Espiral de sospechas
Crece el desorden financiero en el euro mientras el BCE evita adoptar medidas dr¨¢sticas de liquidez
Era cuesti¨®n de tiempo el que una instituci¨®n europea, en este caso la Comisi¨®n Europea, descubriera lo que ya es vox p¨®puli, que existe una contradicci¨®n entre las pol¨ªticas de austeridad exigidas a Grecia, Irlanda, Portugal o Espa?a y la necesidad de crecimiento imprescindible para bajar el desempleo y conseguir los ingresos presupuestarios congruentes con el objetivo de reducir el d¨¦ficit. Esta contradicci¨®n es una de las razones que alientan la presi¨®n de los inversores contra la deuda espa?ola, que ayer super¨® los 300 puntos b¨¢sicos, aunque despu¨¦s se moderara ligeramente. Otra cosa bien distinta es el sentido de oportunidad de Olli Rehn, comisario de Asuntos Econ¨®micos, al subrayarla. Con la tormenta que est¨¢ cayendo en contra del euro, lo m¨¢s discreto hubiera sido pasar discretamente sobre las discrepancias de previsi¨®n de crecimiento del Gobierno (1,3% en 2011) y la Comisi¨®n (0,7%).
No es el primer error comunitario. La semana pasada, Bruselas revel¨® que las pruebas de resistencia de la banca europea ten¨ªan deficiencias metodol¨®gicas. La confesi¨®n, que pretend¨ªa explicar por qu¨¦ las pruebas no hab¨ªan detectado la quiebra bancaria de Irlanda, provoc¨® una reacci¨®n contraria de los inversores. Nadie puede garantizar que las pr¨®ximas pruebas sean m¨¢s fiables; sobre todo porque quienes deben velar por su calidad se dedican a lamentar los fallos despu¨¦s de cometidos.
La situaci¨®n del euro entra en una fase de desorden que, si no se corrige, se convertir¨¢ en caos. Las Bolsas se caen, los diferenciales de deuda se disparan (las sospechas alcanzan a Italia y miran a B¨¦lgica) y cunde el enfrentamiento entre socios europeos, inquietos los m¨¢s (entre ellos, Espa?a) porque Merkel ha sugerido, con notable impericia pol¨ªtica, que deber¨ªan exigirse quitas a los acreedores de la deuda. Las quejas (correctas) de la vicepresidenta Salgado contra Francia y Alemania revelan diferencias de fondo que deben aclararse.
Este ya no es solo un problema de los Estados. El BCE tiene que actuar con presteza y anunciar que comprar¨¢ masivamente deuda de los pa¨ªses tocados por la sospecha; las autoridades europeas tienen que respaldar los planes de ajuste de Irlanda, Portugal y Espa?a, puesto que sus Gobiernos han adquirido compromisos firmes. Y si ni siquiera as¨ª se calman los mercados, Europa tendr¨¢ que adoptar medidas de emergencia para cortar de ra¨ªz, con la liquidez que sea necesaria, la espiral de sospechas. Para salvar el euro, en definitiva.
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