El gestor m¨¦todico que quiso llegar hasta el final del expolio
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Hacer una paella, dicen los entendidos, implica toda una liturgia. Desde colocar el arroz en forma de cruz hasta, siendo muy quisquilloso, hacerse traer el agua de Valencia. Quienes conocen a Joan Llinares, hasta ahora director general del Palau de la M¨²sica, coinciden en que es un "artista de la paella". No solo de cocinarla, sino de todo su ritual. Y eso encaja con un hombre que sus colaboradores califican sobre todo con tres adjetivos: meticuloso, honesto y austero.
Ese trabajo met¨®dico tambi¨¦n lo ha convertido en una persona que ha ido cerrando etapas. Lleg¨® al Palau de la mano de las Administraciones cuando acababa de dejar la gesti¨®n del MNAC y se hab¨ªa instalado ya en la Comunidad Valenciana, donde pensaba recuperar su plaza de interventor y cuidar de sus naranjos, otra de las liturgias que le apasionan. Cuando lleg¨® al Palau, ya avis¨® de que estar¨ªa al frente solo unos meses. Tal vez cinco, los que calculaba que tardar¨ªa en poner orden.
A su llegada, Llinares hall¨® un entorno hostil, sobre todo de quienes todav¨ªa guardaban una lealtad casi inquebrantable a F¨¨lix Millet. De su parte ten¨ªa solo a la presidenta de la entidad, Mariona Carulla, a quien le han llegado a recriminar haberle dado demasiada libertad. Poco a poco, los auditores contratados fueron rastreando, desmenuzando y cruzando toda la documentaci¨®n que hallaban. Hasta que a media investigaci¨®n abundaban los indicios que se?alaban un posible uso del Palau para satisfacer presuntas comisiones a CDC.
No ha sido su ¨²nico cometido. Bajo su direcci¨®n se ha reorganizado la estructura gestora del Palau y se ha preparado el terreno para que la entidad vuelva a ser estrictamente un espacio social y musical. Tras ese recorrido, no pocos sectores pol¨ªticos y sociales, dentro y fuera del Palau, se airaron contra ¨¦l. Algunos, por todo lo destapado. Otros, porque se resist¨ªan a la entrada de las Administraciones en la entidad, a pesar del desfalco de dinero p¨²blico de los ¨²ltimos a?os.
La decisi¨®n del ex presidente en funciones, Josep Maria Busquets, de no pedir una causa separada, que luego se revoc¨®, a punto estuvo de dinamitar todo el trabajo de Llinares en el ¨²ltimo a?o. Fue entonces cuando se percat¨® de que hab¨ªa cerrado otra etapa.
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