Las cenizas de Antonio Gramsci
La edici¨®n completa de 'Cartas desde la c¨¢rcel' reivindica al renovador del marxismo
"?Me pedir¨¢s t¨², muerto descarnado
Abandonar esta desesperada Pasi¨®n de estar en el mundo?"
(Las cenizas de Gramsci, Pier Paolo Passolini)
Hoy en d¨ªa se lee poco a Gramsci (1891-1937). La destrucci¨®n del socialismo real y la desaparici¨®n del Partido Comunista Italiano (PCI), el m¨¢s importante e influyente de Occidente, se ha tragado la obra de quien ha sido uno de los m¨¢s originales pensadores marxistas de la historia. Fil¨®logo, periodista (cofundador de la revista L?Ordine Nuovo), dirigente antifascista, te¨®rico del marxismo, hombre de acci¨®n como l¨ªder del comunismo italiano, conviene recordar a los m¨¢s j¨®venes la figura de Antonio Gramsci, el hombre eternamente enfermo -sufri¨® una deformaci¨®n de la columna vertebral que empez¨® a ser visible desde los siete a?os, y muri¨® de un derrame cerebral- y condenado por Mussolini a m¨¢s de 20 a?os de prisi¨®n.
La desaparici¨®n del Partido Comunista Italiano se ha tragado su obra
"Testimonian una resistencia que hizo mejores a muchos", dice su editor
Durante los 10 a?os que dur¨® la dejaci¨®n de libertad, pese a sus limitaciones f¨ªsicas, elabor¨® una obra te¨®rica que redujo el dogmatismo e introdujo frescura en el marxismo m¨¢s mecanicista y ortodoxo, dada a conocer a trav¨¦s de 32 cuadernos que ocuparon casi 3.000 p¨¢ginas. Los Cuadernos de la c¨¢rcel fueron publicados en castellano, en seis tomos, en una m¨ªtica edici¨®n de Ediciones Era, preparada por el Instituto Gramsci, con pr¨®logo de Valentino Gerratana. Durante muchos a?os esos seis tomos fueron de obligada lectura para todos aquellos que se interesaban por la renovaci¨®n del marxismo y su adecuaci¨®n a las condiciones de la segunda parte del siglo XX.
Uno de los intelectuales espa?oles que m¨¢s tiempo y esfuerzo dedic¨® al estudio de la obra de Gramsci fue, no por casualidad, Manuel Sacrist¨¢n, que edit¨® una indispensable Antolog¨ªa (Siglo XXI, 1974) con la que muchos ciudadanos de este pa¨ªs nos aproximamos a Gramsci. El historiador marxista Perry Anderson dijo hace mucho tiempo que Sacrist¨¢n hab¨ªa sido el te¨®rico marxista espa?ol m¨¢s importante, y en esta apreciaci¨®n han coincidido su selecto grupo de disc¨ªpulos (reunidos en la revistas Materiales y su sucesora Mientras tanto), y muchos que, sin serlo, han resaltado su papel como cient¨ªfico social de primer orden. Redescubrir a Gramsci tiene la ventaja de volver a poner en circulaci¨®n, m¨¢s all¨¢ de esos c¨ªrculos, a un autor de culto como Manuel Sacrist¨¢n.
A?os antes de la publicaci¨®n de la Antolog¨ªa sacristaniana de Gramsci, en 1965 apareci¨® en Espa?a la primera edici¨®n del otro bloque de sus escritos desde las prisiones fascistas (1926-1937): las Cartas desde la c¨¢rcel, editadas por Cuadernos para el Di¨¢logo y traducidas por la inolvidable Esther Ben¨ªtez. Estas lettere dal carcere hab¨ªan sido publicadas por primera vez en 1947 y constaban de dos centenares de misivas dirigidas a su familia y amigos. En la edici¨®n de Cuadernos ya hab¨ªan aumentado a 418. Ahora, se edita en Espa?a (Veintisiete Letras) una versi¨®n cuasi definitiva (su editor no descarta que aparezca alguna m¨¢s), con 478 cartas del epistolario de Antonio Gramsci por las sucesivas c¨¢rceles italianas (Mil¨¢n, Bari y Formia) en las que Mussolini lo tuvo encerrado, y por una cl¨ªnica a la que fue trasladado al final de su vida, tras la condena por conspiraci¨®n de 20 a?os, cuatro meses y cinco d¨ªas. El fiscal que le acus¨® declar¨®: "Tenemos que impedir que este cerebro funcione durante 20 a?os".
Francisco Fern¨¢ndez Buey, uno de los disc¨ªpulos predilectos de Sacrist¨¢n y otro de los intelectuales marxistas espa?oles que mejor conocen a Gramsci, es el encargado de la edici¨®n y de la elaboraci¨®n de un sugerente pr¨®logo de esta nueva versi¨®n de las Cartas desde la c¨¢rcel. En ¨¦l relata las condiciones en las que escribi¨® el turin¨¦s y c¨®mo era consciente de que las misivas -en las que se manifiestan sus inquietudes literarias, la preocupaci¨®n por la historia y la pol¨ªtica y tambi¨¦n el conmovedor desvelo de Gramsci por su familia, por su mujer Yulca y por sus hijos- no eran estrictamente privadas, sino que estaba escribiendo para que fuesen le¨ªdas por el censor de la c¨¢rcel, las autoridades fascistas y por la direcci¨®n del PCI.
Dec¨ªamos antes que esta edici¨®n de las Cartas... era una buena ocasi¨®n para subrayar el papel y la obra de su introductor en Espa?a, Manuel Sacrist¨¢n. Tambi¨¦n es una oportunidad para resucitar la figura del ¨ªntimo amigo de Gramsci, el economista Piero Sraffa, a quien dirige algunas de las misivas, sepultado por los partidarios del pensamiento ¨²nico. Sraffa, tambi¨¦n turin¨¦s y nacido poco despu¨¦s de Gramsci, es el eslab¨®n perdido entre un economista conservador como lord Keynes (a quien las paradojas de la historia ha conducido a ser reivindicado por los progresistas) y un comunista como Antonio Gramsci.
A trav¨¦s de Sraffa, Keynes se interesar¨¢ por la enfermedad fascista del sur de Europa y, sobre todo, por la tragedia personal de Gramsci. Este, por la mediaci¨®n de Sraffa, supo del debate econ¨®mico que se estaba produciendo entre las dos guerras mundiales y, sobre todo, el que se estaba originando en Cambridge con una generaci¨®n incomparable de economistas como Joan Robinson, Nicholas Kaldor, Maurice Dobb, Hicks, Robertson, adem¨¢s de Keynes y del propio Sraffa, que dedic¨® su tiempo en Gran Breta?a a combatir al Duce y luchar por la libertad de Gramsci y de otros profesores universitarios encarcelados. Mussolini envi¨® un telegrama al padre de Sraffa calificando sus art¨ªculos como "un acto de derrotismo bancario puro y duro, y un acto de sabotaje a las finanzas italianas". Por cierto que la ¨²nica obra de este economista, Producci¨®n de mercanc¨ªas por medio de mercanc¨ªas, fue traducida en Espa?a por un jovenc¨ªsimo profesor de Teor¨ªa Econ¨®mica llamado Luis ?ngel Rojo, que a?os despu¨¦s ser¨ªa gobernador del Banco de Espa?a.
Gramsci dio a la ¨¦tica de la resistencia el sentido de su vida. La estancia en las prisiones explica su aserto del pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. Escrib¨ªamos que ahora se le lee poco. Desgraciadamente. En el pr¨®logo de las Cartas desde la c¨¢rcel, Fern¨¢ndez Buey remata: "Pero se le puede leer como a un cl¨¢sico. Y las cartas que escribi¨® desde la c¨¢rcel, como un documento hist¨®rico de la tragedia del comunismo del siglo XX, como el testimonio de una resistencia que durante d¨¦cadas hizo a muchos mejores. Como una p¨¢gina del libro blanco de un ideal".
Babelia
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