siguiente, al levantar el campamento y prepararse para continuar el viaje, el hijo empez¨® a quejarse a su padre de que todos los camellos le segu¨ªan, excepto el que no hab¨ªan atado. Impasible, el animal se negaba a moverse. "?No s¨¦ qu¨¦ le pasa a este camello!", grit¨® indignado. "Parece como si estuviese inmovilizado". Y el mercader, sin perder la sonrisa, le replic¨®: "?No te enfades, hijo! El pobre animal cree que sigue atado a la estaca. Anda, ve y haz ver que lo desatas".
ASUNCI?N DE LA RESPONSABILIDAD
"Hemos levantado la estatua
de la libertad sin haber construido primero la de la responsabilidad" (Viktor Frankl)
Aunque la culpa nos alivia, tambi¨¦n nos ata con cuerdas que no existen a estacas invisibles. Lo curioso es que la culpa solo existe en aquellas sociedades que promueven el victimismo y niegan la responsabilidad. Si el ni?o peque?o, inspirado por el adulto que lo acompa?a, asume que ha chocado contra una mesa -por seguir con el ejemplo anterior-, estar¨¢ en el camino de aprender que ha sido ¨¦l, y no la mesa, quien ha provocado su dolor. Y puesto que con los a?os el ni?o se convierte en adulto, a menos que abandone el victimismo, seguir¨¢ culpando a los dem¨¢s, a las circunstancias e?incluso a la vida cada vez que choque contra cualquier persona, cosa o situaci¨®n que le produzca dolor.
Y es que solemos quejarnos de nuestra pareja y de nuestros hijos, pero ?acaso nos responsabilizamos de que somos nosotros quienes los hemos elegido? Solemos maldecir a nuestro jefe y a nuestra empresa, pero ?acaso nos responsabilizamos de que somos nosotros quienes hemos escogido nuestra profesi¨®n y nuestro lugar de trabajo? Y en definitiva, solemos lamentarnos de que nuestras circunstancias actuales son como son, pero ?acaso nos responsabilizamos de que estas son el resultado, en gran medida, de las decisiones que hemos ido tomando a lo largo de nuestra vida?
Curiosamente, al observar m¨¢s detenidamente el actual escenario socioecon¨®mico, todos estamos de acuerdo en un mismo punto. La mayor¨ªa de ciudadanos nos lamentamos por la falta de l¨ªderes, por la ausencia de referentes y, sobre todo, por la decadencia de valores que padece ahora mismo la sociedad. Esta percepci¨®n pone de manifiesto que estamos en contra de muchas cosas, pero ?a favor de qu¨¦? Y tal vez m¨¢s importante: ?qui¨¦n asume la responsabilidad de convertirse en el cambio que quiere ver en el mundo?
PARA CUESTIONAR EL VICTIMISMO
1. LIBRO
- 'Libertad', de Osho (Grijalbo). Un ensayo provocador que desenmascara las creencias limitadoras que sustentan la cultura de la culpa contempor¨¢nea. Y que nos inspira a asumir la responsabilidad personal como paso previo a conquistar nuestra verdadera libertad.
2. PEL?CULA
- 'American history X', de Tony Kaye. Protagonizada por Edward Norton, esta pel¨ªcula narra la historia de un joven de ideolog¨ªa nazi que culpa a diferentes colectivos ¨¦tnicos y religiosos de sus problemas y conflictos personales. La trama gira en torno a las consecuencias que tiene este victimismo sobre su vida y la de su familia.
3. CANCI?N
- 'Redemption song', de Bob Marley. Este himno legendario invita a que los seres humanos nos liberemos de la esclavitud de nuestras limitaciones e imposiciones mentales para llegar a ser lo que verdaderamente somos.
La prisi¨®n del rencor
Cuenta una historia que dos j¨®venes jud¨ªos, Karl y Joseph, trabaron una intensa relaci¨®n de amistad durante los tres a?os de terrible cautiverio que pasaron en un campo de concentraci¨®n nazi. Tras diecis¨¦is a?os sin verse, quedaron un d¨ªa para cenar. Karl se hab¨ªa casado, ten¨ªa dos hijas y trabajaba como ingeniero en una gran empresa. Hablaba con ternura de su familia y con pasi¨®n de su profesi¨®n. Joseph, por otra parte, hab¨ªa vivido pr¨¢cticamente como un ermita?o. Y hablaba de su empleo con desgana. Al finalizar la cena, Joseph, indignado, exclam¨®: "??C¨®mo puedes vivir tan tranquilo despu¨¦s de la injusticia que sufrimos?! Por m¨¢s que pasen los a?os, cada d¨ªa me acuerdo de lo que nos hicieron". Y tras una larga pausa, Karl le contest¨®: "Querido amigo, por supuesto que recuerdo los tres a?os que compartimos en aquel barrac¨®n. Sin embargo, aunque ya han pasado diecis¨¦is a?os desde que los dos fuimos liberados, me acabo de dar cuenta de que yo soy libre y t¨² sigues encerrado all¨ª".
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