?C¨®mo est¨¢ el servicio!
En estos tiempos en que Wikileaks descubre las miserias que intu¨ªamos estaban escondidas debajo de las alfombras porque los periodistas (bueno, las empresas) decidieron que era m¨¢s rentable describir las alfombras que limpiarlas, es reconfortante comprobar que los pol¨ªticos gallegos mantienen las esencias y conservan virtudes como la sinceridad (en el caso de que la sinceridad sea una virtud y no, como sosten¨ªa Jardiel Poncela, el pasaporte de la mala educaci¨®n). Sincera hasta el pasaporte fue la actitud del alcalde socialista de Cerceda, Jos¨¦ Garc¨ªa Li?ares, que en el pasado pleno, ante la petici¨®n de la portavoz del BNG de informar de su postura en la televisi¨®n municipal, le contest¨®: "Cuando alguien quiere venir a hablar, como en su caso, con un m¨ªnimo respeto deber¨ªa solicitar permiso...Usted sabe de sobra desde hace mucho tiempo que esto es as¨ª, aqu¨ª de momento el responsable de ese tema soy yo, porque no hay otro".
Es comprensible que est¨¦ en auge el transfuguismo, una estafa a la voluntad de los ciudadanos
Efectivamente, la portavoz de la oposici¨®n deber¨ªa saber c¨®mo son las cosas, porque en la televisi¨®n que todos los cercedenses pagan con sus impuestos, voten a quien voten, s¨®lo aparecen (al menos en la web) entrevistas con el se?or alcalde. Y si la edil nacionalista Roc¨ªo da Igrexa no lo sab¨ªa por experiencia propia, deber¨ªa saberlo por la de un compa?ero suyo de ideolog¨ªa, de Sada, que en 2002 present¨® en pleno una petici¨®n similar, recibiendo como contestaci¨®n del entonces alcalde y entonces del PP, Ram¨®n Rodr¨ªguez Ares, que para pasar por los micr¨®fonos de la emisora municipal deber¨ªa presentar un proyecto detallando "el tipo de intervenci¨®n: cultural, deportiva, art¨ªstico musical, historia, etc¨¦tera, pero nunca cuestiones pol¨ªticas".
Intrusismo aparte, considero hasta l¨®gico que algunos alcaldes descubran su vocaci¨®n de programadores televisivos, un oficio como el de entrenador, que todo el mundo se considera capacitado para ejercer. Incluso se podr¨ªa ver como una terapia ocupacional, dado que una de sus principales competencias esenciales, el urbanismo, se lo dise?an los promotores. Tambi¨¦n es comprensible que a estas alturas, un fen¨®meno como es el transfuguismo, que constituye una estafa a la voluntad de los ciudadanos y un insulto a su inteligencia al pretender que se promueve en aras de la gobernabilidad, est¨¦ en pleno auge. Uno de sus adalides, el presidente de la Diputaci¨®n y del PP de Pontevedra, Rafael Louz¨¢n, declaraba a este peri¨®dico -sin rencor- que lo de incluir o no tr¨¢nsfugas en las listas conservadoras lo "decidir¨ªan en las pr¨®ximas semanas". Efectivamente, si has promovido cambios de gobierno apoy¨¢ndote en tr¨¢nsfugas, ?vas ahora, una vez colmadas tus ansias, a dejarlos en la estacada como un vulgar Don Juan de turreiro?
Lo veo l¨®gico porque no solo son unos modestos alcaldes los que parecen ignorar las m¨ªnimas normas democr¨¢ticas. Recientemente, medio centenar de nuestros m¨¢s eximios empresarios y otro medio de expertos en temas varios han suscrito un manifiesto promovido por Eduardo Serra, ministro de Defensa con Aznar y secretario de Estado con Felipe Gonz¨¢lez. Bajo el rimbombante t¨ªtulo Un momento clave de oportunidad para construir entre todos la Espa?a admirada del futuro (aunque se autodenomina TransformaEspa?a), los dos medios cientos llegan a conclusiones de todo tipo, que van de algunas que parecen sacadas del top ten de lugares comunes y sentencias de las tertulias radiof¨®nicas a otras que pretenden aplicar a la gesti¨®n pol¨ªtica las recetas y los intereses empresariales ("introduzcamos en la pol¨ªtica los valores del mundo del trabajo, los negocios y el deporte", propugn¨® una vez Berlusconi). Pero, sobre todo, TranformaEspa?a destila una queja de la actual clase pol¨ªtica que no deja de sorprender teniendo en cuenta que quienes la hacen han controlado el discurrir del pa¨ªs en los ¨²ltimos a?os.
En todo caso, ser¨ªa de celebrar que nuestra aristocracia del dinero y del pensamiento haya dedicado tiempo entre consejo y consejo de administraci¨®n a repensar Espa?a. Lo que es raro es que hayan elegido elevar sus conclusiones al Rey, pasando de present¨¢rselas al p¨²blico o a sus representantes democr¨¢ticos. El m¨¦todo de puenteo y el tono hasta-aqu¨ª-hemos-llegado, el alarde de inter¨¦s altruista por el bien de Espa?a en general sin mencionar apenas al de los espa?oles concretos, recuerda al manifiesto con el que el general Primo de Rivera se arremang¨® en 1923 para solucionar los problemas de Espa?a.
Si evitamos que el narcotr¨¢fico se adue?ase de la sociedad civil gallega, como sostiene Manuel Rivas en Todo ¨¦ silencio, fue por la reacci¨®n primero de unos ciudadanos concretos (ciudadanas, sobre todo) y despu¨¦s de los partidos, que entonces decidieron atajar la gangrena que empezaba a invadirlos. Ahora los partidos permiten exhibiciones antidemocr¨¢ticas de sus cargos p¨²blicos o promueven interpretaciones sesgadas de la legalidad o de las actuaciones judiciales sin m¨¢s argumentos que la defensa de "los nuestros" frente a "los otros". No es extra?o que los de abajo asuman cada vez m¨¢s aquella definici¨®n que hizo Ambrose Bierce de la pol¨ªtica como un conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios y el manejo de los intereses p¨²blicos en provecho privado. El colmo es que ahora los de arriba empiecen a quejarse de c¨®mo est¨¢ el servicio.
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